Capítulo 8

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- No quiero hablar contigo. -Dulce levantó la barbilla, mirándolo sin miedo. -Sal de aquí, Christopher, no quiero ver a nadie hoy.

Tenía círculos oscuros, lo que indica que había pasado la noche sin dormir. El cabello estaba un poco desordenado de una manera sensual, no estaba perfectamente peinado hacia atrás como en la fiesta. Se había deshecho de la capa de vampiro, y solo vestía su pantalón oscuro y su camisa, con las mangas hasta los codos. Las venas en sus fuertes brazos estaban saltando.

-Ahora te negarás a recibirme? - Se burló, con una sonrisa sin humor, mientras cerraba la puerta y la cerraba con una llave.

Dulce sintió un poco de miedo, pero no lo demostró.

-Hasta la semana pasada me llamaste rogándome que viniera, mi amor. -Cristopher continuó. Dulce entrecerró los ojos.

-¿Todavía estás borracho o te afecta la resaca? De todos modos, no quiero saber, solo quiero que te vayas. -El nudo en la toalla de Dulce se estaba aflojando, y ella tuvo que apretarlo fuertemente contra su cuerpo. El movimiento llamó la atención de Christopher, y ahora solo parecía darse cuenta de que ella llevaba una toalla.

- ¿Pasaste la noche con ese intento de hombre, te despertaste y fuiste a bañarte para quitarle el olor?- Preguntó burlonamente. Se acercó de repente y Dulce retrocedió dos pasos, pero fue más rápido y agarró su cuerpo con facilidad, levantando la nariz hacia el cuello femenino e inhalando. - Al menos funcionó.

-Si pasé la noche con él, ¡Es algo que no te importa! Me aconsejaste salir con otros hombres ¿No recuerdas?

-¡Pero descubrí que no quiero eso!- Gritó y Dulce se sobresaltó. -No quiero que nadie más te toque.

-Tendrás que aprender a lidiar con eso. -Ella dijo.

-Quiero saber si ayer te acostaste con ese imbécil. -Preguntó Christopher, en serio.

-¡Ya te dije que no es asunto tuyo! -Dulce se enojó, dejando sus brazos y caminando hacia el baño para obtener la toalla para su cabello.

-¿Él está aquí? -Christopher se asomó a su habitación. -No, si no hubiera aparecido ya. ¡Contéstame, Dulce! ¿Te acostaste con él?- gritando

Dulce estaba envolviendo la toalla alrededor de su cabeza cuando se giró, sonrojada por la furia.

- Tampoco grites, si.

-Yo hablo como me plazca. -Se acercó, entrando al diminuto baño y calentando todo el lugar. -Entonces? Gritó, mirándola.

-¿Qué hay de ti? -Dulce gritó. -¡Te acostaste con esa perra de la fiesta! ¿Entonces que reclamas? Tienes tu guardado; que te haga buen provecho. Pero me cansé de ser tan estúpida. No vales la pena. Voy a conocer a otras personas, que gano más que si continúo en esta relación loca contigo.

-No ayer me acosté con nadie, María. -Dijo, molesto. -Si hubiera dormido con alguien, no estaría aquí a esta hora.

- Lástima que no hayas tenido una noche agradable. -Dulce sonrió falsamente. -Ahora vete.

-No me has respondido todavía, y estoy empezando a enojarme.

-¿Qué pasa si digo que si dormí con alguien? -Dulce dijo, mirándolo enojada. -¿Qué pasa si digo que vino a dejarme en casa ayer e hicimos el amor en el sofá? ¿Qué puedes hacer tú, Christopher?

Se puso pálido y la expresión se congestionó. Cuando dio un paso amenazador hacia adelante, Dulce tragó saliva por hablar demasiado. Temía que Christopher hiciera algo estúpido, y se apresuró a huir de él.

Apenas llegó al corredor, y él la detuvo, tirando de la toalla de su cabello con fuerza y ​​haciendo que su cabello húmedo se soltara, largo, hasta el busto.
Sintió que sus fuertes brazos la levantaban, sin importarle que la estuviera lastimando cerca de sus costillas. Christopher la arrastró de regreso al baño, inmovilizando su pequeño cuerpo hacia la puerta, y la abrazó sin darle la oportunidad. huir de nuevo.

-No soy generoso, Dulce. Soy muy egoista - Dijo, todavía pálido, pasando su mano sobre sus temblorosos labios con fuerza. Dulce lo miró con el corazón palpitante por miedo a lo que iba a hacer. -No me gusta compartir mis cosas con nadie.

-No soy tuya, así como tú no eres mío, Christopher. - Dijo fríamente, sin mostrar que estaba temblando por dentro. -Te quedas con docenas de mujeres y solo vienes a mí cuando estás solo. ¡No soy algo que usas cuando quieres! Ahora me acostaré con todos los hombres que quiera, cuántas veces quiera y te quiero fuera de mi vida.

-Si lo haces, te arrepentirás. -Él extendió la mano y apretó su cuello. Parecía fuera de control, y Dulce sabía que ella no debería estar provocándolo. Solo empeoraría las cosas, pero tampoco estaría callada.

-¿Estás celoso, Christopher? -Ella sonrió. -La situación debe ser grave.

-No hagas bromas conmigo. Me has estado volviendo loco desde ayer. Si resulta que estás acostándose con otros, yo ...

-¡No podrás hacer nada! -Dulce dijo enojado, tratando de deshacerse de él. Christopher la agarró violentamente y la golpeó en la puerta. -No eres nada mío, no eres ni mi novio ni mi marido.

-No necesito estar casado contigo para ... -Con una mirada todavía furiosa, tomó el nudo de la toalla de Dulce y tiró suavemente, tirando la toalla.

Dulce se estremeció de frío y miedo, pero no se movió. No había forma de moverse con él deteniéndola así.

Sin previo aviso, Christopher dejó caer su mano, pellizcó la parte interna del muslo de Dulce para abrirle las piernas y tocó su intimidad abruptamente, mirándola a los ojos.
Dulce lo miraba enojada. Él también.

-No quiero. -Dulce dijo, dejando en claro de qué estaba hablando.

Todavía mirándola, con una mandíbula apretada y una cara masculina, Christopher la abrió con los dedos, buscando el punto sensible de esa carne. Cuando lo encontró, lo apretó de una manera emocionante, y Dulce jadeó involuntariamente, luego se arrepintió.

Dulce le pasó la mano por el brazo, hasta donde llegó la mano masculina, e intentó quitársela. Christopher rápidamente agarró su mano con su otro brazo, evitando que se interpusiera en lo que estaba haciendo.

-No podrás aguantar mucho tiempo, lo sabes. -Advirtió, al ver que ella se mordió el labio con fuerza para ignorar su mano.

-No puedes obligarme. -Dulce cerró la pierna de inmediato y trató de salir del baño. Una vez más, Christopher la retiró y esa vez el golpe en la espalda realmente dolió. -Déjame ir, animal, me lastimas -Dulce lo miró furiosa, luchando.

Christopher la sujetó a la puerta, colocó su cuerpo grande y fuerte sobre el de ella, aplastándola con su peso para mantenerla quieta. Dulce no se rindió, continuó luchando e intentando rascarse.
Parecía un tigre tratando de morder un alce. Un tigre nunca deja escapar a su presa después de atraparlo. Pero ese alce parecía querer luchar hasta la muerte.

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