Eran las cuatro y media de la mañana. Dulce estaba profundamente dormida cuando se despertó con el timbre sonando sin cesar.
Alguien estaba tocando la puerta como para romperla. Sorprendida, Dulce se levanta y fue hacia la puerta. Llevaba solo una pequeña camisa blanca y bragas, pero tenía tanto sueño que ni siquiera lo recordaba cuando abrió la puerta.-¿Qué paso? -Dijo al abrir, esperando ver al portero diciéndole que el edificio estaba en llamas.
Pero no fue el portero. Era la razón de sus pesadillas.
-Te despierto, bebé?- Christopher sonrió irónicamente, luciendo mucho más despierto que Dulce. Él miró su ropa, con esa mirada que decía delicioso.
-¿Qué te pasó para venir aquí a esta hora y despertarme así? - Dulce preguntó, irritada, ya más despierta mientras sus ojos se acostumbraban a la luz.
- ¿No me vas a invitar a entrar?
- Intenta mañana a una hora decente. -Dulce iba a cerrar la puerta de golpe, pero él la sostuvo fácilmente, forzando la puerta y entrando. Ella gimió, pasando una mano por su largo cabello rojo y haciendo que los mechones flotaran alrededor de su cara. -¿Qué quieres, Chris?- dijo fastidiada.
Con calma, cerró la puerta y se acercó. Volvió a mirar la camisa ajustada y las bragas que llevaba puesta, y le pasó la mano por la cintura de Dulce hasta la cadera, como si tuviera derecho a hacerlo.
-Vine para asegurarme que no estuvieras engañándome con el hermano de tu amiga.
Dulce incluso se rió del comentario.
-¿Engañandote? Hasta donde sé, hemos terminado, para tener traición necesitas tener una relación.
-No, no, mal. -Dijo con calma, ahora colocando ambas manos en sus caderas y apretándolas ligeramente. -No suelo dejar que las personas se vayan de mi vida tan facil. Claro a menos que sea yo quien quiera que se vayan. Especialmente tú.
-Yo no soy parte de tu vida, nunca lo fui. -Dulce levantó la barbilla con impaciencia. -Y no soy de tu propiedad.
- Tú fuiste... -Christopher declaró en voz alta. - Eres y seguirás siendo mía, tienes que aprenderte esto: No me gusta que me roben mis cosas. Ni siquiera me gusta que me las toquen. Creo que es bueno que le hagas saber eso a tu pequeño amigo.
Dulce tuvo que cerrar los ojos y respirar profundamente para controlar su indignación. Los abrió y miró a Christopher.
-Por enésima vez: no soy tuya. Me tuviste, Christopher. Eso nunca lo negaré. Pero nunca me valoraste. Y me cansé de no ser valorada. Quiero alguien que me respete y me trate de una manera especial, lo cual nunca hiciste. -Añadió. Vio que parecía más escandalizado con cada palabra.
-¿Y eso te lo da el hermano de tu amiga?
- Mira, lo conozco desde hace unos días y me ha mostrado más respeto que tú. -Dulce murmuró por lo bajo.
-Nunca te falté el respeto. - Cristopher respondió.
-No discutiré contigo ahora las cosas que hayas o no echo conmigo. -Dulce se apartó, haciendo que sus manos se deslizaran de sus caderas.- "¿Ves cómo manejas las cosas, Christopher?" Ves todo como un juego ... siempre tienes que ser el ganador para estar satisfecho. Me ves como un objeto, un trofeo. Algo que siempre permanece en su estante y que no te importa, pero si alguien lo saca para contemplarlo, entonces si te acuerdas de el. No soy una cosa ¿No puedes ver eso? ¡No estaré en tu estantería para siempre! Te odio. - Ella vertió, con odio, sintiendo las emociones en la piel.
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Fijación
FanfictionÉl era su suerte, Su bendición, Su maldición Gracias a él, ella no podía amar a ningún otro hombre. Se había tomado su corazón egoístamente. Y si no era lo suficientemente malo, lo había guardado en un cajón. Un cajón oscuro, donde no podía verlo...