10.

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Amy:

—Gracias. —Pronuncio cuando ya estamos dentro de su departamento y King está limpiando el rostro con algunos paños que encontró en su botiquín.

Mientras lo hace, doy una mirada rápida a lo que alcanzar ver mis ojos desde mi posición, no es el lugar más refinado del mundo y definitivamente mis padres lo odiarían, pero creo que está bien para alguien soltero.

King baja las manos de mi rostro y cuando va a cerrar el botiquín, no puedo evitar ver sus manos, ya no están de sangre porque se las acaba de lavar, pero si noto las llagas en los nudillos.

A golpeado tanto a Juan y sin limitarse que el mismo se ha causado heridas.

—Aun no lo guardes. —Le pido.

Abro el botiquín y saco un par de gasas y alcohol con algodón, hecho un poco y comienzo a sellar sobre las heridas, duele, pero él no da queja alguna.

Soplo cuando termino de echar y le vendo las heridas.

Pongo los ojos en él, está enojado, está bien.

—King.

—Creo que por fin tengo derecho a estar enojado, muñeca, te lo advertí..

Si, lo sé.

—Y no me ...

Presiono mi boca sobre la suya, le doy un corto beso y junto nuestras frentes.

—Por favor. —Le pido.—Sé que me equivoque, pero no quiero hablar de eso. Hoy no, mañana.. —Trago saliva. —Mañana podrás gritarme todo lo que quiera, hoy no, estoy cansada.

Lo observo tragar.

—¿Y qué quieres que hagamos entonces?

Le beso los labios.

—Eso. —Murmuro sobre su boca.

King no se contiene, me coge la cara y me besa con fuerza, nuestras bocas se responden la una a la otra, se reclaman en un solo beso largo y nuestras lenguas terminan por encontrarse.

Gimo y siento la mano de King deslizarse por mis piernas, entre mi falda negra de Ballet, me acaricia por encima de los pantis y lleva la mano a mi entrepierna, gimo y lo rodeo el cuello con el brazo, caigo sobre el mueble y él se apoya sobre mí con su peso, me vuelve a besar y esta vez no dura tanto en mi boca porque lleva sus ricos labios a mi cuello.

Cierro los ojos disfrutando de la sensación que me producen la humedad de su boca, de su lengua, me muerdo el labios mientras sus dedos se hunden y buscan por donde bajar los pantis y la falda de ballet.

Pero termina rompiéndolos y me echo a reír.

—¿Cómo son estas mierdas?

—King.. —Vuelvo a reír.

Me coge de la cintura y uso mis habilidades de bailarina para sujetarme bien de su cadera con mis muslos y mis piernas.

King me lleva a la habitación, lo abrazo y mi boca no deja la suya en todo el recorrido.

Caigo en el colchón en cuestión de segundos, un colchón que se hunde y que en ese estado tal vez termine rompiendo esta noche.

Termina de quitarme la ropa y quedo desnuda frente a él, me mira maravillado y me muerdo el labio, me acerco a él y le ayudo a quitarse la camiseta, mis dedos recorren sus músculos, desde sus bíceps a los cuadros que hay en su abdomen.

La boca se me hace agua y los toco por largos segundos hasta que termino bajando las manos a sus vaqueros.

Vale, lo voy a hacer y no me arrepiento.

Fuera del RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora