―Hemos llegado tarde ―señaló Sirhan.
Yo le mandé callar con un gesto y aumenté el zoom de los prismáticos para poder verlos. El guepardo estaba muerto entre un grupo de cazadores, que se jactaban de ello. Suspiré y revisé alrededor. La noche no me dejaba ver mucho, mi única visión procedía de la luz que proyectaban las linternas de los cazadores.
Sin embargo, estaba muy acostumbrado a otear en la oscuridad y un ligero movimiento entre la hierba llamó mi atención.
―Ahí, colega ―le llamé, golpeando su brazo para señalarle el sitio exacto.
―¿Es un cachorro?
―Es nuestro.
―No me vas a pedir que atraiga a los cazadores otra vez, ¿verdad, jefe?
―Por supuesto que no. Ya se te ha ocurrido a ti, no hace falta que te lo pida.
Murmuró algo que no me esforcé en entender, antes de rodar para salir por la parte más cubierta de la pequeña ladera dónde estábamos tendidos. Quise advertirle de que no hiciera ruido, pero supuse que ya lo sabía.
Esperé un tiempo prudente antes de moverme. Guardé mis cosas en la mochila y me la colgué a la espalda. Luego comprobé que llevaba el arma cargada y preparada y me moví en cuclillas para no llamar la atención.
La distracción de Sirhan no tardó en llegar. Oí un par de tiros antes de ver una columna de humo a medio kilómetro de distancia, más o menos. Los cazadores interpretaron aquello como un ataque y corrieron alrededor, en busca del origen.
Esperé hasta que salieron del círculo dónde estaba el guepardo muerto. Un par de cazadores se quedaron a vigilar la zona, pero logré deslizarme en la oscuridad, en completo silencio. Metí la mano en el escondite para agarrar al cachorrito, que soltó un quejido. Alcé la vista para ver a un cazador mover la luz de la linterna hacia mí.
Saqué al animal lo más rápido que pude, sujetándole del pescuezo y tirando de él. Siguió quejándose un poco, atrayendo la atención del segundo cazador también. Sujeté su mandíbula inferior, metiendo la mano en su boca y dejé que me clavase sus dientecitos, que parecían alfileres afilados.
Me apoyé en un árbol para escuchar, los dos cazadores se acercaban por mi izquierda, justo el sitio dónde teníamos el jeep. Esperé hasta que vi el haz de luz de la linterna del primer cazador.
Giré, pisando con cuidado para esquivar las ramas quebradizas que podían hacer ruido. El animal me arañó el pecho y los brazos, en un intento de liberarse, pero yo lo sujeté mejor y salí de entre los bajos árboles en los que se habían reunido los cazadores. Me aseguré de que seguían buscándome por el lado contrario, antes de irme corriendo inclinado.
El ruido de un disparo, que impactó justo a mi lado, me sobresaltó. Levantó algo de polvareda demasiado cerca de mí, así que me dejé de sutilezas, me estiré y salí corriendo. Salté dentro del Jeep, dónde Sirhan ya estaba esperándome. Arrancó el vehículo, cuando un nuevo disparo impactaba en el metal trasero.
―¡Corre! ―grité, mientras él aceleraba.
Miré al guepardo cuando nos alejamos lo suficiente. Los cazadores no llegaron a los vehículos a tiempo y los perdimos sin problema. Vi entonces mi pequeño trofeo. Una guepardo bebé albina, preciosa. Y muy cara, sin duda.
―¿De verdad merece la pena, Jason? ―preguntó Sirhan.
Yo no alcé la vista del animal, que seguía arañándome el pecho.
¡Espero que os guste!
ESTÁS LEYENDO
Las consecuencias de tus mentiras -PSM 3- *COMPLETA* ☑️
RomanceTodo lo que Jason ha querido siempre es cuidar de animales salvajes. Por eso cuando acabó la cerrera de veterinario silvestre cogió una mochila, llena de esperanzas e ilusiones, y se fue a África sin planes, pero con muchas ganas. Porque lo único qu...