Soplé la boquilla del juguete para que un nuevo chorro de pompas flotase en el aire. Hannah corrió y saltó para aplastarlas todas antes de que tocasen el suelo, mientras se reía con ganas. Yo no pude evitar sonreír con la vista fija en ella.
―Más, Amy ―me pidió la niña cuando explotó todas, con los ojos tan brillantes que me hizo reír de nuevo.
Solté más burbujas y atrapé una que flotó muy cerca de mí. No explotó, y no pude más que mirar fascinada la forma en la que los colores de la habitación se mezclaban en la superficie. Soplé con suavidad y Hannah la atrapó cuando volvió a flotar.
―Yo buscándote y tú jugando con pompitas... ―La voz de Jason me sobresaltó un tanto.
Alcé la vista para verle apoyado en el marco de la puerta. Me miraba con una sonrisa enorme y yo no pude más que devolverle el gesto. La niña corrió hasta él y saltó a sus brazos con fuerza.
―¡Tío Jace, ven a jugar con nosotras!
Jason la levantó entre sus brazos, haciéndola reír y la lanzó al aire, antes de sentarse enfrente de mí. Hannah se apartó de él y corrió hasta mí de nuevo, para que lanzase más burbujas.
―¿Qué has hecho hoy a parte de pompas de jabón, Amy?
Me reí un poco, mirándole de nuevo. Estaba tan guapo como siempre, aunque ese día parecía más elegante, con una camisa negra, una corbata fina a juego y un pantalón de traje. No le había visto desde esa mañana y ya era casi la hora de la cena, le había echado de menos.
―Pues Abril me ha quitado los puntos ―expliqué, aunque decidí saltarme la parte del test de embarazo―. Me ha puesto unos que se pegan. Y cuando iba a volver, me he encontrado a tu madre por allí y ha insistido en invitarme a comer.
―Mierda. ―Me miró ligeramente preocupado y no pude evitar reírme―. ¿Te has aburrido mucho?
―Tu madre es genial, Jason. He visto tu habitación de niño... Eras encantador, aunque tenías muchos dinosaurios.
Escondió la cara entre las manos, pero por el movimiento de sus hombros me pareció que se reía.
―Dime que no te ha enseñado fotos.
―Oh, sí, muchísimas. Eras monísimo de niño. Literalmente. Quiero decir, siempre estabas escalando algo ―bromeé un poco―. Hemos estado viendo fotos, y vídeos, hasta la hora de la comida, y luego hemos comido los tres, con tu padre.
―Voy a matar a mi madre... ―se quejó, mirándome de nuevo.
―Puede que yo le haya pedido ver esas cosas un poquito ―reconocí.
―¿Y para qué quieres verme de niño, acosadora? ―se rio y supe que realmente le daba igual.
―Porque algo había que hacer esta la hora de la comida...
―¿Y qué has hecho después de comer? ―curioseó.
―Venir a verte, pero no estabas. Me has roto el corazón ―me quejé, lanzando más pompas a la niña―. Así que he tenido que ponerme un vestido caro, para repararlo. Gracias por regalármelo ―bromeé.
En realidad, era de los que había comprado con Hebe y Abril el primer día, pero sabía que Jace le había dado todo el dinero que me había gastado a sus hermanas de vuelta.
―Por lo menos déjame verlo, ¿no? ―pidió.
Yo me levanté de la gruesa alfombra de pelo que cubría el suelo de la niña, y di una vuelta sobre mí misma. Era un vestido de color vino, muy simple, de cuello alto, mangas largas y una falda muy corta con vuelo. Llevaba los zapatos negros de tacón, pero los había dejado a un lado para estar más cómoda.
ESTÁS LEYENDO
Las consecuencias de tus mentiras -PSM 3- *COMPLETA* ☑️
RomantiekTodo lo que Jason ha querido siempre es cuidar de animales salvajes. Por eso cuando acabó la cerrera de veterinario silvestre cogió una mochila, llena de esperanzas e ilusiones, y se fue a África sin planes, pero con muchas ganas. Porque lo único qu...