―Se me hace raro no ver al guepardo ―le dije a Jason, cuando me pasó una copa de vino delante de la chimenea de su hermana, que crepitaba de forma hipnótica.
Esa tarde habíamos ido a ver a su amigo, que tenía una especie de pequeño zoo dónde cuidaba de animales temporalmente, mientras se recuperaban de heridas. Parecía encantado de aceptar al guepardo, aunque le aseguró a Jason que no podría quedarse más de un mes o dos. Yo me ofrecí a pagar la manutención del animal mientras estuviera allí y entonces su amigo pareció incluso más encantado con el tema.
―Ya, yo estoy al borde de las lágrimas ―aseguró él, aunque por su sonrisa, deduje que bromeaba.
Al volver de llevar al animal, Abril y Nick habían salido corriendo prácticamente, dejando a la niña en brazos de Jason. Y a mí se me había escapado una risa por su huida. El resto de la tarde estuvimos jugando con ella a juegos de mesa. Abril había dejado la cena preparada, así que cenamos los tres, y luego Jace la acostó, mientras yo admiraba el fuego de la chimenea.
Jason volvió después con dos copas de vino y se sentó a mi lado. Y el vino era otra de esas cosas que yo no había probado nunca. En general, no había probado más que el champán y un trago de algo raro que me había dado Jason después del ataque de la serpiente.
Sin embargo, aquella semana era para probar cosas y tener una vida normal, así que le di un trago con curiosidad. Sabía afrutado, pero me pareció delicioso.
―¿Qué tal tu primer día en el loco mundo de mi familia? ―bromeó él.
―Probablemente, sin contar el último mes, el mejor de mi vida ―reconocí, dándole otro trago.
―¿El ataque de la serpiente fue mejor? ―Fingió escandalizarse y a mí se me escapó una risa muy suave.
―Sí. Incluso que me disparasen fue mejor que mi vida normal ―confesé en un susurro cómplice―. Creo que no debería beber...
―Emborracharse forma parte de la vida normal... Pues iba a hacerte un regalo, pero si ya ha sido un día genial, lo dejo para un día más de bajona.
―¿Un regalo? ―pregunté emocionada, dejando la copa de vino en la mesa baja y extendiendo las manos hacia él.
Jason se rio un poco, pero se levantó para ir a buscarlo, dándome un beso en el pelo. Yo me mordí el labio y tiré un poco de mi camiseta para que pareciese que tenía más escote, mientras trataba de recordar los consejos de Hebe.
El paquete azul apareció en mi campo de visión antes que Jason, que lo apartó de mí y no me dejó cogerlo, mientras se sentaba a mi lado. Yo le miré mordiéndome el labio, con curiosidad. No es que los regalos me emocionasen mucho, porque nunca me habían regalado nada que yo quisiera, salvo cuando mi padre me había dado la habitación para pintar. Pero sabía que un regalo de Jace sería especial y diferente, como él.
―Si te gusta mucho... ¿Qué me llevo yo? ―bromeó un poco, o quizá no, estaba serio. A veces no sabía que esperar de él.
―Es un regalo, creo que el objetivo no es obtener algo a cambio.
―Llevas razón ―se rio entonces, pasándome el paquete.
Yo le dirigí mi mejor sonrisa, antes de rasgar el papel de regalo. Dentro había una caja común de cartón sin dibujo ni nada.
―¿Es algo salvaje? ¿Un cocodrilo? ―bromeé un poco, pero me preocupó ligeramente.
―Ojalá. Ábrelo, anda. ―Se rio con ganas de mi idea.
―Primero promete que no hay nada vivo.
―Lo prometo.
Tiré de la tapa de la caja, para encontrarme una cámara de fotos. No, una no, mi cámara de fotos. No me costó reconocerla, porque tenía un arañazo en el lateral y una marca de pintauñas de una ocasión en la que había tenido que hacer una foto a un pajarito con la manicura recién hecha.
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Las consecuencias de tus mentiras -PSM 3- *COMPLETA* ☑️
RomanceTodo lo que Jason ha querido siempre es cuidar de animales salvajes. Por eso cuando acabó la cerrera de veterinario silvestre cogió una mochila, llena de esperanzas e ilusiones, y se fue a África sin planes, pero con muchas ganas. Porque lo único qu...