Capítulo 23.- De comidas familiares

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Me miré poco convencida al espejo de cuerpo entero de Abril. Hebe había elegido el vestuario para mí, para ir a comer con su familia, y estaba segura de que no era un atuendo que yo elegiría para ir a conocer a la familia de nadie. Sin embargo, Hebe parecía muy convencida.

De hecho, miré los vaqueros, que tenían más roto que tela y acababan en mis tobillos, dónde llevaba unos zapatos con mucho tacón, con desaprobación. Para arriba llevaba una camiseta de manga larga, ajustada que acababa en mi cintura, de forma que si me movía se me veía la tripa.

Además, Hebe me había maquillado un poco y con el pelo liso, casi no reconocí el reflejo de mi espejo. Parecía... una chica normal, supuse. No la Walsh que tenía que casarse con un desconocido. Casi parecía alguien que podía ser la novia de Jason.

―Y lo más importante de todo, Amy ―llamó mi atención Hebe, pasándome un abrigo que también habíamos comprado, igual que todo lo que llevaba puesto y la montaña de bolsas que se acumulaban en la habitación―, es que no te acuestes con Jason.

―¿Cómo que no? ―pregunté sorprendida, y quizá demasiado ansiosa. Me sonrojé intensamente solo por pensar la idea que se estarían haciendo de mí.

―Verás, Amy. ―Hebe me sujetó las manos y me hizo sentarme a su lado en la cama de Abril.

―Hemos quedado a las dos y son casi las tres, Hebe ―la cortó Abril.

―Pues que esperen ―replicó ella―. La clave para conseguir que un tío haga lo que tú quieras, es que esté deseando follarte ―explicó Hebe―. Y una vez que lo hacen, pierden interés... Así que cuantas más ganas tenga Jason de llevarte a la cama, y más le cortes tú, más conseguirás que obedezca todos tus deseos.

Miré a Abril que, pese a que se había sonrojado, parecía de acuerdo con su hermana, porque no la corrigió y no dejó translucir ningún sentimiento.

No me dejaron procesarlo mucho más, porque Hebe volvió a tirar de mi mano y nos fuimos a comer con su familia. Por lo que me habían dicho íbamos a casa de sus tíos, que vivían en la misma calle.

Yo no logré relajarme en el escaso camino hasta allí. Estaba de los nervios. ¿Y si no le gustaba a su familia? ¿Y si no le gustaba a Jason? ¿Y si se daba cuenta de lo que pretendíamos? ¿Era una idiota por querer nada más con él?

El sonido del timbre me sobresaltó un tanto, y una mujer morena nos abrió la puerta enseguida. Debían estar esperándonos.

―Por fin, chicas ―celebró con una sonrisa―. Estaban empezando a plantearse comerse a ese bicho que ha traído Jace ―bromeó, saludando a las chicas con besos en las mejillas. Luego me saludó de la misma manera como si me conociera de toda la vida―. Soy Lucía, la tía de Jason.

―Amy ―respondí tímida.

―Pasad, pasad. ―Se apartó de la puerta para que pudiéramos hacerlo, y Abril volvió a apoyarme la mano en la espalda para guiarme hasta el salón del chalet.

Jason estaba junto a la cristalera que daba al patio del amplio y luminoso salón comedor, charlando con una chica guapísima. No pude evitar pararme un poco, aunque no sabía de qué me extrañaba, hasta en África se las había arreglado para encontrar chicas que babeasen por él.

―No te preocupes, si Nora estuviera en el mercado, ya me la habría quedado yo ―bromeó Hebe, que parecía haberse dado cuenta de mi tensión.

―Un grupo de monjas estuvieron a punto de sacarme los ojos porque se pensaban que estábamos casados... Yo no menospreciaría el poder de tu hermano ―bromeé un poco, sin muchas ganas y algo celosa.

Las consecuencias de tus mentiras -PSM 3- *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora