Primera Cita

536 40 8
                                    

Se suponía que debía verlo a las ocho y así fue, a las ocho en punto estaba en la puerta de mi edificio. Amaba a la gente puntual, como si este chico no pudiera ser más perfecto.

—Te traje un ramo de zanahorias.—me entregó el pequeño ramillete de zanahorias y me eché a reír.—No me gusta regalar flores, me parece que es una forma de malgastar el dinero, prefiero dar cosas más útiles y sanas...como zanahorias por ejemplo.

—Lo aprecio mucho...de hecho me encantan las zanahorias.

—Lo sé, lo leí en tu perfil.—rió mordisqueándose el labio.—Tuve que stalkearte un poco para conocerte mejor.

—¿Eres un acosador?.

—Se escucha muy feo si lo dices con ese tono. Digamos que soy un admirador.

—Eso no lo hace menos creepy.—reí mirándolo fijamente.—Te ves bien...

Estaba guapísimo y lo peor del asunto era que seguramente se había tardado tres minutos en arreglarse, esas eran las ventajas de ser guapo.

—Tú no te ves nada mal.—me recorrió con la mirada.—¿Nos vamos?.—asentí y caminamos juntos hasta su camioneta.

Me abrió la puerta del copiloto y se lo agradecí con una sonrisa, lo vi rodear la camioneta y se subió a ella encendiendo el motor.

—¿Cómo te fue en tu primer día?.—pregunté para sacarle conversación.

—¿Cómo profesor, dices?.—asentí mirando hacia su dirección.—Bien, es algo totalmente nuevo para mi pero creo que me fue bien...¿a ti?.—me miró rápidamente mientras conducía.

—Creo que bien, es la primera vez que le doy clases a chicos más grandes, estoy completamente fuera de mi zona de confort.

—¿Bromeas?, si estabas nerviosa ni siquiera se te notó, estuviste espectacular y hasta ganaste algunos fans.—reí apoyando mi cabeza del asiento.

—¿Cómo terminaste trabajando ahí?.—quise saber mientras observaba su perfecto perfil.

—Me ofrecieron la vacante y como estoy en ese proceso de establecerme y todo el cuento...creí que sería buena idea comenzar por ahí, aunque con esa paga no creo que sobreviva mucho tiempo.

—Bienvenido al sueldo de los profesores.

—¿En serio vives de esa paga?...—preguntó incrédulo mientras apartaba la mirada del camino para prestarme atención.

—Bueno...la verdad es que no, de todas formas no lo hago por el sueldo, me gusta enseñar.

—Por amor al arte.—sonrió volviendo su vista a la carretera.

El camino se me hizo corto porque íbamos hablando de distintos temas tan interesantes que por un momento perdí la noción del tiempo.

Me encantaba escucharlo hablar, a veces, me quedaba callada para no interrumpirlo, era demasiado enriquecedor y nunca creí que me sentiría así con alguien.

Nuestra primera cita fue memorable y sólo pude reírme cuando vi el letrero del lugar a donde me había llevado.

A una clase de baile.

—La otra noche en la fiesta me di cuenta de que lo del baile no era lo nuestro así que, pensé que sería buena idea aprender algunos pasos y así en la próxima fiesta no hagamos tanto el ridículo.

—Que lindo que te incluyas para no hacerme sentir mal.—él se echó a reír y negó con la cabeza.

—¿A caso no notaste lo terrible que bailé esa noche?, pensé que te ibas a ir corriendo.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora