No Me Olvides

307 34 37
                                    

Nos venían siguiendo, lo noté hace rato pero no quería abrir la boca para no alertarlo y ponerlo nervioso. Sólo podía rezar para que el auto fuera lo suficientemente rápido.

Otro auto se unió a la persecución y esta vez Luke, sí lo notó, miraba constantemente por el espejo retrovisor y lanzaba una groserías cada vez que intentaba perderlos pero volvían a encontrarnos.

—¿Te sabes otra ruta?—me miró rápido.

—Hay una por la colina—intenté buscarlo en gps—Pero esa carretera está cerrada, le están haciendo reparaciones.

Luke miró la dirección en el gps y asintió.

—Si seguimos esa ruta acortaremos camino, sujetate—aceleró el auto a todo lo que daba.

Íbamos tan rápido que en algún punto llegué a sentir que estábamos volando, el auto no tenía tanta amortiguación y cada vez le costaba más a Luke pisar el freno.

El primer auto que nos venía siguiendo nos alcanzó y se quedó junto a nosotros acercándose de vez en cuando para intimidarnos. Buscaban que nos detuviésemos pero eso no iba a pasar.

Debíamos atravesar un túnel muy estrecho y Luke aceleró todo lo que pudo para adelantarnos y pasar primero. El otro auto nos golpeó, pero Luke fue ágil y logró estabilizar el auto justo a tiempo para lograr pasar el túnel.

—Madita sea—gruñó al darse cuenta que al final había una valla y varios carteles que decían que la carretera estaba cerrada—Sujetate, Isa.

Podía escuchar el sonido del motor cada vez que Luke dejaba el pies en el acelerador y tenía miedo de que explotara en cualquier momento. El auto aun venía detrás de nosotros pero fue perdiendo velocidad.

Atravesamos la valla y me cubrí la cara por que pensé que uno de los pedazos que salieron volando atravesaría el vidrio.

Cuando me di cuenta de que el auto dejó de seguirnos quería gritar de felicidad y me quedé un rato observando hacia atrás por si acaso aparecía de repente.

Todo pasó tan rápido que las imágenes se repetían en mi cabeza en cámara lenta. Luke me gritaba una advertencia mientras maniobraba el volante, una luz cegadora me encandiló y el impactó de un auto que venía a toda velocidad hacia nosotros me aturdió logrando que me golpeara la cabeza con mi puerta y luego con el tablero.

Todo se nubló.

Es increíble como la vida te cambia en segundos...dicen que  cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene y sólo tardas un segundo en darte cuenta de que esa persona es lo único que necesitas para estar bien.

Y todo pasa en cámara lenta porque sucede tan rápido que tu cerebro no quiere perderse ni un sólo detalle de ese momento. Lo mismo pasaba cuando morías.   

Jamás voy a olvidar la primera vez que lo vi, tres segundos fueron suficientes para entender que era el amor de mi vida.

Los recuerdos que tenía junto a él comenzaron proyectarse, cómo si estuviera viendo una hermosa película, un sentimiento de nostalgia invadió todo mi cuerpo y mi pecho se contrajo. 

De repente comencé a sentirme asfixiada, mi respiración estaba fallando y no sentía mis extremidades.

Logré abrir los ojos lentamente, todo parecía estar tranquilo a mi alrededor, quise moverme pero un dolor agudo me lo impidió y me quejé cuando intenté levantarme. Mi mano estaba entrelazada con la de Luke y saqué fuerza de donde no las tenía para apretarla.

Comencé a llorar cuando lo vi junto a mi, tenía un horrible golpe en la cabeza y su nariz sangraba. Creí que estaba muerto, quería acercarme más a él pero algo me lo impedía, mi cuerpo estaba presionado contra el asiento y no podía moverme.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora