Morir Para Seguir Viva

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You should see me in a crown your silence is my favorite sound, watch me make them bow one by one
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La Isabela callada, tímida e inocente que todos conocían, había muerto.

Había sido asesinada el día de su coronación cuando le quitaron la poca fe que aun tenía en la humanidad. Nunca fui vengativa, despiadada ni mucho menos había odiado a alguien en mi vida.

Esa noche luego de llorar por horas y gritar hasta desgarrarme la garganta entendí que la única manera de acabar con todo eso era haciendo justicia. Yo era la reina de Dinamarca y se lo haría saber al mundo.

Cuando desperté en la mañana me sentía alguien nuevo, alguien diferente, el miedo se había disipado. Despedí a la mitad de los empleados porque no podía confiar en ellos y sólo dejé a los que mi padre había contratado.

Iba a recuperar el reino y comenzaría desde el núcleo.

Entré a la oficina de mi padre y una ira incontrolable me invadió todo el cuerpo al ver a Helena sentada en la silla que era de mi difunto padre, estaba revisando sus cosas tan animosamente que ni se percató de mi presencia.

Me aclaré la garganta y levantó la mirada lentamente.

—Oh, cariño...no te escuché entrar.

—Soy tu reina, que no se te olvide.—aclaré por si se le había olvidado.—Recuerda que referirte a mi de otra forma supone un castigo severo.—frunció el ceño y me recorrió con la mirada.—No tienes permitido entrar aquí, sin mi permiso.—se puso de pie.—Mucho menos sentarte en mi silla...otra falta gravísima.

—Escucha, su alteza.—dijo entre dientes y respiró profundo.—No quise faltarle el respeto, usted estaba indispuesta y alguien debía hacerse cargo.

—Le agradezco tanta empatía.—sonreí apenas.—Pero como ves, ya estoy dispuesta y capaz.—caminé hasta el escritorio sin quitarle la mirada de encima.—Tiene la entrada prohibida a este lugar del palacio, ya le he informado a los guardias, no puede subir aquí a menos que yo lo requiera.

—Niña insolente.—elevé una de mi ceja al escuchar su murmuro.—Eres una pobre niña ingenua, ni siquiera sabes que hacer con tanto poder...joven e inmadura. No duraras demasiado.

Mi mano impactó con todas mis fuerzas contra su mejilla haciéndola retroceder varios pasos hacia atrás, su mirada atónita mientras se sujetaba la mejilla me causó demasiada satisfacción.

Desde que la conozco siempre quise hacer esto.

—Respeta a tu reina, mira quien habla de insolencia.—me acerqué a ella peligrosamente pero se alejó dando pasos hacia atrás.—Ya que aquí adoran  los métodos medievales, entonces seré medieval con ustedes.—sentencie.—No te quiero ver aquí de nuevo, vete de mi palacio, si vuelvo a ver tu cara, cerca de aquí te juro que aprovecharé que la decapitación es legal y usaré la guillotina...mira que me muero por usarla.

Por primera vez, Helena no tenía nada que decir, en cambio pude ver el terror en sus ojos.

—¡Guardias!.—alcé la voz y tres guardias entraron al instante.—Los servicios de la señora ya no son requeridos en el palacio, por favor escoltenla a la salida y tiene el paso prohibido.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora