Callarme Jamás

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El rey Felipe de Dinamarca a muerto, larga vida al rey.
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Mi coronación, trajo mal augurio para el palacio y el reino se ennegreció.

Eso fue lo que me dijo Helena al verme llorar en el funeral de mi padre. Un lider del partido republicano arremetió contra él y contra varios guardias que me protegieron.

Cuando me desmayé todos pensaron que me habían disparado a mi tambien. Pero se soprendieron al enterarse que estaba sana y salva.

Estaba más asustada que nunca, no confiaba en nadie, duré encerrada en mi habitación varios días y la unica que permitía que pasara era mi madre. Ella estaba devastada, completamente desconsolada, ver a mi madre sufrir me desgarraba el alma.

Sin mi padre eramos demasiado vulnerables.

El consejo real anuló todo tratado que mi padre haría con los republicanos acusandolos de traición a la corona. La guerra era inminente, sin mi consentimiento ordenaron una persecución en contra todos los lideres y miembros del partido republicano.

Sentía que le había fallado a todos,el día de mi coronación pude ver como las personas estaban felices y me aceptaban como su reina, su fe estaba puesta en mi, yo juré ante ellos hacer valer la leyes y protegerlos...pero fracasé por mi cobardía.

Ni siquiera quería salir de mi habitación y aunque sabía que afuera había un caos, el miedo pudo más que yo.

Estaba haciendo mi plegaria de todas las tardes dentro de mi habitación cuando escuché que llamaban a mi puerta. Me sobresalté y apreté los ojos sintiendo como el miedo me invadía de nuevo.

Terminé mi plegaria persignandome y me puse de pie. Le quité el seguro a mi puerta y la abrí lentamente.

—Isa...—Me arrojé a los brazos de Shawn aferrandome a él con todas mis fuerzas y lloré desconsolamente.

—Esto es una pesadilla...—musité en un sollozo.

—Hay una revolución allá afuera, están cometiendo actos en tu nombre.—me separó de su pecho sujeandome por las mejillas.—Eres la reina, no puedes esconderte.

—No se que hacer...

—Habla con el consejo, diles que dejen de perseguir a gente inocente. Sí no haces algo pronto todo se vendrá abajo.

—¿Están persiguiendo al pueblo?.—pregunté escandalizada.

—Sí, todo aquel que tenga vinculo con los republicanos. Acusándolos de traición a la corona.

—Por dios...—se me hizo un nudo en el estomago y tuve que abrazar mi abdomen porque sentía como todo se revolvía. Sequé mis lágrimas y asentí con los ojos cerrados.—Voy hablar con ellos.

Sus brazos volvieron a rodearme y besó mi cabello.

—Tenemos que casarnos pronto para poder hacerme cargo de todo y tu dejes de estresarte...—me separé de él lentamente y lo miré a los ojos.

—¿Tú también me subestimas?.—frunció el ceño y negó rápido.

—No, claro que no lsabela, no fue eso lo que traté de decir.

—Fue exactamente lo que dijiste.

—Esto es demasiado para una sola persona y quiero ayudarte. Vine hoy a verte porque te extraño y porque lo que está pasando es horrible.—asentí suspirando.

—Lo siento...todo el mundo me subestima y creo que tenían razón. Mira todo lo que está sucediendo.

—Quiero ayudar pero no tengo la autoridad para dar ordenes...—sujetó mi barbilla.—No soy un oportunista, me conoces...te amo en serio y quiero lo mejor para ti y el reino y se que sabes que soy el indicado, por eso me elegiste.—asentí despacio perdiendome en sus ojos.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora