Hora del Té

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Todo estaba listo para mi cumpleaños.

La razón por la que lo celebraríamos en la embajada y no en Dinamarca era porque mi padre estaba un poco paranoico con todo lo que estaba pasando en nuestra nación y no quería poner a la familia en peligro.

Hasta que no tuviera una buena estrategia no quería volver.

Dinamarca estaba de luto por la muerte de la reina y por eso no quise hacer una fiesta por todo lo alto como lo había estado planeando mi familia, mi padre quería anunciar esa misma noche que me convertiría en la reina.

Por su puesto no podía ser reina sin un rey. Tenía un año para casarme luego de mi coronación, de no hacerlo, tendría que ceder mi corona.

Mi padre contactó a todos sus allegados y conocidos de las diferentes monarquías europeas.

Para que asistieran a mi cumpleaños y reunir a la mayor cantidad de príncipes y duques dignos de mi mano.

Toda mi vida creí estar lista para este día, me lo habían inculcado desde muy pequeña. 'Cuando cumplas veinticinco, deberás estar casada'.

Ellos me habían dado la oportunidad de hacer mi vida lejos, hacer música y vivir como quisiera, con la única condición de que cuando este día llegara debía cumplirles a ellos también.

Creo que pudo haber sido peor, al menos ellos me habían dejado salir de Dinamarca y hacer una vida normal. Quizás porque pensaban que era un capricho y que si me dejaban hacerlo descubriría que no encajaba y volvería a casa.

En mi familia era casi una ley estar casada antes de los veinticinco, pero ser reina era algo que no estuvo en mis planes...a medida que iba creciendo me contaron como funcionaba la corona, las diferentes casas reales y cual era mi lugar en la linea de sucesión.

Era casi la sexta en la línea pero en mi familia era la segunda, si mi padre llegaba a ser rey yo le sucedía.

Mi título de princesa era de nacimiento ya que mi padre era un príncipe, también por nacimiento. Pero nunca fui tratada como tal.

Siempre fui la oveja negra de mi familia y no todos estaban contentos con mi nombramiento.

—¡Amiga!.—Chloe vino corriendo hacia mis brazos abalanzándose sobre mi y reí sujetándome la tiara porque estuvo a puto de tumbarmela.

La estreché con todas mis fuerzas sin importarme que estuvieramos rompiendo con todos los protocolos.

—Gracias por venir, te extrañé muchísimo.

—Tengo un montón de cosas que contarte del mundo exterior.—dijo al separase de mi escanendome por completo.—Wow, eres como esas princesas de Disney.—reí y volví a abrazarla de nuevo.

—¿Quieres tomar el té?

—Siempre quise tomar el té con la reina.—lo dijo soltando una carcajada que retumbo en todo el recibidor del palacio y le cubrí la boca evitando reírme yo también.

—La gente aquí es muy pesada.—expliqué haciendo una mueca.—No todos están felices por mi coronación.

—¿Qué? ¿Por qué?.—suspiré mirando a todas partes y la tomé de la muñeca para ir al jardín.

Nos sentamos en la mesa que había mandado a preparar para pasar la tarde con Chloe tomando el té. Desde que le confesé a mi amiga de donde venía ella se obsesionó con cosas de la realeza y para ella todo esto era como un sueño.

Lo pude notar en su cara risueña que detallaba cada cosa en el jardín.

—Parece versalles.—dijo mientras se sentaba y tomaba uno de los macarrones franceses que estaban en un plato.

—El de Dinamarca es más bonito.—le agradecí a la camarera que nos sirvió el té y ella se retiró haciendo una reverencia.

—Podrás ser la reina y todo pero no te saludaré con reverencias si te he visto desnuda tres veces.—me cubrí la boca evitando que una carcajada se me escapara.

—Aun no soy reina pero mi padre ya mandó a hacer estampillas.—tomé una mini dona y la comí de un bocado.—¿Cómo está Michael?.

—Está que no puede creerlo.—negó probando su taza de té y arrugó la frente.—A esto le falta azúcar.—reí pasándole la azúcar.—Y luego comenzó a decir que todo encajó en su cabeza, que por eso eras tan refinada aunque usaras vans...

—Mis vans.—hice un puchero.—No sabes como extraño mis vans y mis converse.

—Puedes usarlos, sólo ponte vestidos que te cubran los pies.—asentí con una sonrisa y le di un sorbo a mi taza de té.

—Chloe...—llamé su atención.—Le dije a mi padre que Luke es un asesor político y le mentí diciéndole que tú me lo presentaste porque trabajó en la campaña de tu padrastro...

—¿Qué?.—frunció el ceño.

—Lo sé...fue lo primero que se me ocurrió.—me mordí el labio.—¿Crees que puedes conseguir documentos que respalden mi historia?.

—Isa...—negó bajando la taza.—No tengo contacto con mi padrastro y si así fuera, Luke no trabajó para su campaña, ¿cómo se supone que voy a conseguir tal cosa?.

—Falsificando.—la miré suplicante.—Mi papá no lo sabrá a él no le interesa la política de este país, pero si va a querer ver la hoja de vida de Luke.

—Esto es una mala idea Isa...

—Si no estuviera tan desesperada no te pediría algo como esto.—Chloe suspiró y asintió un par de veces.

—Vale, lo haré.—sonreí y tomé sus manos sobre la mesa.

—Gracias, eres la mejor. Mi hada madrina.—Chloe se echó a reír.

Sólo asegurate que Luke quiera esto tanto como tú, Isa.

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𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora