Dios Salve A La Reina

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Juro lealtad y honestidad, cumplir las leyes, hacer valer la constitución y defender la fe. Dios bendiga a la reina y me guíe en mi deber.
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La conversación con mi madre me quedó sonando, nunca imaginé que ella pudiera darme un consejo como ese, si siempre decía que debía ser obediente.

Antes de salir de mi habitación me arrodillé e hice una plegaria. No era muy religiosa pero en ese momento necesita fuerza, mi vida estaba a punto de cambiar, me convertiría en la reina de Dinamarca y sólo podía pedirle a dios que tuviera misericordia de mi.

Salí de mi cuarto y las doncellas me siguieron hasta el carruaje que me llevaría hasta el palacio de la coronación.

Fue duro ver a otra persona en el lugar donde debería estar Luke.

Ahí estaba Shawn, esperando por mi, con su traje ceremonial y su perfecta sonrisa que me trasmitía calma. Nuestro compromiso se hizo oficial el mismo día que llegué a Dinamarca y mi padre dio la conferencia.

No podía ser coronada si no estaba prometida o casada y elegí a Shawn. El sueño de mi padre se hacía realidad y yo me sentía una marioneta.

Subí al carruaje con su ayuda y me dedique a observar todo el recorrido mientras la guardia real nos escoltaba hasta el palacio de Amalienborg.

―¿Estás nerviosa?.―preguntó Shawn mientras me sujetaba la mano, miré nuestras manos juntas y luego lo miré a él.

―Nerviosa no estoy...asustada, tal vez.

―¿Asustada por qué?.―llevó mi mano hasta sus labios y le dio un beso.

―En un momento seré una de las personas más poderosas del planeta...me da miedo tener tanto poder y no saber qué hacer con el.

―Para eso me tienes a mi, para apoyarte.―sonrió contra mi mano.―Serás mi reina, lo haremos juntos...no temas.

Nos miramos fijamente por un momento y le sonreí. Le di un corto beso en los labios y apoyé mi cabeza de su hombro disfrutando de su agradable presencia.

Cómo me encantaría corresponderle, desearía poder hacerlo, pero yo sabía que eso nunca iba a suceder porque mi corazón se había quedado en Nueva York en las manos de la única persona que quisiera que estuviera a mi lado en este momento.

Llegamos al palacio y uno de los guardias abrió la puerta del carruaje luego de que todas las personas que habían ido a presenciar mi coronación, entraron al lugar.

Mi coronación estaba siendo trasmitida por todo el mundo, reporteros, camarógrafos y fotógrafos de todas partes nos esperaban en la entrada del palacio.

Era la primera coronación real de este siglo y todo el mundo quería presenciarlo.

Shawn y yo bajamos juntos del carruaje y nos tomaron varias fotos. Entramos al palacio, seguidos de mi cequito y acompañados por las exquisitas notas de Salieri tocadas por la orquesta real, nos daban la bienvenida al palacio.

Comencé a ponerme nerviosa al ver a tantas personas. Todos los monarcas del mundo estaban vistiendo sus uniformes ceremoniales y vinieron a presenciar mi coronación.

Shawn se fue a su lugar, junto al Duque de Luxemburgo y yo tenía que atravesar sola el pasillo. La guardia real desenfundó sus espadas y las alzaron a medida que yo iba caminando como símbolo de devoción hacia la reina.

Mi padre estaba esperándome junto a mi trono, su mirada de orgullo me sacó una sonrisa y dejé de tener miedo.

Tenía la constitución en su mano, esperando por mi juramento. Cuando llegué a la tarima, las doncellas se encargaron de quitarme la capa y los guantes y luego me colocaron la túnica ceremonial.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒃𝒆𝒇𝒐𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒐 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora