2. Te vas conmigo o me voy contigo

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Si una cosa he aprendido en mi vida es que la gente es estúpida

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Si una cosa he aprendido en mi vida es que la gente es estúpida.

Es una cualidad inherente de la humanidad, no me excluyo porque sigo siendo persona, pero al igual que con los talentos, defectos o belleza, hay unos que tienen más estupidez que otros.

En este caso dejaré a la percepción personal el juzgar si fue más estúpido el chico ese planeando saltar de una azotea a las once de la noche, o yo, que en pro de no dejar que cayera, arriesgué literalmente mi vida.

Bajé del bordillo con cautela y aparentando que no me asustaba el maldito abismo, caminé unos metros hacia atrás procurando dejar la mayor cantidad de espacio entre la muerte y mi miserable vida, y esperé a que el idiota llegara a mí.

Cuando ya supe que estábamos a salvo le di un puño en el hombro que aparte de sorprenderlo, lo hizo tambalear.

—¡Auch! —Su jadeo hizo un vaho frente a su cara por el frío que hacía—. ¡¿Qué te sucede?!

—¿A mí? Ibas a lanzarte al vacío, estúpido, ¿qué sucede contigo?

Me miró perplejo, indignado, pero yo no estaba para la formalidad de sonreírle.

—Tú... tú ibas a lanzarte también... —Su gesto pasó por varias gamas de incredulidad hasta que llegó el gesto de que ya había deducido la verdad—. No te ibas a lanzar, ¿verdad?

Dio un par de pasos para alejarse de mí.

—Claro que no.

—Me mentiste.

—Claro que sí.

—Todo lo que me dijiste era mentira.

—Claro que no, todo es cierto, pero no por eso me voy a suicidar.

El cruce de palabras nos dejó en un silencio tenso. Erick miró hacia el bordillo donde había estado sentado y luego me miró a mí con el gesto serio y ofendido.

—Deberías irte ya.

—¿Y dejarte a que te lances? —Intenté ablandar un poco mi gesto para que no me viera a la defensiva—. Vamos, no quieres hacer esto. Hay más soluciones, esto es solo una solución precipitada y sin reversa. —Me pasé las manos por el cabello, había bastante espacio entre nosotros como para que él pudiera echar carrerilla y lanzarse así que fui dando cortos pasos—. Puedes buscar ayuda...

—Tú no sabes nada, no debes meterte en vidas ajenas —espetó.

Miró de nuevo el bordillo y vi la intención en sus ojos de volver a donde estaba así que de un salto me atravesé en su campo visual. Sus cejas estaban juntas al medio, estaba enojado, frustrado, triste.

—No lo hagas —supliqué, endulzando el tono—. Por favor. Hay formas de mejorar, sé que parece que no hay salida a tus problemas, pero la hay... esta no es... —Mi garganta se enredó entre la tensión del momento, el frío de la noche y los recuerdos que me herían, así que hice una pausa para evitar a toda costa el llanto—. Erick, no lo hagas.

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora