24. Amigos maravillosos

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Mi plan al pensar en la feria para ir con James era subirme, usar, jugar y comer de todo, pero don entusiasta no me acompañaría a muchas de esas cosas así que nuestra visita allí fue más que todo para recorrerla de arriba a abajo, comiendo varias ...

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Mi plan al pensar en la feria para ir con James era subirme, usar, jugar y comer de todo, pero don entusiasta no me acompañaría a muchas de esas cosas así que nuestra visita allí fue más que todo para recorrerla de arriba a abajo, comiendo varias cosas pero sin montar en nada. No me molestaba, sin embargo, porque con Isabel, Andy y Alicia subiendo en todo, me dejaban rato para estar con él a solas y charlar.

—¿Las teorías del amor te vienen bien en la mañana o en la noche? —pregunté mientras veíamos a los demás entrar al castillo de los espejos; nosotros nos sentamos en una banca cerca de ahí. James me miró sin entender mi pregunta—. La película. Iremos el sábado. ¿Ya lo olvidaste?

James desvió la mirada; estiró sus piernas para cruzar un tobillo sobre el otro y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta negra. Tardó tantos segundos en responder que llegué a pensar que de verdad lo había olvidado.

—No lo tenía muy presente, honestamente.

—Pues no te librarás de eso. Te prometí palomitas. Si quieres puedes invitar a tus amigos.

Negó con suavidad.

—Mejor no.

No dio explicación del motivo, pero decidí no cuestionarlo, eran sus amigos después de todo.

—¿Y entonces? ¿Mañana o tarde?

—A Martina no le gustan las películas de romance —respondió, dejándome el asunto pendiente—. No mucho, al menos y por ahora.

No fue muy sutil como para no darme cuenta de que me cambiaba el tema a propósito, de que evadía pensar en nuestra "cita". Me pregunté si pensaba sacar alguna excusa a último minuto o si prefería primero mirar sus planes para el sábado ahora que Alicia los había visitado, antes de darme una hora. Quise retomar el tema pero James en esa banca se veía incluso alegre y la charla había sido bonita desde que nos encontramos así que no quería que mi insistencia y su inclinación por negarme respuestas cambiara ese ambiente entre nosotros.

Decidí seguirle la idea.

—¿Y eso? Tiene la edad de fangirlear con historias de amor.

—Hace poco tuvo su primer corazón roto —comentó con media sonrisa, lo que me hizo pensar que no se sentía mal por ella más que divertido—. O bueno, lo que una adolescente puede llamar corazón roto.

—Los corazones se rompen en todas las edades.

—Sí, pero al ser el primero luce como una enorme tragedia para ella. En fin, dice que las historias de amor deberían ser ciencia ficción porque nadie en la realidad da todo por una persona. Para ser justo con ella, ya creía parte de eso antes de su decepción, solo que ahora se le reforzó la idea.

—Yo sí creo que hay personas que dan todo por amor.

James apretó los labios pero negó con la cabeza casi imperceptiblemente.

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora