❝James no tiene deseos de vivir, pero Zoe se cruza en su camino y le pide dos
semanas para hacerlo cambiar de opinión.❞.
****
Zoe Collins brilla por su optimismo, su buena actitud y su preferencia por tener seis empleos divertidos que disfruta a...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La buena energía que había en la boda me ayudó a olvidar pronto el disgusto que había tenido con James un rato atrás. Intenté concentrarme en atender las mesas de los invitados, en mantener las copas de whisky llenas y de mostrarme amable cuando alguien me dirigía la palabra.
Solo en momentos fugaces pensaba en James y en su forma de besarme, que lejos de ser memorable por buenos motivos, fue como una señal en rojo vivo neón de alerta que mi cerebro recibió al sentirlo tan cerca. Una advertencia sencilla pero radical: no dejes que James cale más hondo en ti. Lo malo fue que con esa advertencia también sentí que ya era tarde, que James ya estaba tan metido en mi ser como quise evitarlo.
Me sentía estúpida y más aún porque no podía culparlo.
Cada vez que mi mente pretendía divagar más al respecto, me encargaba de ocuparme de otra cosa. No podía pasar toda la noche pensando en maneras de retomar una amistad con James luego de que me besara; ya tendría otro día para eso.
O eso creía.
Llevaba solo una hora en el salón donde la fiesta de la boda se celebraba cuando recibí una llamada de Alicia. Me resultó extraña y no me dio buena espina, así que esquivé a un par de mis compañeros para meterme tras una esquina silenciosa y contestar.
—¿Hola?
—Hola, Zoe. ¿James de casualidad está contigo?
—No. Yo sigo acá trabajando.
—¿Has hablado con él?
—No desde que dejamos el puente. ¿Por qué?
—No contesta mis llamadas y no ha llegado a casa. Quedamos con Andy de vernos todos acá, por eso se nos hace raro.
No pensé nada malo, no quise pensarlo... pero mi corazón por cuenta propia se aceleró, acrecentando mi mal presentimiento.
—Quizás paró a comer a algún lado.
—Él no deja su teléfono lejos cuando va a comer.
—Aún llueve —intenté de nuevo—. A lo mejor está cerca del Puente esperando que baje un poco para no mojarse tanto.
Alicia guardó silencio y aunque yo tampoco dije nada, sé que compartíamos una angustia similar.
—¿Por qué se fueron ustedes antes? ¿Qué pasó?
James podría molestarse si le decía pero no pensé eso en ese momento, así que preferí decirle la verdad:
—Tuvo un ataque de ansiedad en la feria. No me dijo por qué pero cuando lo encontré insistió en que no quería que Andy lo viera así, dijo que nos fuéramos, que necesitaba un poco de aire y que quería que lo acompañara. Estuvo un buen rato recuperándose y luego hablamos normal... luego discutimos y llegaron ustedes así que me fui.
