12. II ... e izquierdos

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PARTE II

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PARTE II

Cuando cambiamos por novena vez de mesa, Erick estaba más animado, lo cual me alegró porque ya parecía que estaba feliz de estar allí. Tomaba con más entusiasmo las actividades y sonreía sin reprimirse a cada segundo. En la mesa diecisiete, nuestro décimo turno, era momento de tomar la baraja de tarjetas triangulares, el anfitrión explicó que era una ronda relámpago de preguntas, de las que debíamos contestar en un segundo con lo primero que se nos viniera a la cabeza.

—¿Listo? —dije, partiendo la baraja de triángulos en dos y dándole la mitad. Tomó la suya y asintió—. Empiezas.

Tomó aire y leyó la primera:

—¿Qué crees que le hace falta al mundo?

—Más respeto. —Leí la mía de inmediato—. ¿A qué edad diste tu primer beso?

—Catorce. ¿Tienes alguna manía?

—Colecciono volantes sin razón alguna —dije. Rio entre dientes, seguí con la mía—. ¿Algún sueño poco ambicioso para cumplir?

—¿Morir cuenta?

—Claro que no, idiota.

—Entonces hacer un ángel de nieve, nunca los hice de niño y me arrepiento. —Me enterneció un montón y mi sonrisa debió decírselo, por lo que no dio tiempo y leyó otro triángulo, casi riendo—. ¿Qué vino antes, la gallina o el huevo?

—La gallina.

—¿Por qué?

—En la Creación Dios no andaba haciendo huevos, andaba haciendo animales. Luego de eso es mera lógica reproductiva. —Me miró con una ceja enarcada, quizás pensando que mi justificación era tonta. Continué:— Di tres características positivas y tres negativas de tu compañero... supongo que habla de mí.

—Es buena hermana, tiene mucho entusiasmo y canta bonito. Las malas... su ex.

Solté una carcajada que le fue contagiada.

—Juro que creí que ibas a decir cosas como "es un fastidio, una intensa, una que no acepta un no como respuesta".

—Ya las dijiste tú, eso cuenta. —Me sonrió de lado, burlón y blanqueé los ojos. Sacó otra de sus tarjetas—. Si yo fuera a convertirme en tu mejor amigo en todo mundo, ¿qué crees que es importante que debo saber?

—Que mi tipo de sangre es B negativo, que cuando muera quiero ser cremada y que no me gusta que me regalen ropa, prefiero escogerla yo. —Tomé otra tarjeta—. Si supieras que... —Leí bien la nota antes de decirla y negué con la cabeza—, no, esta no. Tomaré otra.

—No, ¿por qué? Eso es trampa.

—No me gusta esa.

—No importa. —Estiró rápido la mano y me arrebató la pregunta, al leerla mentalmente, soltó una risa animada, luego la dijo en voz alta—: Si supieras con certeza que en una semana vas a morir, ¿qué harías con tus días restantes? Es como destinada para mí, ¿no te parece?

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora