16. Llanto acumulado

8.2K 1.4K 755
                                    

Lili había llegado a la cafetería de la señora Juana hacía un buen rato con la excusa de tomarse una soda; desde que la vi tenía las ganas de explotar para contarle muchas cosas, pero justo mi jefa se retrasó con su salida de siempre a mitad de mi...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lili había llegado a la cafetería de la señora Juana hacía un buen rato con la excusa de tomarse una soda; desde que la vi tenía las ganas de explotar para contarle muchas cosas, pero justo mi jefa se retrasó con su salida de siempre a mitad de mi turno así que me tenía muy vigilada.

A como tenía la mente de revuelta, ni siquiera me importó la visita de Dante de cada mañana a tomarse un café; en esta ocasión al menos iba solo y aunque eso en parte era tranquilizador para mí, fue una desventaja también porque se dignó a hablarme con aparente amabilidad.

—Estoy ocupada —le respondí a su saludo sonriente.

—Zoe, ¿podemos...?

—¿Hablar? No —corté, pasando por su lado para llevar un café a otra mesa—. ¿Necesitas algo más de lo que vendemos?

—No, pero...

—Entonces que tengas buen día.

Iba de nuevo pasando por su lado y me tomó de una muñeca, deteniéndome. De inmediato me giré, soltándome con brusquedad y dedicando a él una mirada directa y para nada amable, mirada que he de admitir jamás en muchos años le había dado.

—No me vuelvas a tocar.

—Vamos, Zoe, déjame hablar...

Si no fuera porque estaba en mi lugar de trabajo y alterarme de más me habría ganado un despido que no necesitaba, le habría tirado un tamal en la cabeza.

—Habla con tu madre. No me dirijas de nuevo la palabra.

Dante más que nadie sabía que yo no soy una persona grosera o agresiva y de seguro mi tono y ademanes le extrañaban mucho. Quizás si hubiera optado por hablarme otro día no habría respondido así pero esa mañana estaba alterada, confundida, enojada con muchas cosas ajenas a él y ya que él estaba ahí, mi mente decidió agarrarla en su contra.

—Zoe, no seas así...

Creo que jamás en mi vida he destilado tanto desdén en una mirada como en ese momento cuando lo observé; ni siquiera a mi zapato untado de mierda lo hubiera mirado con tanto asco.

Desde que habíamos terminado esa era la primera conversación en persona y relativamente larga que compartíamos, así que me sorprendió la facilidad con que pude despreciarlo. Muy dentro de mí a veces creía que tenerlo cerca y con ojos suplicantes haría que yo flaqueara mi voluntad pero al escuchar su descaro de reclamar a mi mala actitud lo único que sentí fue satisfacción de que ya no estuviéramos juntos. Casi me da risa el sentirme así pero no era momento de reír.

—Compra algo o vete, estoy trabajando.

—Zoe...

Me tomó de la muñeca con suavidad; una vez más me solté y exploté.

—¡Que te largues ya o llamo a la policía!

No noté que lo había dicho en tono demasiado alto sino hasta que sentí las miradas de los clientes y de mi jefa en mí. Lili, un par de mesas más allá, estaba sentada en todo el borde de la silla, posiblemente esperando por si era necesario levantarse en caso de que Dante se pusiera pesado. En parte el que ella estuviera ahí me dio un poco más de valor, sin embargo tenía el corazón en la garganta, mis manos temblaban y de por sí todo mi cuerpo estaba en modo vibración en una mezcla de adrenalina, rencor y vergüenza.

Del amor y otros vacíos •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora