Se reconoció totalmente perdida cuando no supo en qué dirección ir. Todo estaba muy oscuro.
Su mañana comenzó tan aburrida como de costumbre al darse cuenta que Hades no se haría presente así que dio por seguro que le daba el día después del esfuerzo de los anteriores tratando de recordar sus modales al presentarse con alguien nuevo —obviamente practicó con él y con Hécate— como recordar esa gracia al caminar, aunque era más difícil en esos zapatos que la hacían parecer más adulta.
Después de todo era un día normal con la gran oportunidad de volver a infiltrarse entre los pasadizos para estirar las piernas e ir a su escondite secreto. Un plan que le rebotó en la cara al tener malas cuentas en sus pasos y giros en los pasadizos.
Ahora estaba a la mitad de la nada hecha un mar de lágrimas esperando que alguien le ayudase a salir de allí.
Si no lloraba, gritaba por auxilio. Perséfone se había vuelto a perder, para variar.
Pensaba seguir caminando aunque no supiera a dónde llegaría de no ser por ese ruido que escuchó. Un ligero craqueleo.Perséfone arrancó toda la tierra y raíces que tenía por encima suyo hasta dar con Una superficies dura, rugosa, que dejaba pasar hilos de luz.
Golpeó hasta romper un pedazo y por fin salir del pasadizo recordándose que debía tener más cuidado.En un parpadeo se ubicó en el centro de la recepción del castillo, un lugar nada especial, pero muy transitado por esqueletos y almas. Limpió como si nada hubiera pasado, colocó los tablones de madera en su lugar por los que salió mientras que escuchaba cuchicheos a su espalda, algo muy normal que hacían las almas a pesar de que Perséfone nunca lograba entenderles pudo notar que esa voz era más latente a las demás. Se asustó ante la idea de Hades a su espalda pillándola en media avería.
Al acabar con una postura bastante forzada miró a nadie más que a su alrededor a excepción de una mujer que caminaba hacia ella.
Fueron sus ojos lo primero que la capturó, de un color verde pálido contrastando a esa larga melena azabaches enmarcando su rostro.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —No supo en qué momento tomó la libertad de acercarse tanto a ella para incomodarla al tomar un mechón de su cabello. Su filosa sonrisa se volvió en una notoria mueca al cruzar miradas—. Poca cosa con la que Hades despilfarra su tiempo, pero uno siempre vuelve a lo seguro. ¿No lo crees?
No contestó. Era innecesario y probablemente sus palabras serían más leña al fuego.
Perséfone se alejó de su tacto apartando su mano de su cabello. Las posibilidades de un ambiente aún más tenso no podían ser imaginables por los fantasmas presentes al ver esa escena.—¿Quién eres?
—Una amiga —habló con orgullo a pesar de que cada palabra que brotaba de su boca sonaba sucia, a falacias dichas mil veces.
—¿Qué haces aquí? —Esa mujer soltó una risa tan profunda al grado de arrepentirse de preguntar. La miró como si se tratase de un roedor.
Esa mujer no se trataba de un gato, sino de una boa y en ambos casos Perséfone se sentía como a un ratón.
—No creo que realmente quieras saberlo, niña.
La pequeña diosa bajó la mirada tratando de darle sentido a esas palabras. Una mentira a medias. Le recordó a aquella vez que su tía Hera la humilló en público por haber dicho algo incorrecto frente a las personas equivocadas. No había mucho de ello, como unos ciento veinte años, emocionada por ser su segunda vez en el Olimpo conviviendo junto a sus amigos Apolo y Artemisa.
La llamó de una forma que al principio pensó que era un cumplido, pero después de un par de gritos y que Deméter interrumpiera abruptamente su regaño llevándosela de allí para no volver nunca supo que no era lo que creía.
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K O R E
FantastikHizo de ella su deseo. Hizo de ella su mayor debilidad. Hizo de ella su reina. Hades x Perséfone Se prohíbe la copia y/o adaptación de esta obra. Arriba la creatividad chicos!!! #1 Inframundo 25/05/2020 #1 Medievo 22/10/2020 #2 Perséfone 17/08/2020