— ¿Entonces? —cuestionó Lucy de pie.
Busqué en mi gaveta que estaba al lado de la cama y las tomé, me giré y ella se acercó hasta a mí analizando lo que llevaba en mis manos.
—Son estas—se las entregué.
Ella se sentó al lado de mí y empezó a leerlas una por una, dándose su tiempo y sin demostrar ningún sentimiento, por lo que mi habitación quedó en silencio y yo trataba de pensar en que ocurriría.
Pero cuando menos lo pensé, ella dejó los escritos en la cama y miró a la nada mostrándose pensativa, como tratando de hallar una razón.
— ¿Lucy?—pregunté. Sin embargo, solo cuando ella quiso, habló.
—No deberíamos estar aquí—comentó simplemente.
— ¿Y dónde sí?
—En un lugar más seguro, lejos de New York.
Y me callé ante lo que dijo porque realmente no creía lo que insinuaba, era ridículo y sin sentido. Pero ella de la nada se levantó y empezó a sacar ropa de mi armario como si tuviera el derecho. ¿Qué se creía?
—Okay, detente un segundo ¿estás loca? —le exclamé y me acerqué a quitarle mis cosas, pero se opuso.
—Tenemos que irnos—fue más una orden que comentario.
—No, no puedo irme así, es ridículo y egoísta porque no solo me amenazan a mí, es a mi familia y no puedo abandonarlos—repliqué y le quité las camisas que había tomado.
Dejé mi ropa en mi cama para ordenarla después y ella quedó de pie con la misma mirada extraña, como frustrada.
—Dicen que matarán a cualquier familiar si continúas y ahora yo me encuentro aquí, ¿cuánto crees que falte para que el primero caiga? —Y su pregunta me dejó helada—. Por lo que a mí respecta, pienso que ellos ya saben quién soy yo.
— ¿Y quién eres?
—La persona que te está salvando el trasero—y se sentó a mi lado otra vez. Suspiró irritada, tocándose la sien y mirando al suelo—. No estamos seguras aquí. Te están amenazando y lo mejor que podemos hacer es irnos de esta casa—explicó esperando a que aceptara.
— ¿Qué hay de mi familia?
— ¿Con que lógica matan a alguien para manipular a una persona que no se encuentra?
Y tenía sentido, pero no me daba mucha seguridad. Estábamos hablando de irme, de abandonar todo, mis estudios, mi casa, mi familia y con una chica que conocía de hace poco. Estaba bastante clara de que me estaban amenazando, pero seguía siendo una locura, ni siquiera sabía que rumbo tomaríamos.
— ¿Por qué no llamamos a la policía?—pregunté.
—Es otro gran agujero. Los que te amenazan tienen a personas infiltradas allí—contestó sin ninguna duda.
— Y ¿cómo lo sabes?—le cuestioné y ella cerró la boca en una línea recta—. Dime, ¿cómo sabes esas cosas? ¿Cómo sabes que ellos tienen gente en la policía? ¿Quién se supone que eres?—volví a cuestionarla y ella volvió a estar en la misma posición.
—No puedo decirte en este momento—contestó recta. Y yo suspiré frustrada.
— ¿Cómo quieres que confíe en ti si ni siquiera sé quién eres? Te conozco desde hace un rato y porque tenías que entregarme aquello, pero del resto nada, sabes todas esas cosas, hackeas mi celular y dices que la policía no es segura —expliqué para hacerla razonar—, pero al momento en el que te pregunto de ti cierras la boca y aun así quieres que me vaya contigo a un lugar del que ni tenemos idea. Solo digo que, si quieres que confíe en ti, ¿por qué no confías en mí?—terminé y ella comenzó a jugar con sus dedos.
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Tratando De Encontrarte.
Novela Juvenil¿Qué harías si el amor de tu vida desaparece? Foto: @albamarina Silva.