Miré la hora en mi reloj de mano y eran las 3:28 de la tarde. Estaba en una cafetería muy linda con una temática musical; una de las mejores de New York por su buen servicio. Hacía bastante tiempo que quería venir, de hecho, ahora mismo se estaba presentando una banda de chicos cantando una canción envolvente.
—Aquí tienes—dijo el chico minutos después, colocando el café en la mesa.
—Gracias.
— ¿No querrá algo más?
—Estoy bien así.
—Bueno, cualquier cosa avíseme, estaré pendiente de lo que desee.
—Vale—le dije y con una sonrisa gigante me dejó.
Tomé el café entre mis manos y di uno cuantos sorbos mirando a través de la ventana. El sol estaba radiante, el clima demasiado acogedor y los edificios se veían realmente bien desde allí, parecía ser un día perfecto. A lo lejos pude divisar a una familia numerosa entrar, se sentaron en una mesa grande y de inmediato una chica fue a atenderlos. Parecían divertirse mucho y me dio cierta nostalgia.
Terminé de tomar el café, dejé la propina en la mesa y me fui. Caminé unas cuantas calles hasta llegar al hotel en donde residía; era cómodo y no costoso, lo había investigado mientras estaba en el hospital y tenía un buen lugar lejos de mis padres y amigos, no estaba dentro de los mejores barrios, pero se mostraba confiable y hasta el momento mis cosas seguían intactas. Estaba a punto de abrir la puerta de mi habitación, pero un grito a mi lado me interrumpió y no pude evitar dirigir mis ojos por curiosa. Alguien estaba en el marco de la puerta de la siguiente habitación, no podía verlo bien pero parecía un chico muy alto.
— ¡No pueden vivir así! Puedo prestarles mi casa por unos días, pero no pueden aceptar esto—exclamó el chico y su contextura se me hacía familiar.
—Sé que nos has ayudado mucho, pero este no es tu problema. Déjalo así—le respondió otro hombre desde adentro.
—Es mi problema, somos amigos.
— ¿Y qué le dirás a tu padre?
—Cualquier cosa, pero no se queden aquí—insistió.
—Lo siento Christopher, esta es mi decisión—se opuso firme. La piel se me heló cuando dijo su nombre.
—Una asquerosa decisión déjame decirte.
—Pero es mía, así que si no me vas a apoyar en esto entonces lárgate de una vez.
—Jake...
—Adiós—le cerró la puerta.
Me quedé muda porque no sabía qué diablos acababa de presenciar. ¿Por qué ellos estaban aquí? ¿Por qué otra vez los tenía que volver a ver? No sé cuánto tiempo me perdí en mi mente, pero volví a reaccionar cuando él le pegó a la puerta furioso y se volteó en mi dirección dándose cuenta de mi presencia. Me había visto, me dejé ver.
—Ariana...—intentó decirme.
No sentí miedo, no sentí nada y fue extraño.
Lo analicé de pies a cabeza y vestía como lo caracterizaba, no había algo fuera de lo común pero su rostro me llamaba la atención, parecía no tener odio en sus ojos, más bien... miedo.
— ¿Qué haces aquí? —Me cuestionó pero lo ignoré, no podía responderle como una amiga, ni mucho menos como una conocida—. Ariana...
Terminé de abrir la puerta y entré sin decirle absolutamente nada, era un caos y no podía permitir dirigirle la palabra. Lancé mis cosas a la cama, encendí mi teléfono para ver la hora y así preparar todo nuevamente. Si me había visto tenía que irme ya y por eso cuando terminé, fui hasta la puerta, había pasado un largo rato y suponía que mi ex novio se había ido, por ello abrí la puerta y salí con confianza. Lo que no esperé fue verlo sentado al lado del marco, y en cuanto escuchó abrirse la puerta, se fijó completamente en mí, se levantó y no dijo nada, se quedó helado, como si hubiera visto un fantasma. No esperé ni me importó, empecé a caminar en dirección a la salida para irme lo más pronto de allí.
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Tratando De Encontrarte.
Novela Juvenil¿Qué harías si el amor de tu vida desaparece? Foto: @albamarina Silva.