005|Pomada de la campana.

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F.

No había hecho limpieza en el cuarto desde que llegamos. Puede parecer exagerado, pero he sacado toneladas de basura que hasta tuve que pedirle a la de intendencia que me prestara el cubo enorme de basura. Les caigo bien porque siempre les doy tips psicológicos para que les vaya bien en su vida de pareja, porque siempre vienen a mí a contarme sus problemas maritales. Es como hacer prácticas, muy divertido y fácil. Aunque a veces termino un poco traumatizado por las cosas que suceden en los matrimonios, es decir, vamos, soy solo un chico escuchando problemas de infidelidad, sexo duro (como ahorcamientos y masoquismo), violaciones, incesto y a veces golpes.

Pero bueno, tengo qué fingir que soy profesional y no me afecta tanta barbaridad que escucho. Tiro otros papeles más que ojalá en un futuro no me sirvan y desempolvo mis manos para llevarlas a mis caderas. Mi consultorio debe parecer profesional y la puta cama de Brendon es una mierda. Me provoca ansiedad.

- ¿Qué carajos estás haciendo? – oh, gracias al cielo.

Me asomo y veo que Brendon mira con aberración todo el desorden que estoy haciendo, pero ya saben lo que dice el dicho, para tener orden hay que empezar por el desorden. Entra a la habitación casi tropezándose con botes de plástico y se aplasta en la cama.

- Necesito que no estés aquí a partir de las seis.

Me mira con el entrecejo fruncido. Aunque también en la mirada se le nota que está sorprendido porque el piso jamás se vio tan limpio, ni mi escritorio. Inhala y se acuesta en su cama, justo encima de su mierda. No le digo nada, pero me provoca asco.

- ¿Traerás a una chica? Dejé condones en mi cajón, por si quieres.

- No – corrijo – tengo un paciente.

Se levanta, incorporándose entre sus cochinas sabanas.

- ¿Un paciente? – sonríe - ¿En serio alguien te va a pagar para que le digas sus verdades? Pensé que era broma.

Le aviento un bote de plástico que iba a tirar. Él me lo regresa, pero lo esquivo y después me agacho para levantarlo. Brendon sigue callado, seguramente pensando bien sus palabras de burla o de ánimo o de desánimo.

- Es gratis.

Su rostro decae, bufa, me quiere golpear.

- ¡Ah, pero hasta para eso eres imbécil! ¡El trabajo no se da gratis! Pareces idiota, ¿quieres vivir del servicio social?

- Bren—

- ¡No, no! Déjame hablar, déjame hablar. Aquí el de las finanzas soy yo. Si tu no cobras por tu trabajo, nadie te tomará en serio, de verdad Frank, no seas tonto, aunque sean cinco dólares, que no te cuesta na—

- Escucha, idiota. Yo cobraré cuando tenga mi puta cédula profesional. Y esa se consigue hasta que te gradúas, ¿si capta eso tu cerebro?, mientras tanto es ilegal. Tú no me puedes dar consejos de finanzas si apenas vas en segundo semestre Y reprobaste la materia de finanzas, así que mira mejor cállate y déjame a mí hacer mis putas cosas. Solo no estés a las 6 de la tarde y ya.

Me saca de quicio cuando quiere hacerse el sabelotodo y no le queda. Aunque debo simplemente dejarlo pasar porque "lo que te molesta, te acomoda" y eso es tan cierto, que me asusta y debo enfrentarlo. Sigo con mi limpieza de verano y abro las cortinas, haciendo levantar un polvadero del infierno haciéndonos toser como locos.

- ¡mierda! – dice Brendon entre tos – No mames, ¿hace cuánto no abrimos las cortinas?

- Nunca – toso.

Psicólogo Frank [Frerard] Y [Ryden] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora