006| Pelotita anti estrés.

248 39 40
                                    


- ¿Qué tal la terapia?

Brendon entra a la habitación a las 9 de la noche, interrumpiendo mi tarea: atrapar la pequeña pelota anti estrés que estoy rebotando contra la pared de enfrente.

- Bien – miento.

- ¿De qué fue?

- No puedo decir nada acerca de mis pacientes, es confidencial – mi voz es tan monótona como mi aburrimiento ahora. He intentado no pensar en nada y meditar, pero es evidente que desde que se fue Chester, eso no ha sido posible.

- Sí, pero tu dijiste que aún no eras psicólogo hasta tener tu cedula y yo no la veo. Así que... no hay nada confidencial hermano.

- ¿Puedes dejar de debatirme contra mis propias putas palabras?

- Te pones de pechito, hermano – se acuesta – Te ves mal, ¿seguro que fue bien?

- Estoy bien. ¿Y puedes dejar de decirme "hermano"? ¡Pareces idiota!

Brendon silva y arrebata la pelota anti estrés de mis manos. Cierro los ojos con pesadez. Maldita sea, yo sería feliz solo, enserio. Aprieto mis labios esperando a que se le quite lo pesadito, pero no sucede rápido. Se pone a rebotar la pelotita en mi frente diciendo: "¡Plop!" cada que ésta se estrella entre mis cejas. Mi cabeza da un ligero rebote hacia atrás cada que la esfera hace contacto con mi cráneo, pero aprieto los ojos intentando no pensar en arrancarle las amígdalas. Me molesta muchísimo no poder tener paz mental en esta jodida jaula.

- Si le doy al ojo malo, puntos extra – exhala, y la pelotita rebota cada vez más rápido en mi cabeza. Cada vez más cerca de mi ojo.

- Si le doy a tu bola izquierda, puntos extra – amenazo, imitando su estúpida apuesta.

Hago la finta de agarrarle las bolas y así de pronto se echa para atrás, riendo. Se me escapa una risa, porque pienso que su frente es demasiado grande y que la pelotita anti estrés tendría mucho lugar en dónde rebotar. Pero ese sentimiento e imagen divertida se esfuma al de pronto ver el rostro de Gerard pasarse por mis ojos, pero ha sido rápido, dos segundos de su rostro y ¡bam! Desaparece y vuelvo a ver a Brendon riendo frente a mí.

La seriedad se apropia de mí y me levanto para ir a mi escritorio y ver las pocas tareas que tengo, hay que ocupar la mente. Sí, hay que hacer tarea de escritura creativa. Hay que hacer... um... si... umm..., tengo que ver la película de La Naranja Mecánica. Tengo que... investigar acerca de las neuronas y—

Me siento en la silla del escritorio y cierro los ojos.

- Brendon – digo.

- ¿Eu? – ahora es él quien rebota la pelotita en la pared.

- ¿Recuerdas la otra vez que me dijiste que había millones de chicos y chicas babeando por mí? – pregunto.

Se queda pensando y yo lo miro a través de un arco que hago con mis manos.

- De mi carrera son cuatro chicas: Laura, Meena, Reina y Melisa – juguetea con sus labios – en clases de tronco común son como otras quince personas, ¿por qué?

Sonrío.

- ¡Ah! ¡Me lo estás presumiendo! – se ríe y me avienta la pelota. La atrapo y se la vuelvo a lanzar, y así comienza un juego entre ambos. El que la tire, pierde – cabrón.

- No..., solo quería pensar.

Así es, un buen perseguido tiene gente detrás. Un perseguido jamás tiene gente enfrente, molestando, impidiendo que continúe siendo un perseguido. Mi autoestima y percepción de la vida están altos, no me queda ser un perseguidor, simplemente no puede ser. Y lo que dice Brendon me lo confirma. Suspiro, porque sé que estoy bien, los números y estadísticas están bien. Sonrío para mí mismo. Yo jamás persigo a nadie, ellos vienen a mí. Todos quieren algo conmigo, todos me buscan, yo no los busco.

Psicólogo Frank [Frerard] Y [Ryden] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora