022|El drama que nunca falta.

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G.

Observo mis pastillas.

Ritalín.

No quiero tomarlas porque cuando termina el efecto me siento muy mal. Logro concentrarme, logro hacer cosas, logro sentirme normal, ¿pero a qué precio? Una por una las recojo y guardo en el frasco para encerrarlas completamente en el cajón de la mesita de noche. Cuando me volteo y veo mi habitación hecha un asco, prefiero salir a fumarme un cigarrillo.

No hay nadie, o al menos nadie se escucha. Así que todo está bien, no tengo que escuchar a Ray o Bob, menos a Khalil (que siento que me odia). Una vez encendido el cáncer, me recuesto en el césped del patio y puedo sentir la resequedad de mi piel y mis hundidos ojos rodeados por ojeras de tamaño colosal. Recuerdos del pasado me invaden desde ayer que Frank dejó mi habitación y el sonido sordo del vacío me inundó.

Es gracioso no querer depender del Ritalín pero sí de la heroína que me inyectaba antes de mi sobredosis. Además, soy un hipócrita. Solo me importa la autodestrucción.

- ¡RYAN! – escucho a lo lejos y me sobresalto. Es una voz desesperada, un grito de dolor puro dedicado a Ryan. Pero aquí solo estoy yo - ¡Ryan! – ahora se le sale un gallo y por más que intento reconocer quién demonios grita el nombre de mi compañero, no logro conjetar nada - ¡Necesito hablar contigo!

Apenas me levanto, palmeo mi ropa para quitarme el césped y camino hacia la puerta principal por el pasillo sin necesidad de meterme a la casa. Observo y veo a aquel chico con el que Ryan se acostó la otra vez. Ya recuerdo, pero no su nombre. Parece que no ha dormido en días y que lo ha pasado mal, incluso podríamos competir por quién se ve peor.

Hago ruido no intencional y ahora el que se sobre salta es él.

- ¡mierda, me asustaste! – me dice, pero no le contesto – has... ¿sabes donde está—

- ¿Ryan? No...

- Joder..., me lleva la verga – coloca sus manos frustradas en el rostro y lo talla con fuerzas.

- Uhm..., ¿Quieres un cigarro?

- Quémame con él, ¿quieres?

Alejo la cajetilla que le había acercado para que lo tomara, pero esas actitudes son peligrosas. Como he sabido siempre, no so y bueno con la gente, soy un retraído, y en estos momentos no tengo idea de cómo safarme de esta. Me atormenta pensar que de haberlo ignorado, seguiría fumando mi cigarrillo tranquilamente en el patio.

- Si quieres puedo pasarle el recado cuando regrese – me encojo de hombros. Me apetecería que se fuera ya.

- No..., gracias, está bien. Me gustaría decirselo en persona.

- Espero puedas arreglar tu problema – me doy la vuelta y regreso al patio. Esucho un ligero "gracias" y después el silencio.

No he visto muy contento a Ryan estos últimos días para ser sincero, y puedo casi asegurar que él tiene un poco qué ver. De todas formas, no soy idiota y no sé qué haya hecho Frank al respecto y definitivamente no quiero ser yo quien la cague, asi que solamente lo dejaré arreglarse solo.

Quiero ver a Frank, comienzo a sentirme ansioso.

F.

Nunca pensé que los pañuelos fueran para mí.

No sabía que eso podía llegar a pasar hasta que se convierte en algo palpable al ver al profesor Bladirov acercarlos a mí. Si, estoy llorando. Soy un psicólogo yéndo al psicólogo. Un médico con gripa, como diría Brendon. Seguramente si me viera se rería de mí el muy hijo de puta.

Psicólogo Frank [Frerard] Y [Ryden] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora