Doce promesas

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''Cuando mi alma saciaba en su angustia

de saber que en la vida solo estaba

cuando era oscura para mí la luz del día y mi vida sola y triste sollozaba

resentido del mundo y de su gente
doliente por infamias y mentiras
caminaba a con paso vacilante sin encontrar mis flores con dulzuras
levantaba mi vista hacia los cielos pareciéndome bordados de tisú
 

Cual si fuesen bordando mis anhelos formas de nube donde estabas tú.
Y busqué consuelo entre las nubes en días lluviosos como no sentí,
y encontraba mil formas de querubes y, en medio de ellos te miraba a ti.

Eras tú lo que anduve buscando, eras tú lo que guiaba mis pasos,
eras tú lo que estuve luchando
eras tú que esperaban mis brazos.

Te hallé, nuestros ojos cruzaron una dulce mirada de ansiedad y de amor
mis ojos, a tu alma dulcemente miraron, y los tuyos borraron de mi vida el dolor.

Nuestras vidas unimos, la dicha esperada llegó al mismo tiempo para nosotros dos
Nuestras risas dejaban al alma extasiada y caminamos juntos de la gloria en paz.
 

Te amo, pues sabiendo que el amor lo es todo, todo lo que siento te lo debo a ti.
Ahora veo la vida de distinto modo, solo veo alegría y amor para mí.
Eres crisol donde fraguan mis ansias de mirar al mundo lleno de ilusión,
eres el surco donde el agua escancias y bebo sediento lleno de pasión. 
 ''


— ¡Oh, es simplemente maravilloso! — Acotó su maestra, al igual que sus compañeras de clase. Kakashi levantaba la envidia incluso de sus compañeros por atraer tanto la atención de las chicas.
Todas podían suspirar por ese chico de cabellera blanca y de aura misteriosa, incluso maestras se sentían atraídas por él.

Las fechas románticas siempre eran un fastidio, pues las mujeres intentaban localizarlo para darle algún regalo especial. Chocolates, cartas, comida, etc.
Jamás rechazó los obsequios, pero sí les advertía que lo hacía por respeto y no por sentir algo especial. Era todo un rompe corazones.

— Ah...es un simple poema, ¿qué hay de especial en eso? — Obito, su buen amigo siempre intentaba bajar el perfil a las acciones de su amigo, o más bien, a los halagos de las mujeres.
— ¿De qué estás hablando? — Intervino Rin, ella tenía una sonrisa encantada debido al poema que recitó Kakashi.— Su forma de hablar, de interpretar el poema, he ahí la diferencia de recitar un poema, Obito.
— Pero yo también recité uno, Rin, y nadie suspiró por mí.
— Pues eres demasiado seco para recitarlos, ¿por qué no le pones algo de sentimientos?
— ¡Já! Tonterías, yo no hago esas cosas...
— Obito...— La maestra interrumpió al chico que conversaba ahí al fondo. El aludido se enderezó por la llamada de atención.
— ¿Sí maestra?
— Sal del salón ahora mismo. Debes respetar a tus compañeros.
— ¡¿Qué?! Pe..per...pero... ¡Ah, de acuerdo! — Se levantó de su puesto mientras refunfuñaba molesto para sí mismo. — Vieja loca, y cochina, además de andar mirando a Kakashi...todavía somos menores de edad, vieja sucia...
— Obito — Volvió a hablar la maestra ya con un tono más cantado— Te estoy oyendo. Ve a rectoría.
— ¡Mierda! — Alzó las manos en modo protesta en lo que iba a rectoría, no sin antes dar un portazo.
— Ah... No puedo creer que siga comportándose así. Este es su último año, me encantaría se comporte mejor y no dijera cosas indebidas. Ya está a punto de cumplir la mayoría de edad, y todavía es como un niño.—

Kakashi no prestó atención a la mujer, simplemente tomó asiento. Se ubicaba en el último banco del final del salón, tenía una maravillosa vista a las afueras del recinto.

La academia era un lugar simplemente maravilloso, tenía siempre mucha vegetación. Contaba con sectores comunes, áreas verdes, invernaderos, canchas, entre otras cosas. Una academia bastante exclusiva por lo demás. Familias de buen porvenir lograban estar ahí, aunque, era bien sabido que el dinero no hacía el rendimiento del estudiante, por ende, aunque tuvieran la base del lugar, no aseguraba un futuro si no ponían de su parte.


Otra vez estaba divagando en sus pensamientos, distraído por esas preciosas flores que bailaban al son del viento. Su nariz intentaba hallar ese aroma que no lograba llegar a disfrutar pues, las ventanas del salón estaban cerradas. Se preguntaba por qué no había abierto el cristal para disfrutar de la suave brisa primaveral.

La clase se oía lejos, era como si estuviera sumergiendo su cuerpo en una profundidad deseaba para no escuchar la voz de esa mujer, cuyo deber no era más que educar a los pupilos.
Kakashi de vez en cuando observaba los labios de la mujer para que ella, en las veces que le devolvía la mirada, no pensara que no le tomaba atención.
Años hizo lo mismo en todas sus clases. Todavía no entendía cómo le iba tan bien, si la mayoría del tiempo era distraído, pero no por eso poco aplicado.

En su mente tenía todo calculado, sabía exactamente a qué hora acababa la primera clase de literatura. Sus dedos llevaron el conteo sobre la mesa golpeando a la par del minutero, hasta que, por fin, sonaron las campanadas del receso.

— Recuerden muchachos, este año las actividades de poesía, cuento y literatura, serán en el salón de conferencias. El que desee inscribirse, los estaré esperando después del horario de clases. — Tomó su libro de material, y antes de despedirse, guiñó el ojo al chico del fondo. — Espero verte ahí, Kakashi. Este año harás tu última presentación y me gustaría que sacaras el primer lugar, como todos los años por supuesto. ¿No?

Este no contestó absolutamente nada, tampoco la mujer esperaba respuesta del muchacho. Una vez que ella se despidió de la clase, los alumnos salieron desesperados del salón. Para la gran mayoría, las clases de la señorita Shizune eran bastante tediosas.


Siempre utilizaba el mismo lugar para sentarse a leer, por lo general los tiempos de descansos eran bastante extensos, eso le daba oportunidad de disfrutar de la lectura, o bien, relajarse en el pasto. Pero no siempre lograba hacerlo pues, Obito y Rin llegaban a hacerle compañía.

— Jajaja, ¿y qué más te dijo? Debes tener más cuidado en lo que dices, Obito. Siempre te regañan. Los líderes de tu familia se van a sentir avergonzados. — Se sentó en el pasto. No le gustaba apoyar la espalda en los troncos de los árboles.
— Bah, ¿qué más me iban a decir? A mi familia le tienen respeto, deben tener cuidado con las palabras que me digan, porque si me llegan a ofender...
— Verán lo que es el infierno...— Dijeron en unísono sus amigos. Se sabían de memoria las amenazas de este.
— ¿Eh? — Obito siempre se sorprendía de sus amigos, incluso cuando terminaban sus oraciones. Siempre reía de las ocurrencias. — Y dime, Kakashi. ¿Qué hay de ti? Hace una semana te noto extraño, pareces más distraído.
— ¿Hm? ¿distraído? — Preguntó Rin queriendo corroborar las palabras del contrario. — Yo lo veo igual que siempre.
— ¿Qué te hace pensar eso, Obito?
— Pues, traes cara de huevo crudo, ya ni sonríes.
— ¡Estás loco! ¿sabes cuántas chicas estarían gritando al ver a Kakashi sonreír? O sea, de por sí es...— Rin parecía perderse en sus palabras, ella también se dejaba encantar por ese gesto relajado de sus labios, más aún, con ese lunar que estaba debajo de su boca, para ser precisos, al costado izquierdo.
— Eh...Rin... planeta tierra llamando a Rin...— Obito chasqueó los dedos tratando de captar su atención. Infló su mejilla derecha, su ceño incluso se frunció.

Kakashi lo sabía, era consciente de ese supuesto triángulo amoroso, un triángulo que no podía ser llamado así porque él, no se sentía atraído por Rin, mucho menos iba a sentir algo por Obito. En cambio, estos dos sí tenían amores no correspondidos. Obito enamorado de Rin, ella enamorada de Kakashi, y este enamorado de una mujer que faltó a su palabra, pero que también le fue arrebatada de su vida.

El recreo se había vuelto algo más tedioso de lo común, seguramente porque ese par de muchachos, se la pasó conversando de amor e idealizaciones de pareja. Algo que, a él, no le gustaba tratan en demasía.

Nuevamente estaba sentado al final del salón al lado de la ventana, distraído de la clase de geometría.
No le apetecía escribir, pero tampoco no podía hacerlo, al menos para que la maestra supiera que estaba prestando atención y anotando los apuntes, sino, terminaría igual de regañado que su amigo Obito.

Un bostezo involuntario escapó de sus labios. Por el rabillo del ojo prefirió mirar la entrada de la academia, en ocasiones sucedían cosas interesantes.
Podía entender cosas que tal vez el resto ignoraba, como que la directora a veces escapaba de sus turnos de trabajo para ir al internado a beber, o bien, a juntarse con algún profesor que le diera unas lecciones de comportamiento.

El lápiz que traía en su mano, reposó en el cuaderno. Todo el mundo hacía sus ejercicios de reforzamiento, todos menos él.

Por el camino de cemento de la escuela, entró un lujoso vehículo de marca. Al principio pensó que se trataba de algún familiar cercano de los ''Uchiha'' gente de bastante poder, sin embargo,  al ver a la directora salir de la puerta principal, asimiló que otra vez iba a huir de su cargo, más cambió de parecer al ver a un hombre de buen vestir. Toda su concentración y gesto relajado se volvió tenso. Reconoció esa etiqueta, la manera de saludar, pero más le llamó la atención que, esa mujer, tomara la mano del hombre y besara su anillo.
A Kakashi no le cabía ni la menor duda. Era ese ser repulsivo que deseaba no tener cerca.

''¿Qué demonios está haciendo acá?'' Se preguntó, ocasionando que su esternón se sintiera presionado, al igual que sus pies inquietos.

La conversación de esos dos no duró mucho pues, el chófer del vehículo bajó a toda prisa para abrir la puerta trasera, de ahí vió un par de piernas blanquecinas, unas medias blancas hasta el muslo, zapatos negros con un tanto de tacón. ¿Era una nueva estudiante o una mujer que complacía los fetiches enfermos de ese ser despreciable?
Quería ver más, esa imagen pronto se proyectaba en sus ojos, descubriría quién era, más no pudo pues, un fuerte golpe en la mesa le hizo mirar al frente del pizarrón, encontrándose con una mirada afilada y demandante.

— ¿No me estás escuchando? ¿cuántas veces tengo que llamar tu atención para que respondas lo que te estoy preguntando? ¿ah?
— Lo lamento, maestra Ayame, estaba distraído.
— Me doy cuenta. — La mujer de gesto seco, observó donde el chico anteriormente estaba mirando. — Hm, ¿y qué veías? ¿ya te quieres ir? Mira Kakashi, a mi clase se viene a aprender, y además a mantener el respeto con tus superiores.

El peliblanco de forma involuntario volvió a mirar hacia afuera. El auto ya no estaba, no había rastro de ese hombre. ¿Y si estaba en la academia? No quería tener problemas.

— ¿Quieres mirarme, Kakashi? ¿qué es lo que te preocupa?
— Maestra Ayame...— Este bajó la mirada arrepentido de su mal actuar, sin embargo, sabía exactamente cómo ganarse el encanto de esa mujer. Aprovechó de rozar su dedo índice contra su lunar, a la vez que sonrió. — Lo lamento mucho. Me quedaré después de clases, lo prometo.

Ese tono seguro, varonil, esa forma seductora que utilizaba solo para salir de los problemas, funcionaba bastante bien con esa mujer y con varias más.

— De acuerdo, te quedarás después de clases. Nos quedaremos en este salón y conversaremos seriamente los dos.


''Sí, seriamente'' Pensó.
La clase entera miró a Kakashi, pero pronto todos volvieron a sus posiciones para seguir con la clase. Él, se puso de pie luego del llamado de la maestra, pasó al frente al pizarrón, tomó aquel plumón y resolvió todo bastante rápido, sin necesidad siquiera de haber prestado atención. Incluso, ejecutó ecuaciones más complejas de las que estaban pasando. Finalmente, luego de tanta matemática, resolvió con éxito las preguntas que se ejercían en el pizarrón.

La mujer tenía una gran ''O'' en la boca, otros miraban los ejercicios sintiéndose incluso más confundidos. Ese chico realmente era un genio por donde se le mirara.


( . . . )


— El uniforme le queda perfecto, señorita Sakura. — Dijo encantada la rubia quien, con gusto le mostró la academia a la chica. No siempre hacía esas cosas, no con cualquier hijo de algún empresario.
— Espero que puedas adaptarte de maravilla. — El hombre miró la hora de su reloj, ya se le hacía tarde para asistir a una convocatoria. — Tengo que retirarme. Disculpe señora Tsunade, hasta luego Sakura.
— Hasta luego. — La muchacha se inclinó ligeramente, un acto de mucho respeto hacia ese hombre.
Una vez este salió del lugar, la chica demostró incluso más tranquilidad. Se quitaba un fuerte peso de la espalda.
— Señora Tsunade, ¿cree usted que pueda ya ir al salón de clases?
— Vaya... jamás había visto a un alumno o alumna tan entusiasmada para entrar a una clase. — La mujer se posicionó a su lado para tomarla del brazo y guiarla hasta unos escalones de centro, estos la llevaron hasta el segundo nivel. — Al menos ya conociste la mayor parte de las instalaciones, dime, ¿cuál ha sido tu favorita?
— Hm, me gusta mucho el jardín trasero, es bastante amplio.
— Casi nadie va ahí, solo unos cuántos estudiantes.

Por fin habían llegado al salón que correspondía. La rubia deslizó la puerta a un lado, la maestra que ejercía la clase pausó el tema y esperó que la mujer entrara.
La delegada de curso pidió a todos que se pusieran de pie. Coordinados saludaron a este y luego tomaron asiento cuando ella se los ordenó.

— Vengo con ustedes por algo puntual. Sé que estamos recién a dos semanas de clases y que ustedes no esperaban un integrante más en su salón, sin embargo, ocurrió una excepción.

La mujer dio un paso atrás, puso una mano atrás de su espalda y la otra la movió para que la chica entrara.

Sus pies se sentían fríos, no era nada más que por los nervios, su corazón comenzó a palpitar a un ritmo incluso preocupante. Odiaba tener que cambiar de establecimiento, siempre tenía que tener alguna clase de presentación diferente. Pero, aquel hombre, le prometió que esto sería diferente y que, en definitiva, se quedaría acá.

Se armó de valor. Lo primero que vieron sus compañeros fueron sus lustrosos zapatos, las medias blancas que llegaban hasta su muslo, la piel blanca de sus piernas, su falda tableada, luego su blusa y la corbata con la insignia de la academia.
Ella sonrió a los curiosos, se inclinó frente a ellos y añadió.


—: Mi nombre es Sakura Haruno, un placer. —

El tono de su voz era relajante, su belleza impactante al punto de llamar muchísimo la atención. Sus ojos atrapaban, lo espeso de sus pestañas, esa piel blanca y sus mejillas de suave rosáceo, todo hacía una perfecta combinación con su cabello rosa, aquel que caía en cascada más abajo de su cintura. Portaba un hermoso lazo rojo al costado de su cabello.

Los comentarios en voz baja no faltaban, esos ''es hermosa'' ''¿de dónde salió? ''¿de qué familia viene?'' entre otros que, ella prefirió no haber oído.

— Cuiden mucho de ella. Bien, la dejo en tus manos, Shiho.

Cuando la directora se retiró del salón, Shiho tocó el hombro de la muchacha.

— Bien preciosa, ¿ves al chico con cara de drogadicto?
— ¿Eh?
— Es broma, es broma. Ve allá, linda.

Parecía que estaba haciendo un desfile de modelaje, seguramente estaba mal vestida o bien, algo mal tenía encima, pero si hubiera sido así, la directora sería la primera en decir algo.
Dejó de preocuparse tanto, y finalmente tomó asiento en el banco que estaba justo al lado de un chico con cara de pocos amigos.

— Bien, continuemos...—

Sakura buscó dentro de su bolso su cuaderno, sacó los materiales y pronto comenzó a ponerse en sintonía con el resto.
A pesar de no estar prestando atención a sus compañeros, sabía que varios de ellos, no dejaban de mirarla.

La clase actual era de geografía e historia, comenzaban con la segunda guerra mundial. Algo que, a ella, no le agradaba del todo pasar, pero de forma inevitable sabía las fechas exactas y en dónde comenzó todo. ¿Cómo? pues su madre era alemana y su padre japonés.
Durante los primeros años de su vida se educó en Berlín, aprendió su idioma, su cultura, pero después se mudó a japón con su madre, debido a que su papá, dejó una vasta herencia para las dos.

— Entonces, ¿quién de ustedes quiere darme un resumen de lo ocurrido en la segunda guerra mundial? Vamos, yo sé que han prestado mucha atención. —
La maestra preguntaba con entusiasmo, sin embargo, nadie se atrevió a levantar la mano. — De acuerdo. Sakura.

La pelirosa miró a la maestra con sorpresa.

— Sé que eres nueva en la clase, pero estoy segura que sabes algo de la segunda guerra mundial, ¿no?

— Pues...— Se señaló a sí misma— Yo...
— Es solo belleza, no inteligencia...— Se oyó del extremo del salón, una de las alumnas dijo, pero esto ocasionó las risas coreadas de todos, excepto de ella y de la maestra.

La pelirosa frunció el ceño, y no quedándose atrás, dijo.

—: Año 1939 hasta 1945, es la guerra más dramática de la edad contemporánea. — Comenzó a decir, haciendo callar a toda la clase, incluso que ellos mismos sintieran vergüenza. La maestra iba a decir que con eso bastó de información, pero Sakura prosiguió. — Se desarrolló en escenarios distintos; el continente europeo, el asiático y el africano. En la guerra se produjeron muertes masivas en campos de exterminio y por trabajos forzados. La mayoría eran de etnia judía. se denomina el ''holocausto.''
Por primera vez se utilizaron armas nucleares de destrucción masiva sobre poblaciones civiles. Nagasaki e Hiroshima.
¿A qué se debió la razón?
El término del tratado de Versalles, el surgimiento del fascismo, las tensiones china-japonesas, la invasión alemana a Polonia.
Los ejes de Alemania eran: Italia fascista, Imperio japonés, Alemania nazi. Y los denominados aliados: Imperio británico, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética.

La maestra pestañeó más de dos veces, incluso se quedó con las palabras en la boca pues, había cosas que todavía no pasaban en clases. Incluso sus compañeros se sintieron más encantados con ella. Esa era la manera más sutil de callarle la boca a los presentes.

— Primera vez en mi clase y ya tienes un diez en mis anotaciones. — Dijo encantada la mujer.

Shiho fue hasta el pizarrón para anotar los datos que la pelirosa le dio, en tanto, uno de sus compañeros nuevos, le lanzó un papel arrugado en forma de pelota a la mesa.
No perdió el tiempo para volver a estirarlo y leer lo que había en su interior.

'' He quedado sorprendido, ¡eres buena!

Por cierto, mi nombre es Naruto ''

Levantó la mirada para ubicar de quién era el papel, miró a la derecha y no había nada, pero cuando miró a la izquierda, se encontró con un chico de bastante energía al sonreír, incluso hizo un signo de paz en la mano. Ella correspondió al saludo con una sutil sonrisa.

Al final sentía que alguien la aceptaba en primera impresión.


Por fin la campana otorgaba el siguiente receso, la maestra se despidió de la clase y todos juntos salieron de aquel lugar.
Todavía nadie se acercaba a conversar con ella, y el chico que le lanzó el papel, se había puesto de pie para salir corriendo del lugar.

Sakura soltó un suspiro, en su clase en su gran mayoría eran hombres, solo dos mujeres, dos chicas que tal vez, no querían que ella tuviera atención u otra cosa.

Sus pasos no la estaban guiando a ningún lado, ni al lindo jardín del patio trasero, ni a los comedores.

— La directora te enseñó cada rincón, ¿no?

La voz de un chico la sacó de sus pensamientos.
Aquel chico parecía bastante serio, le gustaba estar en soledad por lo que podía apreciar de su carácter.
El cabello negro del chico se meció con la brisa fresca de primavera, pero a él no parecía importarle.

Ya tenía el gusto de conocerlo, en ocasiones el hombre con el cual vivía, asistía a reuniones en el hogar de este muchacho. Ella siempre se aburría y terminaba yendo a un lugar abierto, siempre rodeada de naturaleza.

— No pensé que estarías en mí misma clase. Bienvenida, Sakura. No creo que sea necesario presentarme, ¿o sí? Por suerte, qué gran lección le diste a esas mujeres irritantes. Ino y Karin son simplemente así. No les prestes atención.
— Te conozco, puedes ahorrarte la presentación. Y gracias. — Ella era de muy pocas palabras, sobre todo con ese chico.
— ¡Sasuke! — Gritaron desde lejos. Dos chicos venían corriendo en dirección a él, no era nada más que su hermano mayor y también, su compañero Naruto.
— ¡Oh, hola Sakura! — Saludó el rubio llevándose la mano derecha atrás de la nuca. — Perdón por salir corriendo del salón, es que, tenía que ir con Itachi.

El mayor de estos, observó detenidamente a la chica, la conocía perfectamente, pero tal como su hermano, jamás habían conversado de algo en particular, de hecho, ni su voz conocía.

— ¿No es usted Sakura Haruno? Vaya, qué pequeño es el mundo. — Itachi estaba sorprendido, ella asintió a sus preguntas. — ¿Desde cuándo está en tu clase?
— Acaba de llegar. — Respondió Naruto— Y nos dio una cátedra de cómo aprender historia. ¡Fue sorprendente! — La risa del chico animaba a cualquiera.
— Oh, espero te cuiden bien y que te adaptes a la academia. Si necesitas algo, puedes venir conmigo y encantado te ayudaré.
— ¡Já sí, tan galán como siempre! — Se mofó Naruto del hermano de su amigo— Tú siempre te quieres quedar con todas las chicas, ¿no Itachi? ¡Sasuke es igual!
— No estoy interesado en eso...— Respondió el menor de los Uchiha metiendo las manos en el bolsillo de su pantalón.
— Gracias, te lo agradezco mucho. — Bastó con una sonrisa de la chica, para que Itachi cayera en cuenta la atención que provocaba en su hermano menor.
— Bien, nos vemos más tarde.

Naruto era bastante inquieto, se movía de allá para acá. Al parecer en su casa no lo dejaban hablar porque se estaba desahogando de todo. Sakura pensaba que ese chico se iba a desmayar de tanto conversar, o tal vez su lengua terminaría con un calambre.

— ¡Y eso fue todo lo que pasó! — Terminó casi como una obra de teatro, incluso con gestos de mano y morisquetas.
— ¿Entendiste algo de lo que dijo, Sakura? Yo no le presté atención.
— ¡Aah, eres irritante! Te juro que...
— Supongo que debes conversar con ella, ¿no crees? Primero buscar un lugar adecuado para conversar, aclarar que la situación es de ustedes dos, no de su primo y amigas, y por último, mantener una idea en tu cabeza. No puedes actuar de manera arrebatada cada vez que te molestas con tu novia.
— ¿Así ven las cosas las mujeres? ¿conversar? ¡Bah! Por mí, lo reviento a golpes.
— Y eso terminaría afectando tu relación. Aunque tú no lo quieras, él es su primo, y será inevitable que se preocupe por ella.
— Sabes que Neji siempre ha estado muy al tanto de Hinata. — Añadió Sasuke.
— Debes darte un tiempo. Primero tu cabeza debe estar fría, y no ir como un antisocial a golpear al chico.
— No logro centrarme o al menos calmarme — Refunfuñó el rubio a los consejos de la pelirosa. — Solo quiero...
— No va a entender, Sakura. Él es así.
— ¿Sí? Entonces que te golpeen, así entenderás.
— ¿Eh? ¿tú crees eso, Sakura? Pero me dolerá.
— Te lo estás buscando — Agregó ella.
— Pero...pero...
— Naruto, cállate y vamos al salón. Jiraiya te hará entender.



NOTA AUTOR:


Eras tú - Gabriel Chávez

El poema es de la autoría del señor Gabriel Chávez, la voz del señor Burns.
¡Espero disfruten este capítulo! 

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