Escúchame...

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— No lo puedo creer, ¡es que no lo puedo creer, Rin! ¿por qué ninguno de los dos me dijo lo que estaba pasando? ¡Se supone que somos familia! Si tú lo sabías, ¿por qué nunca me lo dijiste? Tal vez desde el principio para no estar como tonta sufriendo por Sasuke, o... sintiendo dudas, ¡maldición! —

Lo único que veía Obito y Rin, era una mujer o más bien, una leona enjaulada en busca de respuestas las cuales estaban próximas a salir, sin embargo, Obito fue quien hizo de intermediario ya que ellos tampoco tenían la culpa, además, al ver la agresividad con la que se refería a su esposa, le hizo sentir molestia.

— Frena un poco tu tren, Sakura. — Exigió en actitud ya más severa puesto que Rin tenía la cabeza gacha. — Ni Rin ni yo sabíamos quién era ese tal Sukea, de hecho, hace muy poco lo descubrimos. Fue mi esposa la que le pidió dijera la verdad porque, ese asunto no nos daba a nosotros, además. No seas así, Rin corrió y salió de algunos tratamientos de sus pacientes para acudir a ti, siempre estuvo al pendiente. En sus cuatro horas de descanso, dos de esas horas se la pasaba despierta preocupada por tu bienestar, incluso por el de Sarada. Intenta analizar un poco mejor las cosas, Sakura. Sé que estás molesta, pero...

— Sakura... — Interrumpió Rin poniéndose de pie— Te dije que lo sabía porque el día que le contaste sobre Hanare él salió huyendo, esto me lo contó Anko, su ayudante. Fue ahí donde até cabos. De hecho, él siguió insistiendo que no era Kakashi hasta que por fin contó la verdad. Ese mismo día le pedí que fuese cuidadoso contigo, que te dijera, pero sabes, fue él quien no quiso hacerlo en si, y no porque te quisiera ver la cara, muy por el contrario... él no lo quiso hacer porque temía que tuvieras miedo, porque él no se quiere ver reflejado ante los demás como el hijo de Sakumo... ¿si comprendes la verdad? Tú cómo nadie conoce los peligros que es tener un familiar así. Es solo recordar las atrocidades que vivimos juntas...

Sakura se agarró la cabeza; no quiso abrir una herida tan profunda en Rin. Tal vez estaba molesta, pero eso no le daba derecho alguno a cuestionar. Arrepentida y dolida, más nada porque sabía lo mucho que la castaña hacía por ella, se aferró en un abrazo profundo ocultando su rostro en el pecho de la adversa. Pudo percibir cada latir de su corazón, incluso cuando respiraba.

Para Rin fue duro ver morir a su padre, escenas que nadie podía sacar de su cabeza. Sakura fue testigo de todas esas noches cuando su amiga despertaba gritando en busca de ayuda, y lo único que recibía era una realidad cruda.

— No te mortifiques más, Sakura. Insisto que no fue mal intencionada. —

Correspondió a su gesto cariñoso con varios besos que depositó sobre su frente.

— No sé cómo actuar. Intento que mi cabeza esté fría para pensar, pero es que, es que me siento molesta...

— Espera un momento, Sakura. ¿Por qué te habrías de sentir así, si tú también..

— Amor... — Interrumpió Rin a Sakura pues Obito estaba ahí presente — ¿Puedes ir a la tienda y comprar helado de chocolates y fresas? Por favor.

— ¡Claro! ¿quieres algo más mi preciosa?

— No amor, ve...

Cualquier hombre se negaría a esa petición, pero ese no era el momento. Hasta la pelirrosa sonrió al verlo tan obediente. Una vez quedaron solas, Rin continuó.

— Sakura. Hace años que no tienes el amor de Sasuke, y muy en el fondo, cuando tenías tu memoria perdida, sabías que algo te hacía falta, ¿o no?

— ¿A dónde quieres llegar, Rin?

— La pregunta no debería plantearse así. Sakura, dime, y debes ser sincera porque sé cuando me estás mintiendo...

Primavera blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora