Llevaban más de una hora abrazadas llorando. Rin y Sakura tenían una preciosa conexión. En algún punto determinado llegaron a llamarse hermanas, algo que a ambas les venía bastante bien pues, en circunstancias tan crueles, se prestaron ayuda la una de la otra.
Esa habitación además de ser una consulta médica, era un lugar de reencuentro, amor, palabras, besos y demás. Sakura, con amor acariciaba el suave rostro de Rin, y la castaña en diferencia, además de examinar, también tocaba su sedoso y hermoso cabello rosa.
— Llevan mucho tiempo ahí, ¿estarán bien?
— Lo están, lo están, además, Rin es muy sentimental. — Decía Obito mientras dejaba que Sarada delineara sus ojos con cuidado. Ya no era un hombre, ahora se llamaba: Ginny.
— Si quieres te busco uno de los bolsos de Sakura para que vayas al punto rojo... — Comentó el castaño causando curiosidad en la pequeña.
— ¿Qué es el punto rojo, señor Sukea? Tío Obito, yo quiero ir al punto rojo.
— ¡Idiota! — Le lanzó la taza de juguete de Sarada por la cabeza a su amigo. — Ah, no es nada, Sarada, es un lugar donde van muchas personas adultas a... bueno, es un lugar muy feo.
— Pero si es feo, ¿por qué el señor Sukea lo conoce?
— Porque su alma es tan fea como ese lugar... — Masculló el azabache para sí mismo. — Pues...
— Resulta, princesa que, un día me perdí en el sendero de la vida... y como estaba tan desorientado, entré a ese lugar y bueno, luego huí porque era tenebroso... —
Los dos hombres miraron hacia el horizonte donde recordaron a esas chicas con poca ropa, caderas perfectas, senos pequeños y grandes, de todo gusto y ofertas.
— Ah... Qué maravilla... —
Soltaron en unísono el par.
Rin, quien había acabado de hablar con Sakura, salió con buen diagnostico. La sonrisa que estaba en su rostro desapareció cuando escuchó que estaban hablando del barrio rojo de prostitución frente a la niña. La castaña, con un semblante dulzón, dejó que Sarada fuera con su madre pues Sakura la estaba llamando. Al quedar solo los tres, Rin les dio con el libro en la cabeza por igual.
— Así que el barrio rojo, ¿eh? Sukea, lo pensé de ti, pero no de mi esposo. Perfecto, de ser así... y si tanto deseas una mujer de ese lugar, te pediré el divorcio en este momento. No tengo tiempo para estar lidiando con...
— ¡No mi amor! — Obito se lanzó al suelo suplicando a Rin su perdón.
— Ay, no exageres Obito.... — intervino Sukea.
— ¡Cállate que todo esto es por tu culpa! — Le reclamó de regreso el pelinegro.
— Ka... Sukea, todo está en perfectas condiciones. Sakura está estable, ha estado llorando nada más pero se siente más tranquila. Ya sabe que no está en su casa y que este es tu hogar, pero no sabe quién eres tú realmente. Creo que ese es tu trabajo, no el mío.
— No le diré quién soy — Respondió con determinación.
— ¿Qué?, ¿y por qué?
— Pues... ella guarda mucha tristeza por su pasado, además... ¿no crees que será duro reencontrarse con el progenitor de quien prácticamente le arruinó la vida? Soy la viva imagen de mi padre.
— ¿Ah? No, no eres él— Rin era severa en sus respuestas—, tú eres su hijo pero no se parecen en nada ¿entiendes? Jamás mostraste gusto por sus estupideces. Tu padre, aunque te duela oírlo, era un desquiciado, psicópata, ¡un idiota! — Empuñó la mano. No solía tener golpes de agresividad, pero recordar a ese hombre cruel hacía que sintiera una acidez en la garganta. — Sakura debe saber tu pasado, aclarar lo que pasó en aquel entonces, si no lo sabe, entonces ¿cómo quieres que avance? Es imposible.
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Primavera blanca
Fanfic''Kakashi siempre consideró a su mascota el perro más audaz y habilidoso del mundo. Recordar cómo lo había encontrado, siempre removía su lado sensible. Un cachorro mojado por la lluvia, llorando, asustado y golpeado. Para Kakashi la situación no...