Migajas de sangre y papel

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''Porque ahora todo se trataba de una simple despedida. Corresponder o dar ese beso fue lo suficiente para sentirse el peor amigo, no de Hanako porque ella era más bien su conocida, pero refiriéndose a quien estaba traicionando sus ideales, principios y además su fidelidad por corresponder algo a lo que no tenía sentimiento. Ryu se guardó todo tipo de demostración. Misaki más que sonreír lloraba, y eso también lo estaba calando en profundo dolor.

No era un egoísta que simplemente quería a Misaki para él, era simplemente un amigo que deseaba felicidad. Y, a sabiendas del actuar del menor, este se dejó llevar. Era erróneo pensar que odiaba a Hanako; todo lo contrario, Ryu adoraba a Hanako porque al fin y al cabo, era la única mujer que lograba darle a Misaki, la felicidad que necesitaba. Sabía bien que su otra mitad estaría feliz, tranquilo, en calma, formando una familia numerosa, y él, como la etiqueta del mejor amigo en un amor silencioso, disfrutaría y se sentiría orgulloso.

En algún momento lloraría, pero no frente a él. ¿Por qué mostrar debilidad? No lo sentía así. Tal vez, en otras circunstancias pudo haber disfrutado de un amor correspondido, pero no era así. Prefería soñar y vivir su realidad. Siempre era un hombre bastante cuerdo, de decisiones drásticas pero bien pensadas y no actuar a la ligera sin antes analizar. No obstante, ahora ese pensamiento tan lleno de ética se esfumó. No podía mantenerse como un acero aun siendo el metal más duro. Misaki siempre sería quien le daría su manera condensada, a quien nunca podría mentir, aunque sí lo hizo, pero no por un mal, más bien porque sabía que esto sucedería: Misaki llorando, sintiéndose culpable por algo que no hizo.

Por más que el mayor explicase que no había culpa, tal vez no se entenderían y terminarían volviendo a una conversación de círculo vicioso.

Ya no fue felicidad, amor, cariño lo que sintió en un beso, fue desazón, amargura, rabia. Se regañó a sí mismo. Mala idea.

No era más que lástima, no era más que dolor.

Ryu, alzó su mano con cuidado, por más que quisiera continuar esa intensidad, su parte de razón actuó: ''cálmate'' Se reprimió.

La sensación fue escabrosa. Las mejillas sonrosadas del adverso recorrían tibias lágrimas que con los pulgares limpió. Chocó su frente con la de él. Delicada sensación para ambos.

— No te pediré que te calmes. Generalmente te escucho, te advierto, te dejo y avanzamos juntos. Esta vez será diferente, Misaki. No habrá un hasta pronto... —

Lo decía enserio. La sinceridad de frente antes de ilusionar más a su regreso. Cuidarlo, como había hecho, pero desde las sombras.

Esta vez, fue diferente. No huía de nadie, no intentaba resguardarse de gente con mala intención, esta vez, huía para dejar ser feliz.

— Tú ya eres feliz, aprovecha esa inmensa felicidad... tienes a tu madre, padre, hermano, pareja, una familia que te espera. —

Qué irónico: Una familia que te espera. Él no la tenía. Misaki siempre lo fue, no el resto, y es por eso que su necesidad de amor se envolvió de manera errónea. No debió haber pasado jamás.

La charla que se prolongó dentro, se volvió una manera más de dar la excusa. Si Misaki quería saber en qué momento comenzó todo, lo sabría. Ambos tenían los ojos cerrados, oportunidad perfecta para mostrar sus recuerdos a través de un precioso sueño.

La escena cuando eran unos niños, Misaki con una fractura y él cuidándolo.

Misaki jugando con Ryu desde niños.

Ryu pescando en la feria de diversiones para que Misaki obtuviera el premio.

Ryu protegiendo a Misaki...

Primavera blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora