Un completo desastre, así concluía una fiesta que prometía ser de las más inolvidables. Tal vez lo fue por el solo motivo de ver a una chica osada atacar a su propia madre.
El público pronto se fue retirando del recinto. Absolutamente todos comentaban sobre el hecho, incluso pronunciaban incansablemente el nombre de ''Sakura Haruno'', haciendo énfasis sobre todo al padre de esta chica. Un hombre de buena estatura, demandante, justo con los demás y siempre sincero. Un socio que siempre respondía a todo, y que lamentablemente había fallecido por cuestiones naturales.
Esto, por lo demás, no era tan creíble. Siempre se sospechó de que alguien lo había asesinado, alguien que, sabía perfectamente lo que hacía porque, no se encontraron pruebas contundentes para hallar a un culpable.
— ¿Estás bien, querida? — Preguntó Mikoto tratando de tranquilizar a la pelirrosa.
Sakura no sabía dónde meterse. Sentía una enorme vergüenza. Todo el mundo la estaba mirando, aunque no fueran todos, las pocas personas que quedaban presentes, la estaban agobiando con la mirada.
Los ojos de tono claro se posaron en los oscuros profundos, se notaba que de su boca querían salir más de alguna expresión, más de alguna frase querría salir de sus labios demostrando su situación emocional, pero estas no tomarían ni forma ni color, no podía. Su cabeza le hacía recordar tantas cosas crudas que había hecho, asesinatos que cumplió sólo para mantener su vida a flote, encargos que no deseaba hacer, pero que de igual forma su cuerpo actuaba por supervivencia.
En respuesta su mano libre se fue directo a tocar su cuello, se presionó un poco para verificar el estado de sus latidos. Le hacía falta la respiración, una agonía la invadió de repente, más un hormigueo que le durmió el pecho, los brazos, el cuello y el rostro, en ese momento sintió que moría. Su mirada pedía auxilio, pero su boca estaba tiesa. Su quijada tensa no le permitía gesticular ninguna frase, era como si alguien le hubiese puesto clavos en la boca para que callara.
La adrenalina de su cuerpo subió, tenía tantos sentimientos escondidos que de un solo golpe, le dieron un toque, un que la paralizó.
Mikoto de inmediato se alarmó cuando los ojos de Sakura se desorbitaron y se volvieron blancos, más cuando su cuerpo cayó de la silla al concreto.
Ella alcanzó a cargarla, y en respuesta de auxilio llegó Sasuke y su hermano mayor Itachi.
— ¿El médico de la familia está? — Preguntó Itachi, fue él finalmente quien cargó a la inerte muchacha al interior de esa enorme mansión.
Atrás de él iba Mikoto, Sasuke, Izumi y un pequeño can que se coló a la casa.
* * *
Su corazón se estaba saliendo de su pecho. Esa inexpresiva mirada se volvió una llena de pánico y rabia. Sus pies estaban inquietos en el auto, sin saber qué hacer, se jaló el cabello pensando lo peor.
La escena y todo lo que descubrió en un solo día fue bastante chocante, pero más lo era el hecho de que su amiga estaba siendo torturada y por su padre. ¿Cómo no lo iba a odiar? ¡Lo detestaba, lo quería muerto! Ni siquiera le importó cuando Fugaku se llevó a ese hombre con su actual pareja. Kakashi solo quería saber el estado actual de Rin.
— Hemos llegado.
Kakashi dio luz verde a salir del auto y correr al interior del recinto médico privado. Al ingresar, fue llevado de inmediato al segundo piso donde Rin estaba siendo atendida por unos especialistas.
Rápidamente subió, ahí el escenario no era alentador. Obito tenía el rostro oculto entre las manos, se notaba que se había jalado el cabello al igual como Kakashi lo hizo.
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Primavera blanca
Fanfiction''Kakashi siempre consideró a su mascota el perro más audaz y habilidoso del mundo. Recordar cómo lo había encontrado, siempre removía su lado sensible. Un cachorro mojado por la lluvia, llorando, asustado y golpeado. Para Kakashi la situación no...