Mateo
- Vas a espantarla, boludo.- Rió Manuel cuando sonó la campana dando por finalizada la clase y yo rodé los ojos.
- Posta parece tímida, y vos sos el pibe más directo que conozco.- Siguió Mauro y yo resoplé.
- Bueno, vos tenés a Nadia- señalé a Mau- y vos estás hasta las manos con Flor.- Llevé mi dedo índice en dirección a Manu.- Así que cada uno con sus quilombos, la mina está repartible y le pienso entrar como agua al Titanic.
Mis dos amigos me miraron, asombrados por la seriedad con la que había dicho todo lo anterior, y yo esbocé una media sonrisa para suavizar la situación antes de colgar mi mochila en mi hombro y darles la espalda.
Alcancé a oír el principio de su conversación sobre mi extraña conducta, pero no les hice caso y simplemente seguí caminando hacia mi destino.
Si lo pensaba bien, yo mismo consideraba rara mi actitud. Nunca me había encaprichado tanto con una wacha, pero semejante mina lo merecía.
Me apoyé en un pupitre de la primera fila para esperar a que Siena dejase de hablar con el profesor y alcancé a escuchar algo sobre unas clases particulares para subir la media de sus notas.
- Eu, esperá.- La frené cuando dejó al profesor y se dirigió hacia la puerta. Ella giró la cabeza y se sonrojó hasta las orejas mirando al suelo.
- ¿Qué querés?- Preguntó cortante y yo alcé una ceja.
- ¿No puedo hablar con vos?
- Perdón.- Se disculpó avergonzada. Cada vez estaba más roja y tuve que aguantarme una carcajada. Era divertido hacerla sonrojar.
- Solo quería hablar con vos.- Expliqué poniéndome a su lado y empezando a caminar junto ella fuera de clase.- ¿Vas a particular?
- Tendría que ir, porque en mi anterior escuela se rendía menos y mi nota media es demasiado baja para rendir bien acá.- Informó y asentí con la cabeza.- Pero no nos da la plata para pagar el particular.
Me sorprendió que lo dijera sin ningún ápice de vergüenza, y también me gustó. Cualquier mina de nuestra edad habría ocultado que su familia tenía poca plata, pero en cambio a ella no parecía importarle.
- Yo puedo ayudarte con eso si querés. Llevo en esta escuela desde los tres años y rindo bien, te puedo ayudar a incorporarte.- Me ofrecí y ella me sonrió aún sonrojada.
- Eso es genial, te lo agradezco mucho.
- Dale ahí te doy mi número y cuando querás me marcás para mirar cuando quedamos.- Hablé dándole un papelito con mi número de teléfono mientras entrábamos en el aula de física.
Ella me sonrió de nuevo y le acompañé hasta el lugar que escogió, en la última fila del aula, antes de apoyar mis brazos en el pupitre y mirarla.
Ella apartó la vista cuando le miré a los ojos y yo sonreí de lado.
- Y, ¿no quieres hacerme un pete?
ahre, esto si que es un pt. nunca mejor dicho.