Diecinueve.

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Siena

- Me aburro.- Se quejó Mateo tirándose sobre mí y yo solté un quejido dejando caer mi celular en algún lugar de su cama.

- Ay, boludo, me lastimaste.- Le reté y él hizo un puchero mirándome antes de acostarse apoyando su cabeza en mi pecho. Yo llevé mi mano a su pelo y suspiré echando la cabeza hacia atrás mientras pensaba.

Me ponía muy nerviosa cuando Mateo estaba tan cerca de mí y notaba una sensación extraña en la parte baja de mi vientre que nunca había experimentado. Flor me había dicho que eso era porque le tenía ganas a Mateo, pero yo seguía sin comprender nada sobre todo ese tema.

- Siena.- Masculló él sin levantar la cabeza.- Tu corazón va re rápido.- Me sonrojé al escuchar sus palabras y él se incorporó para quedar de frente conmigo, poniendo sus manos a ambos lados de mi cuerpo y quedando encima mío. 

Tenía dibujada en el rostro una sonrisa de lado que en cualquier otro momento hubiera identificado como una sonrisa de superioridad, pero en ese momento solo podía pensar en lo bonitos que eran sus dientes.

- ¿Te pongo nerviosa?- Sonrió acercando sus labios a los míos y yo noté mi cara arder, seguro estaba colorada, como siempre que Mateo lograba hacerme pensar en cosas que no debería. Respiré fuerte y cerré los ojos antes de que él juntase nuestros labios. Yo subí mis manos hasta su nuca y él se separó de mí.

Le miré con la boca entreabierta y la respiración acelerada y Mateo se puso en pie, tendiéndome una mano para que la agarrase y él pudiese ayudarme a incorporarme.

- ¿Qué haces?- Cuestioné cuando él se acercó a la puerta. En seguida me di por respondida cuando él cerró la puerta con el pestillo que su puerta tenía en la parte de adentro y se giró acercándose a mí y rodeando mi cintura con sus brazos.

Yo junté nuestros labios de nuevo en un beso algo más rápido que el anterior y el chico me pegó todo lo que pudo a su cuerpo. Cada vez me gustaba más chapar con Mateo, a parte de que sentía que cada vez yo iba mejorando más en eso.

Caminamos de espaldas sin separarnos hasta que yo choqué con el escritorio de Mateo y di un pequeño salto para sentarme sobre él. Abrí las piernas cuando noté que el chico trataba de juntarse más a mí y en seguida él se colocó en el medio de estas.

- Me tenés loco.- Murmuró llevando sus besos a mi cuello y yo sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, notando como de nuevo me ponía colorada.- No te pongas roja que me calentás más.- Advirtió, con lo cual solo consiguió que el ardor de mi cara se multiplicara.

- Mateo.- Le llamé y él dejó de besar mi cuello para mirarme, sin dejar de agarrar mi cintura con las dos manos. Yo me sonrojé de nuevo y esquivé su mirada.- Quiero... Bueno, quiero...- Tartamudeé.

- ¿Coger?- Preguntó en un susurro y asentí con la cabeza mirando al suelo.- ¿Querés coger?- Exclamó con ojos brillantes y una sonrisa y yo le miré asintiendo de nuevo con la cabeza y mordiéndome un dedo.

Estaba muriendo de la pena que sentía, pero sí quería hacerlo. Él volvió a juntar nuestros labios y, sin separarse de mí, noté cómo abría uno de los cajones de su escritorio y agarraba algo. Miré su mano de reojo y sonreí sobre sus labios al ver un forro como el que nos habían enseñado en una charla de la escuela. Yo volví a llevar mis brazos alrededor de su cuello.

- Va a ser re lindo, como te prometí, ya verás.- Habló sobre mis labios y yo asentí.








ugh no me gusta pero no sé

Inocente; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora