Siena
Miré a Mateo, Manuel, Mauro y Flor saliendo por la puerta después de haber pasado más de una hora retenidos por el profesor de inglés y tragué saliva mirando al maestro desde mi lugar. me había pedido que me quedara a hablar con él antes de marcharme con mis amigos.
- Me preocupa la clase de compañías que son Mateo, Manu, Mauro y Flor para vos, Siena.- Suspiró él caminando hasta mi lado y mirándome, y yo bajé la mirada al suelo.- Los chicos siempre han dado problemas, pero Flor hace poco que se une a sus cosas y no quiero que vos, siendo tan buena estudiante, acabes como ella.
- Está exagerando, profe, soy buenos chicos.- Les defendí mirándole por primera vez y él sonrió de lado con una expresión triste.
- Yo lo sé, Siena, los he visto crecer. Pero son difíciles.- Asintió.- Ellos nunca tienen malas intenciones, pero a veces su impulso por ser los más piolas o por conseguir más minas que el resto es superior a su sentido común.
Tragué saliva y aparté la mirada al escuchar eso. Incluso los profesores pensaban que Mateo era el más chamuyero, que solo veía a las mujeres como un trofeo, lo cual me hizo sentir mal. No quería que todo el mundo tuviera razón, quería que esta vez fuera diferente y no me quisiera solo para coger como al resto de pibas.
Pensé también en Manu y Flor y en Mauro y Nadia. Ellos no eran realmente como todo el mundo pensaba, simplemente no los conocían.
- Eso no es cierto.- Respondí cortante, poniéndome en pie y el maestro me miró confundido. Yo en seguida me puse colorada; no podía creer que hubiera hablado en ese tono a un profesor.- Quiero decir... Usted no los conoce. Yo no voy a dejar que su compañía influya en mis estudios, pero tampoco voy a alejarme de las únicas personas que han llegado a tratarme con respeto acá.- "Aunque la única que realmente siempre me respetó fue Flor, a los otros les costó un tiempo" pensé, pero me abstuve de añadirlo.
Pasé al lado del profesor, colocándome la mochila al hombro y soltando un suspiro mientras caminaba hacia la puerta. Estaba convencida de que había hecho lo correcto defendiéndolos.
Mateo me esperaba fuera de la escuela y me recibió con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Qué te dijo el viejo de mierda ese?- Preguntó resoplando al ver que no le devolvía la sonrisa. Yo suspiré y me pasé la mano por la cara, recordando las palabras del profesor "su impulso por ser los más piolas o por conseguir más minas que el resto es superior a su sentido común".
- Nada, ya fue.- Sonreí falsamente y él se encogió de hombros, lo cual me irritó un poco.
- Flor, Manu y Mau se fueron a la plaza con unos amigos.- Acotó él, cambiando de tema.- Pero vos y yo podemos ir a mi casa a hacer los deberes juntos si te pinta. O a la tuya.
- Si, claro.- Asentí comenzando a caminar y Mateo pasó su brazo por encima de mis hombros.- Vamos a la mía así no le tengo que avisar a mi vieja.- Sugerí y me giré para ver como sonreía haciendo que se le achinasen los ojos.
- Uh, altas ganas de conocer a la suegra.- Habló, apretando mis cachetes con su mano libre y dejando un beso en mis labios. Yo me quedé pensativa. Le había visto hacer eso mismo con Flor e incluso con Manu. ¿Eso significaba que yo era para él lo mismo que ellos?
Agité mi cabeza ahuyentando esos pensamientos y enseguida otra preocupación ocupó mi mente y miré de reojo a Mateo; el tatuaje de su cuello, sus pendientes, el pequeño agujerito en su nariz que indicaba que en algún momento había tenido un piercing ahí... y pasé todo el camino hasta mi casa pensando en cómo reaccionaría mi madre cuando entrase por la puerta con él.
el próximo capítulo es uno cursi de esos que dan diabetes,,,,
