Cuatro.

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Siena

Vi a Mateo acercarse a mi por el pasillo nada mas terminar las clases y yo le miré desde lejos con una mirada de desaprobación. Afortunadamente para mi y desgraciadamente para mis ojos, me había tomado el tiempo del receso para buscar en internet lo que era un pete y ya no me parecía tan prudente acercarme al chico que había conocido hacía rato.

- No voy a hacer eso, ¿sos estúpido?- Exclamé cuando llegó a mi lado. La sonrisa de superioridad que traía consigo se borró enseguida y yo puse los brazos en jarra esperando su respuesta.

- Se supone que yo tenía que mostrarte lo que era, boluda, ¿a quien le preguntaste?- Inquirió medio molesto.

- Para empezar no te conozco y no tengo ninguna obligación de hacerte caso a vos. Y no le pregunté a nadie, lo busqué en internet.- Expliqué.

- ¿Y te gustó?- Cuestionó volviendo a formar una sonrisa. Ya no podía distinguir si era de burla o de superioridad.

- Sos realmente imbécil, no quiero que me hablés nunca más.- Seguí ignorando su estúpida pregunta.

- Pajero.- Dijo él.

- ¿Qué?

- Se dice pajero lo que estás tratando de decir. Y dejame decirte una cosa: en esta escuela todos los pibes son así o incluso peores. Las pibas te tendrán envidia y los pibes te tendrán ganas. Lo cual no debería sorprenderte porque si estás re buena.- Explicó mordiéndose el labio y mirándome de arriba a abajo con la última frase.

Yo le dediqué una mirada indignada mientras notaba que me ponía colorada y usé mis manos para estirar la pollera del uniforme lo máximo posible y que esta no dejara ver absolutamente nada. Sin siquiera pensarlo estrellé mi mano en su cachete y él se llevó las manos a la cara con un gesto de confusión. La marca de mi mano se había quedado grabada en su mejilla y todo el mundo en el pasillo nos miraba con la boca abierta.

- ¿Qué mierda hacés, loca?- Exclamó mirándome con sus manos aún sobre su mejilla.

- ¡Sos un... pajero!- Exclamé haciendo uso de la palabra que el mismo me había enseñado y causando algunas risas entre los alumnos que nos miraban.- Vete a la mierda, Mateo, sos asqueroso.- Concluí antes de darme la vuelta.

Caminé a paso apresurado por el pasillo, apartando a la gente que se había aglomerado al escucharnos discutir, y noté como mis mejillas se tornaban más y más rosas con cada paso que avanzaba. Notaba las miradas de todos sobre mí y trataba de cerrar lo máximo posible mi escote y de bajarme aún más la pollera si cabía. 

No llevaba ni un día allí y ya odiaba esa escuela.





no se hacia donde va esto pero va hacia algún sitio, ah

Inocente; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora