Doce.

5.9K 311 87
                                    

Siena

Esta vez fue Mateo quien me abrió la puerta de su casa y no su padre, Pedro. Agradecí mentalmente que, tal y como me había prometido, se encontrara con remera y le sonreí.

- Hola, Mateo.- Saludé y él se hizo a un lado para dejarme pasar.

- Hola, Sienita.- Sonrió y yo rodé los ojos, encaminándome hacia las escaleras. Él, sin embargo, agarró mi brazo y me dio la vuelta antes de dejarme avanzar más.- Decime Teo.- Añadió y yo le sonreí.

- ¡Papá, ya llegó Teo!- Chilló un nene llegando corriendo desde la sala. Intuí que sería hermano de Mateo. Se frenó en seco al verme y agarró una de sus manitas con la otra con los cachetes colorados. Yo sonreí, se parecía un poco a Mateo pero era más tierno que su hermano.

Pedro se asomó desde lo que parecía ser la cocina con un delantal rosa de florecitas manchado por completo de harina y reí por lo bajo al verle.

- Hola, chicos, ¿van a estudiar?- Cuestionó después de dedicarnos una amplia sonrisa.

- Sí, pa, las pruebas de biología están a la vuelta de la esquina.- Habló Teo, que se había alejado un poco de mí y se había agachado a la altura de su hermano y lo había levantado para sostenerlo en sus brazos, con el nene rodeando su cuello con sus brazos.- Mira, Emi, ella es Siena.- Me presentó y el niño me miró curioso.

- Hola, Emi, ¿cómo estás?- Saludé sonriente y él me devolvió la sonrisa.

- Bien gracias, ¿vos?- Preguntó y yo murmuré un "todo bien".- Mi papá está haciendo bizcocho, así que luego de estudiar podés comerlo con nosotros.- Ofreció.

- Eso sería genial, muchas gracias.- Sonreí de vuelta. Era un amor.

- ¿Qué tal si ayudas a papá a hacer el bizcocho mientras nosotros estudiamos?- Le propuso Mateo a Emi y el nene hizo un puchero.

- Pero yo quiero jugar con vos.- Se quejó mirando a su hermano mayor con los ojos brillantes y yo morí de ternura. 

- Ahora ve a ayudar a papá porque yo tengo que estudiar, pero cuando Siena ya se tenga que ir yo voy a jugar contigo, te lo prometo.- El niño se dio por convencido y Mateo leabrazó mientras dejaba un beso en su cachete. Me pareció una escena demasiado bonita. Nunca pensé que llegaría a ver a Mateo en esa faceta.

Mi compañero dejó al nene en el suelo y este corrió hacia la cocina junto a su padre. Yo miré a Mateo cuando nos quedamos solos y él se sonrojó.

- No me mires así.- Masculló y se encaminó escaleras arriba.

Yo reí por lo bajo y le seguí hasta su cuarto. Nos sentamos en su cama y él sacó los libros de biología en silencio. No podía creer que el mismo Mateo Palacios supiera lo que era la vergüenza.

- Ese tema no es.- Le advertí cuando le vi buscando el temario en la unidad sobre los vertebrados.- Mira, estamos estudiando las proteínas.- Me incliné más cerca suyo para mostrarle, pasando las páginas del libro y al no encontrar el tema me frustré, agachándome completamente sobre el libro. 

En seguida me di cuenta de que la pollera de mi uniforme se había levantado por completo y yo me puse colorada. Odiaba tener que preocuparme por esas cosas. Giré la cabeza y me encontré a Mateo completamente girado, mirando en dirección a mi trasero y sin prestar ni la más mínima atención al libro. Tenía la boca ligeramente abierta, al igual que los ojos y yo suspiré sentándome de golpe y sacándole de su trance.

- Mateo, estamos repasando el temario...- Me empecé a quejar y él me hizo callar cerrando el libro de golpe. Yo di un pequeño bote por el susto y le miré a la cara.

- ¿Sabes qué? No tengo ni idea de biología, pero ya fue, íbamos a reprobar igual.- Habló y yo abrí la boca para protestar, pero él siguió.- ¿Y si chapamos, mejor?







¿prefieren al mateo tierno o al mateo atrevido? uh

Inocente; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora