Mateo
- Boludo, calma la pija.- Habló Mauro, extendiendo la última sílaba, al otro lado de la línea telefónica. Yo me tiré sobre mi cama y abracé mi almohada, aplastándola con todas mis fuerzas y bufé.
- Es que no sabes... Haría lo que fuera para coger con ella, te lo juro.- Contesté frustrado y mi amigo rió.
- Solo no boludees a la pobre mina, parece que está hasta las manos con vos y la pobre es re inocente.- Dijo, haciéndome rodar los ojos.- Si solo vas a usarla para coger, busca a cualquier otra, pero no a Siena.
- ¿Tan mala fama tengo?- Pregunté con fastidio. Yo no quería a Siena solo para coger. En verdad, ni siquiera sabía lo que quería o qué mierda me pasaba con ella.
- De hecho; sí.- Afirmó él y yo solté una exclamación de ofensa haciéndole reír.- Pero yo se que no sos tan duro como todos piensan, Mateito.
- Ay, boludo, si yo soy re fuckboy.- Jodí haciendo que el de pelo blanco soltase una carcajada y sonreí mordiéndome el labio.- Pero, en serio, no se que me pasa con Siena, Mau, me pongo re nervioso cuando estoy con ella.
- Eso es porque te estás enganchando, gil.- Me imaginé su sonrisa de superioridad y me dieron ganas de pegarle una piña.
- No, Mauro, vos sabes que yo no me engancho.- Me defendí con el ceño fruncido.
- Si no lo estuvieras, hubieses dejado a Siena en paz cuando viste que no te la podías coger. Pero llevas semanas atrás de ella; sin mirar a ninguna otra piba, y sin cansarte.- Explicó y yo me mordí el labio.
Tal vez si estaba un poquito enganchado.
- Bueno, no se, Mau.- Suspiré restandole importancia.
- Bueno, Rayo Mcqueen.- Habló después de un momento de silencio y yo rodé los ojos. Me había empezado a llamar así hacía un tiempo y ya era uno de mis motes.- Tengo que irme porque Nadia está al llegar.
- Dale, usá forro, tomate con patas.- Le jodí.
- Callate, virgo de mierda.- Zanjó la discusión, divertido, y colgó la llamada.
Yo me incorporé en la cama y busqué a Flor en mis contactos; aún no le había hablado de mi encuentro con Siena desde que había llegado a mi casa, una hora atrás.
Miré la hora antes de marcarle: las once y media de la noche. Era sábado así que seguro estaba despierta.
Marqué su número y esperé paciente a que ella descolgara el teléfono.
- Mateo, la puta madre.- Escuché que chillaba Manuel a lo lejos, al otro lado de la línea, y fruncí el celo sin entender nada.
- Decime, Mateo.- Me atendió Flor con la voz entrecortada y yo miré mi reflejo en el espejo de mi cuarto con una mueca de asco.
- ¿Estaban... cogiendo?- Pregunté en un susurro y Flor rió sarcásticamente.
- No, boludo, estábamos jugando a las cartas.
- Bueno, luego te llamo entonces, bebita.- Sonreí tratando de contener la risa y escuché a Manu putear.- ¡Pasenlo bien!- Exclamé y colgué la llamada antes de que me cagaran a puteadas.
Me tiré en la cama boca arriba, cerrando los ojos en el acto y sonríe imaginándome a Siena y recordando nuestra "cita". No sé en que momento me encontré imaginándome a la chica haciéndome un pete y abrí los ojos.
Se me había parado la pija pensando en Siena, como ya era costumbre. Resoplé poniéndome en pie y agarrando el celular.
Todos cogiendo y yo como un virgo yendo atrás de la única piba que no quiere garcharme.
perdón
