Pars XX

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Todavía un poco dormido y escuchando los bullicios en la sala de estar, Jungkook hizo un nudo en la tela que envolvía la lonchera de aluminio, se giró sacando una botella de agua junto a un pequeño cartón de jugo y una banana de la nevera. Sonrió satisfecho y metió todo en la mochila negra que estaba en la mesada. Miró la hora y asintió cerrando el cierre.

Hizo una mueca y frotó sus ojos todavía dormidos cuando caminó y se afirmó en el marco de la puerta de la sala mirando la alegre escena matutina que tenía en frente de sus ojos. Embozó sus labios delgados en una sonrisa y negó con la cabeza, ameno.

—La vaca lola, la vaca loca, tiene cabeza y tiene cola — el argentum miró como el aurum bailaba y cantaba al ritmo de la canción que salía de los pequeños parlantes de la televisión —. La vaca lola, la vaca loca, tiene cabeza y tiene cola, y hace mu~

El pequeño Manwol, de casi ocho meses de edad, estaba sentado en el suelo mientras que en gritos y risas, aplaudía mirando a su papá. Jimin bailaba y hacía movimientos infantiles en frente del cachorro, vestía en su uniforme de trabajo y tenía el cabello rubio recogido hacia atrás. Para el pelinegro era costumbre levantarse por la mañana temprano y encontrarse con estos tipos de momentos casi todos los días, le gustaba mucho verlos divirtiéndose apenas salía el sol. Su compañero amaba con toda su alma a su hijo y siempre lo hacía jugar; de hecho, Manwol era más apegado al dorado que a él.

Al argentum le causó gracias cuando el cachorro intentó ponerse de pie tiempo después sujetándose del sofá a la vez que se caía sentado en su pañal. No evitó soltar una risa llamando la atención de ambos alfas, padre e hijo, que se reían por la caída del más chico.

—Apá — el plateado levantó una ceja cuando Manwol comenzó a hacer pucheritos y levantaba sus dos brazos a dirección suya para que lo cargara —. Apá, apá.

—Gatea hasta papá, Manwol — Jimin susurró cuando se agachó quedando en la estatura del pequeño.

Jungkook caminó hasta ellos y se sentó en el suelo cruzando sus piernas con una sonrisa alegre. Palmeó sus muslos y alentó a su bebé para que fuera hasta a él.

—Ven, Manwol — musitó estirando sus brazos y moviendo sus dedos.

—Vamos pequeño, ve con papá — el aurum dijo sonriendo.

Ambas almas gemelas hicieron contacto visual y se sonrieron con amor. Amaban a su hijo con todo su corazón.

El argentum miró a Manwol que reía mostrando sus pequeños dientecitos delanteros y llevaba sus dos palmas hasta el piso, luego comenzó a arrastrarse en él y pronto dobló sus rodillas comenzando a gatear rápidamente. Jungkook sonrió y soltó una risa cuando el cachorro llegó hasta a él, lo abrazó con fuerza y cariño comenzando a dejarle pequeños besos en las mejillas regordetas.

—Oh, debo marcharme — escuchó que Jimin se ponía de pie sacudiéndose el pantalón y levantó la cabeza para mirarlo. El pequeño comenzó a jugar con la tiara plateada en su frente.

—Dejé el almuerzo dentro de tu mochila en la cocina — le hizo saber.

—Gracias cariño — Jimin le sonrió alegre haciendo que su corazón comenzara a latir con fuerza en su interior. Se sonrojó y su animal aulló feliz.

Si había algo que a Jungkook le gustaba mucho hacer — aparte de custodiar sus tierras en la montaña —, era cocinar para su compañero. Como el plateado era malísimo expresándose, ponía todo su amor en la comida que hacía cuando el rubio se marchaba al trabajo y en la cena cuando regresaba. Amaba ver su expresión alegre cuando degustaba su comida, le hacía sentir querido y le recordaba a sus lobunos cada vez que él cazaba comida para ellos.

Aurum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora