Aurum • Jikook

Extra: Nuntium

Extra: Nuntium

¿Qué voy a hacer? Esa era la única pregunta que estuvo rondando por su cabeza desde la mañana. ¿Qué voy a hacer? Jungkook bufó mirando hacia el techo y acostado en la cerámica fresca de la sala, refregó su espalda con ellas y soltó un gruñido. ¿Qué voy a hacer?

Su corazón palpitaba demasiado rápido y los pequeños rayos del sol de la tarde en primavera que entraban por la ventana, lo hacían sentir mucho más confundido que antes. Cerró los ojos y trató de pensar con tranquilidad sobre su nueva condición, pero no podía estar en silencio cuando su pequeño bebé de un año y seis meses estaba jugando con los bloques de juguetes a su lado y el canto de los pájaros en el bosque parecían un concierto. No podía concentrarse así. Sí él hubiera retrocedido años atrás cuando era el alfa de la montaña Jeon —seguía siéndolo— al mando de su manada, se hubiera convertido en un pulgoso y descendido colinas abajo hasta el arroyo donde el único ruido que había era el del agua y las aves a lo lejos. Sin embrago, ya no podía hacer eso.

Apretándose el labio, bajó su mano derecha hasta su estómago plano por encima de su camiseta y se frotó. No sentía nada y si no sentía nada, era porque allí no había nada. ¿Verdad? Pero estaba equivocado. Quizás su compañero no se había dado cuenta porque la mezcla de aromas entre el suyo y de Manwol en la casa era confusa —aparte de que Jimin no tenía sus sentidos activados como lobuno aún—, pero Jungkook se había dado cuenta en el primer instante cuando se despertó hacía una semana atrás con un aroma a fresas y rosas inundando todos sus sentidos. Entonces prosiguieron los pensamientos de deseos que había dejado de sentir desde que nació Manwol y abrió consigo las náuseas matutinas después de que Jimin se fuera al trabajo.

Estaba hasta las manos.

Tragó en seco con miedo y apretó su vientre plano pensando en cómo le diría a su compañero sobre esto. Aunque no era una noticia que fuera sorpresa, porque Jungkook había sido el primero en mencionar que quería tener una pequeña niña y —prácticamente— obligó a Jimin que dejara de tomar sus pastillas anticonceptivas; entonces después de eso, estuvieron haciéndolo casi todas las noches y cuando ambos entraron en la etapa del celo, no hubo arrepentimientos ni razones para volver hacía atrás y sus celos terminaron hacia una semana atrás. Justo una semana atrás.

—Joder —murmuró el argentum temblando y abrió los ojos mirando hacia la ventana en frente suyo, hacia los árboles y el atardecer que comenzaba a caer de a poco.

Tenía miedo. Tenía miedo porque no sabía cómo iba a funcionar todo esto una vez que la bebé comenzara a crecer dentro de su vientre. Si bien iba a ser mucho más fácil que cuando estuvo embarazado de Manwol, el miedo inundaba por sus entrañas. Jungkook iba a tener una bebé, otro ser vivo creciendo dentro de su estómago y en el mismo lugar donde estuvo Manwol. Con tan solo imaginárselo, le hizo —por parte— saltar de la emoción y sonreír con alegría. A pesar de que los momentos en que estuvo preñado de su primer bebé había sido difícil y las circunstancias otras, con pensamientos de abandonos y sin futuro, ahora que sabía que estaría más tranquilo lo hacía reconfortar y pensar positivamente. De todas maneras, la idea de dar a luz a la bebé como lo hizo aquella mañana con Manwol, le aterraba de sobremanera.

—¿Papá? —escuchó que el pequeño Manwol lo llamaba a su costado y giró la cabeza encontrándose con los ojitos grandes y de ciervos que tenía su bebé.

—¿Mmm? —musitó Jungkook estirando los brazos y levantando al pequeño niño hasta que este estuvo encima de su pecho, lo abrazó con cariño junto a una sonrisa.

—Te quelo —murmuró el pequeño argentum abrazándolo y soltando una risita.

El plateado sintió su corazón dando un vuelco y su lobo ártico movió la cola feliz dentro de su interior. Rápidamente sonrió y abrazó a su hijo dejándole un pequeño beso en la frente donde estaba la tiara, escondiendo su cabecita en el hueco de su cuello.