Pars XXII

21.5K 2.2K 2.6K
                                    


Juró que podía escuchar el sonido que hacían las teclas del piano en el ambiente cada vez daba un paso al frente. El viento de verano caliente golpeando en su rostro era una melodía para su ser y el canto de los búhos en las grandes copas de los árboles lo hicieron estremecer. Nunca antes se había sentido así, libre. Libre. Desplazándose entre las crecidas hiervas como si fuera un león y hundiéndose en el corazón de la pradera mientras que la música nocturna relajaba sus músculos por completo, olfateó ese olor al petricor que lo hizo gruñir de emoción.

Para él no había nada más relajante que regresar a donde quizás, pertenecía. Porque a pesar de haber abandonado su hogar y haberse escabullido entre los humanos diciéndose que jamás regresaría al lobo de su naturaleza, llegó a la conclusión de que no estaba mal enfrentar sus temores y disfrutar de lo que realmente era.

Después de todo, la tiara dorada en su frente y el oro en su pelaje le decía que podía tener el mundo entero con un solo gruñido débil si quería. Pero él no haría eso, seguía sin interesarle la idea de formar una manada y tener poder sobre otras. Él ya tenía suficiente cuidando de dos alfas argentums en casa y trabajando por la mañana en su oficina demasiado pequeña. No tiraría sus años de estudios sólo por revolcarse en el césped y oler traseros nauseabundos.

Park Jimin, alfa aurum de todas las manadas existentes en la tierra y compañero único del alfa argentum de la colonia Jeon, trotó entre medio del herbazal y movió sus orejas puntiagudas cuando escuchó el bramido de un lobo que no conocía en lo más alto de la montaña de Hwangnyeongsan. Frunció su nariz y levantó la cabeza mirando hacia la luna llena encima suyo. Como había sido de costumbre, sintió sus ojos brillar ante la excitación de una nueva pelea y a su animal saltar con fuerza dentro de su interior tras recibir esa resplandeciente luz llena de energía en su alma milenaria. No pudo impedirlo y junto a los cientos de grillos que cantaban a su alrededor, aulló fuerte al cielo estrellado en respuesta de aquel perruno y cerró los ojos por la intensidad de su bramido.

Fuerte y único. De su boca salió el aullido que hizo temblar la tierra y el cielo, seguramente tan fuerte como para distorsionar la gravedad por completo.

Su corona de oro iluminó la oscuridad del lugar y cuando terminó de vociferar, se dio media vuelta y comenzó a correr para enfrentar a los solitarios que comenzaban a adentrarse a las tierras de su compañero. El aurum corrió en sus cuatros patas con rapidez ante el instinto de proteger este terreno de los intrusos y clavó sus afiladas garras en las rocas para comenzar a escalar hasta la cima de la montaña. A pesar de que había estado haciendo este trabajo durante todas las noches desde hacía más de cuatro meses, se le era difícil todavía adaptarse a su nuevo trabajo y el lodo mojado en sus patas era algo que odiaba muchísimo. Después de todo, había estado viviendo como un humano en la ciudad por los últimos veinte años.

Cuando llegó a la exorbitante oscuridad del bosque en el pico de la sierra, trotó y saltó un arbusto tras mirar tres pares de ojos amarillos escabulléndose en medio del sendero que llevaba hasta la cueva de la manada Jeon. Se situó en frente de aquellos tres lobunos y les mostró los colmillos con dominio. Él mandaba aquí ahora. Pensó que estos lo atacarían o lo retarían a una pelea como los cientos de solitarios que solían venir por las noches luego de enterarse que el alfa más poderoso del mundo custodiaba las tierras de Jeon, pero ninguno de ellos parecían ser unos intrusos o lucir con ansias de comenzar una nueva batalla.

"¿¡Qué es lo que quieren!?" ladró poniéndose en posición de defensa y activando todos los sentidos de su animal. No dudaría en atacar si veía un movimiento peligroso, no después de la última tragedia en este mismo lugar.

Sin embargo, aquellos sabuesos se relajaron y él que estaba en el medio comenzó a caminar hasta él. El dorado gruñó imitando su acción, no se iba a quedar atrás.

Aurum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora