Pars III

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Jimin miró de reojo a Jungkook mientras conducía, el lobo parecía tan entusiasmado de ir a la ciudad, porque tenía ambas de sus palmas pegadas al vidrio mientras sonreía como un pequeño niño. Aquello hizo que al rubio le diera ternura y fastidio a la vez, por lo que negó con la cabeza y siguió conduciendo hasta su departamento.

Agradeció que apenas fueran las diez de la noche, él recordó partir temprano a la mañana por lo que supuso que estuvo inconsciente alrededor de toda la tarde. Y también agradeció ponerse un barbijo y evitar que el aroma gustoso del alfa golpeara con brusquedad sus fosas nasales y volviera a sentirse débil.

Bufó e hizo una mueca, ahora no quería recordar lo sucedido con Jungkook y se lamentó en miseria haberse convertido en un lobo otra vez.

Ya no lo haría nunca.

Se sentía tan culpable de haberse traicionado, asimismo, que su pecho se hundió y sintió un nudo en la garganta, la cabeza comenzó a dolerle en ráfagas. Rogó para que cuando despertara mañana temprano, todo háyase sido un sueño y Jaen todavía siguiera a su lado, amándolo.

Jaen.

Con tan solo recordar a la chica, Jimin se sintió más triste de lo que ya estaba. No tenía idea que haría ahora cuando llegara a casa y no viera sus pertenencias, se había acostumbrado tanto a vivir con la muchacha por dos largos años y ahora que se encontraba en la soledad, ya no escucharía nunca más la melodía de su risa. Pero no le daría tantas vueltas, si Jaen realmente era feliz estando al lado de otro hombre que, si podía darle un hijo, entonces Jimin también seria feliz.

Salió de su burbuja cuando escuchó el gruñido intenso del canino que tenía al lado y alarmado, se dio cuenta que aquel le gruñía a un caniche que estaba en el vehículo a su costado, la conductora mirándolo extraño.

—¿Qué estás haciendo? No hagas eso — Jimin dobló en una calle y el automóvil con aquel perruno, desapareció. Jungkook, molesto, se sentó con sus brazos cruzado y miró al frente.

¿Cómo fue que Jimin accedió a que el alfa viniera con él? No lo sabía, él solo entró a su camioneta y el argentum ya estaba sentado en el asiento del copiloto. Tampoco supo cómo fue que Jungkook adivinó su vehículo entre los tantos que habían aparcados en la calle, quizás fue por su olor.

—¿No lo escuchaste? ¡Me estaba insultado! ¿Acaso tu también piensas que mi aroma es feo? ¡Odio a los perros!

Jimin levantó una ceja y olfateó el aire a través de su cubrebocas, quiso golpearse la cabeza cuando el exquisito olor a la menta y madera que lo tuvo loco durante el día, golpeó sus fosas nasales a través de la tela. Había olvidado por completo que se encontraba al lado de quien posiblemente podría ser su compañero de vida. Y no evitó sentirse excitado de nuevo. Se sonrojó y aceleró, procurando llegar rápido a casa.

—No, no puedo olfatear tu aroma — le mintió —. Tampoco escuché cuando el perro te insultó.

Jungkook chasqueó su lengua y soltó un suspiro, recargándose contra el asiento.

—Olvidé que eres un lobo abandonado, tu aroma no me gusta para nada — murmuró con recelo.

Aquello debería sorprenderle a Jimin, pero no lo hizo. Él había estado acostumbrado durante cinco largos años que los demás lobos se burlaran de él por oler extraño. Su aroma también era de menta y madera, como cualquier alfa, a excepción que su menta parecía rancia y la madera llena de humedad.

—Dime, ¿qué vienes hacer aquí? — decidió preguntarle al alfa, luego de varios minutos en silencio donde Jimin no hizo nada más que olfatear disimuladamente al lobo.

Aurum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora