Capítulo 12

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Mar asintió y Andrea se metió dentro de la casa roja por el hueco que había hecho el mutilador. Caminó por el pasillo, subió y entró en una sala muy ancha que Marta no había visto nunca. Había una mesa limpia en el centro y trece sillas alrededor, cofres y estanterías con papeles.

—Sentaos.

Álex y Marta cogieron dos sillas y se sentaron, y Andrea hizo lo mismo pero poniéndose delante de ellos dos.

—Así que a esto le llamas tú "El Final" —dijo clavando los ojos más oscuros de todo el Corazón en los ojos verdes del chico.

—Su... Supongo —balbuceó Álex.

—¿Y qué tenemos que hacer?

—No lo sé.

—Andrea, su mente estaba haciendo cosas muy raras cuando despertó, no se acuerda —dijo Marta.

—Pero podemos hacerle recordar —susurró la jefa.

—¿Qué? ¿Cómo? —preguntó el chico pestañando muchas veces.

—¿Sabías cómo hacernos recordar nuestro pasado y no nos lo has dicho? —exclamó Marta, enfadándose.

Andrea respiró hondo frunciendo el ceño.

—Con la Inyección.

A Marta se le paró el corazón al recordar los cuerpos de las chicas con venas verdes retorciéndose, sus expresiones de dolor y rabia y sus ojos verdes fuera de las órbitas.

Martita, Marta, ¿qué es esa inyección?

—Isa no me explicó qué era. Es... Una especie de antídoto contra las picaduras de mutilador. Andrea, necesito saber más —exigió Marta.

—Esa inyección hace que recuerdes cosas. Cuando despiertas, hay fragmentos, imágenes y nombres que aparecen en tu memoria. Hay chicas aquí a las que les hemos tenido que poner la Inyección, aunque a muy pocas. Elena y Zoe han sido las últimas.

Zoe fue la corredora que la atacó y que decía que ella era la culpable de todo esto.

—Entonces... ¿Lo que dijo Zoe era cierto? —preguntó Marta, asustada.

—Aún no sabemos si esas imágenes son reales o son los fundadores los que nos las meten, ¿vale?

—¿Y quieres ponerle la Inyección a Álex sin saberlo?

—Tenemos que probarlo.

—¡No! ¿Viste cómo reaccionó Zoe? ¡Casi me mata!

—Pero Elena está bien, se ha recuperado, y cuando pueda hablar nos dirá lo que recuerde. Aunque parece que todas están empeñadas en que tú lo provocaste. Las que han recibido la Inyección siempre hablan de una chica que encaja con cómo eres.

—Yo jamás haría algo así, maldita sea —dijo Marta llevándose las manos a la cabeza.

Andrea suspiró.

—En cualquier caso, el pasado es pasado —al decirlo Marta vio cómo apretaba la mandíbula—. Ahora tenemos que preocuparnos de qué hacer esta noche.

—No, harapo. Lo que tenemos que hacer es preocuparnos de salir de aquí antes de esta noche. Y con salir de aquí me refiero a salir del zuco Laberinto —dijo Isa, que acababa de entrar, con tono serio. Ella también estaba cambiada. Andrea la miró—. Vamos, no me mires como si te hubieras pufado en los pantalones, Andreíta, que con esas mejillas tan rojas pareces un tomate —vale, no, no había cambiado.

La corredora se dirigió hacia una silla aleatoria caminando despacio y se sentó soltando un quejido y componiendo una mueca.

—Estás hecha una puf, tío —dijo Marta.

GRUPO B - El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora