Capítulo 15

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Veía a una mujer y a un hombre dados de las manos y sentados en un sofá aunque realmente no veía el sofá, pero lo intuía, al igual que el resto de la imagen. Parecía que la mujer sonreía y lloraba a la vez, y el hombre la abrazaba. Oyó difusamente su nombre, como si no lo hubiera dicho nadie.

"Marta", se volvió a repetir. ¿Era la mujer quien hablaba? La pareja se fue acercando más cada vez hasta que casi pudo tocar su ropa. Entonces observó sus rostros. No tenían ojos, ni boca, ni nariz, o a lo mejor sí. Todo era demasiado confuso. Lo que sí pudo ver con claridad es que la piel de los dos estaba amoratada, con pequeños cortes, desollada en algunas partes y con tiritas. Aun así, la sonrisa de la mujer y el hombre era sincera. Parecía que habían aprendido a vivir con la piel así y que estaban acostumbrados. La mujer la abrazó pero no pudo sentir el calor de su abrazo. Al separarse de ella, vio a su lado a un niño, que a su vez, abrazaba al hombre. Tenía los ojos grandes y de un color verde claro precioso, eso lo pudo ver bien.

"Id con ellos. Sois la salvación de la humanidad, hijos", dijo una voz masculina. Alguien la separó de la pareja y la imagen se puso cada vez más borrosa hasta que desapareció entre manchas negras.

En su lugar, apareció un techo blanco, no llegó a distinguir nada más.

"No te va a doler", dijo una cara justo encima de ella.

"Como sois hermanos y sois perfectamente compatibles, probaremos este prototipo de dispositivo en vosotros".

"¿Lo has oído, Martita? ¡Podremos hablar sin hablar!", oyó que decía una voz infantil. De repente, todo se volvió negro de nuevo.

Se sintió volver a la vida y al girar la cara, se encontró con unos ojos verdes, pero ya no pertenecían a un niño, ahora eran de un adolescente. Estaban en una sala de color azul oscuro.

"Estamos haciendo lo correcto. Ese Laberinto salvará a la humanidad, Martita", articularon sus labios. "Estamos salvando al mundo, nos necesitan, somos superiores". Notó cómo sonreía y asentía.

"He tenido una idea para lo que puede ser el impedimento para que salgan. Unas criaturas así grandes como babosas pero con máquinas tapando la salida, ¿qué te parece?", se oyó decir a ella misma.

"¡Fantástico!", exclamó el chico.

Manchas negras de nuevo. Y de nuevo, la imagen comenzó a esclarecerse. Vio delante de ella el Laberinto desde arriba y las paredes moviéndose. Alzó una mano para tocarlo y la movió para cambiar de perspectiva. Enfocó el centro, amplió y con un botón hizo que una cámara fuera hasta el lugar indicado. Miró a la izquierda para ver la imagen de la cámara, que iba a ras de suelo, y observó cómo trabajaban las chicas, que eran pocas.

"Esto va bien", dijo una voz femenina a su derecha. "Las Variables están siendo aplicadas y los resultados obtenidos son muy buenos. Lo estáis haciendo a la perfección chicos. El Laberinto se ha construido gracias a vosotros, y vuestros méritos tienen que ser reconocidos. ¿Marta Venteo? Aquí. Querida, tengo que decir que la idea de los mutiladores fue genial, te felicito. Y Thomas, has hecho un trabajo excelente con el diseño de las criaturas. ¿Alex Venteo? Ah, no te había visto. Muchacho, las secuencias del Laberinto son una obra maestra, muy bien. Teresa, fantástica la elaboración de los algoritmos de las Variables. Esta tarde nos reuniremos para celebrarlo". La mujer rubia que había dicho todo eso sonrió afablemente y los otros tres adolescentes también.

De repente, el chico al que la mujer había llamado Thomas se acercó a ella poco a poco y para cuando ella puso las manos en su pecho para alejarle, su cara había cambiado. Ahora era mucho más alto, tenía el pelo rubio y largo hasta los hombros y los ojos azules como el mar.

GRUPO B - El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora