Regresamos casi a la medianoche.
Zaid maneja con tranquilidad y en silencio. Puedo escuchar la fricción de las ruedas contra el pavimento húmedo. Comenzó a llover cerca de las diez de la noche. Durante el día, no parecía que esto fuera a pasar, pero el clima en esta región es muy cambiante. Comienzo a sentir el ya conocido terror que me producen las tormentas y sólo ruego porque se mantenga una llovizna.
—¿Qué hablaste con mi madre?—saco mis ojos de la carretera para ponerlos sobre Zaid.
—ella... quería...
—habla bien, por Cristo, Siria—Zaid suena molesto—no entiendo por qué coño tartamudeas cada vez que hablamos.
—preguntó por qué era un vestido rojo y...—tomo una respiración profunda—dijo que debía obedecerlo.
—no dijo nada que no supieras ya—suelta un bufido. Una de sus manos se pone sobre mi muslo y no puedo evitar tensarme—te has comportado bien hoy.
—gracias—logro decir.
—mi madre y unos hombres de confianza te llevaran mañana a conseguir todo lo que necesitas para la boda—dice aún con su mano en mi muslo. Quisiera que la saque, pero sé que eso no pasará. No digo nada y me limito a mirar las gotas en la ventana del auto. Nos detenemos un rato después, ya en la casa de Zaid—espera ahí—el hombre baja del coche, agarrando un paraguas de la guantera y lo abro, cruzando por el frente del auto para abrir mi puerta—ven—pone un brazo sobre mis hombros y me pega a su cuerpo para que ambos entremos debajo de la tela que nos cubre del agua. Para mi desgracia, veo un relámpago iluminar el cielo y un trueno lo sigue, causandome un sobresalto—¿Te asusta la lluvia?
Quisiera mentir, pero de nada sirve.
—solo un poco—murmuro. Logramos llegar a la casa sin mojarnos, justo cuando otro estallido llena el ambiente y la lluvia comienza a caer con más fuerza.
—vamos dentro—Zaid sostiene mi brazo y me impulsa dentro de la casa—ve a cambiarte, ya nos vamos a dormir.
—está bien.
No me quejo ni objeto nada. Voy hacia la habitación en la que Zaid me dejó la noche anterior y busco en el armario algo para dormir. ¿Dónde está mi ropa, de todos modos? Abro todos los cajones, encontrando ropa interior, medias y vestidos, en exceso pero nada de toda esta ropa la traje del convento.
—¿Por qué aún estás vestida?—me sobresalto al sentir a Zaid detrás de mí. No lo escuché entrar.
—no encuentro mi ropa—murmuro.
—¿Qué ropa?
—la que traje del convento, yo... no hay nada mío aquí.
—toda esta ropa es tuya, Siria—Zaid se acerca —todo lo que trajiste del convento no vas a volver a verlo, todo eso quedó atrás.
—pero...—veo la ceja alzada de Zaid y me muerdo la lengua—está bien—sigo buscando entre la ropa, pero no hay nada que pueda usar para dormir.
—te prestaré una camiseta, creo que olvidaron traer pijamas—lo escucho bufar—ven—Zaid me agarra de la mano y pasamos el pasillo hasta una puerta a la que no le presté mucha atención antes. Parece ser una habitación. No está decorada, más que con un escritorio, libros y la enorme cama en el centro.
Escucho otro trueno y me encojo en mi lugar mientras Zaid camina dentro de un vestidor y sale con una camiseta gris.
—gracias—agarro la prenda que me está dando y me giro para salir de la habitación.
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Obediencia |+18| (borrador)
ChickLit-Nada es lo que parece, Siria y debes tener algo muy en claro: "La obediencia puede llevarte al placer más profundo o al castigo más salvaje". Siria vive en lo que ella siempre conoció como un convento. Allí, las Madres educan a las mujeres para se...