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—dame un buen motivo para que no te asesine—Zaid está frente a mi, en el despacho. Me subió a rastras luego de Ahmad y su madre le dijeran que intenté escapar.

—no quiero casarme con usted—le sostengo la mirada.

Escapar no fue una buena idea, pero me cansé. No puedo permitir que se deshagan y hagan de mí como él y su familia quiera.

Volver al convento no es una opción. Nunca lo fue. Lo entiendo ahora. Estar con Zaid y volver al convento es exactamente lo mismo. No seré libre jamás.

—¿Qué te hizo pensar que podrías escapar, Siria?—Zaid da un paso al frente.

—No quiero esto, no quiero ser su esposa, ¡No lo quiero!

—¡Me importa un carajo!—Zaid se acerca y bruscamente toma mi rostro con su mano. Suelto un gemido de dolor, ya que presiona el golpe que me dio uno de sus hombres. Él se detiene en su arranque de furia y me mira—¿Quién te golpeó?—no digo nada. No respondo. Le sostengo la mirada, sin embargo. No pienso bajar mis ojos de nuevo—respondeme.

—¿Qué le importa? No es distinto a lo que usted hace, también me golpeó.

—yo te corregí y lo seguiré haciendo hasta que entiendas cuál es tu maldito lugar—sisea—ahora dime quién coño te puso una mano encima, porque lo mataré.

—no sé su nombre—digo—era uno de los hombres que vino con su madre, no lo conozco.

—¿Por qué mierda intentaste escapar?—habla más tranquilo.

—no quiero esto, Zaid, no quiero casarme, no quiero que un hombre haga con mi vida lo que quiera. Nunca he sido libre, jamás—hablo con rapidez, sin darme cuenta de mi error—en el convento con las madres, no era libre y ahora tampoco.

El hombre se queda callado unos cuantos segundos.

—me llamaste Zaid—lo miro sin decir nada—lo lamento, Siria, pero no voy a dejarte ir. No voy a negociar esto y serás mi esposa, así que ve haciéndote a la idea.

—volveré a escapar.

—intentalo—él levanta el mentón—pero ten en cuenta, que todos sabrán que eres mi mujer, nadie se atreverá a hacer algo en mi contra. Estarás sola.

—no me importa, prefiero estar sola que seguir aquí.

—¿Prefieres estar sola?—Zaid me mira con un brillo desafiante—bien, te quedaras sola—me agarra con brusquedad del brazo y cruzamos el pasillo hacia la habitación en la que dormí sola.

—¡No, lo prometiste!—no me importa gritar y sacudirme cuando veo que su intención es encerrarme.

Zaid me empuja dentro de la habitación y por poco caigo.

—¡Ibas a comportarte, Siria!—me grita. Me estremezco. Su voz es dura—no vas a salir de aquí hasta que nos casemos, ¡Por tu culpa! Tú te lo buscaste.

Retrocedo un paso cuando él se acerca pero no logro esquivarlo y me agarra de los brazos. Logra tumbarme sobre sus piernas y levanta el vestido, descargando su mano, de nuevo contra mi culo.

Aunque me retuerzo e intento salir de esto, Zaid logra darme al menos veinte golpes.

detente.

—¡Espere!

—deja de moverte o seguiré hasta que no puedas sentarte—me da otros diez golpes antes de detenerse—vendré a castigarte todos los días hasta que nos casemos, Siria. Vas a aprender cuál es tu lugar—dice, poniéndome en pie. Pasa sus dedos por debajo de mis ojos, secando mis lágrimas y lo escucho suspirar—podrías haberte ahorrado todo esto, ¿Sabes? Eres una tonta por querer irte de aquí. ¿A dónde te hubieras ido?

Obediencia |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora