Zaid me da una sonrisa leve mientras me guía hasta la cama, donde me siento.
-no quiero que estés nerviosa, cariño.
-entonces no me hagas esto, por favor-le digo, mirando sus ojos azules y profundos- por favor, Zaid, yo...
-en serio, Siria- Zaid me mira, aún parado y yo tengo que mover mi cuello para poder verlo a la cara-¿No dijiste que ibas a cooperar?
Yo no siento que esté cooperando, no siento que haya forma en la que pueda sentirme cómoda con esto, pero que, si no cedo, las consecuencias serán malas. Ni siquiera puedo salir, estamos en un avión, a miles de metros de altura, con destino desconocido y no tengo escapatoria. Más que cooperativa, me siento acorralada.
-¿No tengo opción, no?
-Siria...- Zaid se sienta a mi lado en la cama, con sus ojos taladrando los míos- por favor.
-¿Por qué? ¿Por qué todo tiene que ser así? - pregunto, pasando con brusquedad una mano por mi mejilla cuando una lágrima cae de mi ojo- no entiendo, ¿Por qué? ¿Por qué tenemos que sufrir tanto?
Zaid no dice nada por unos cuántos segundos.
-no sé quieres que te diga.
-¡No quiero que digas nada! - chillo- no quería casarme, no quiero que mi primera vez sea en un avión, no quiero nada de esto- digo, con la voz entrecortada por el llanto- pero no puedo escaparme, no puedo detenerte porque vas a golpearme o me amenazarás con lastimar a mi amiga, pero no quiero esto- digo, con mis ojos clavados en su rostro- yo... pensé en luchar, ¿Sabes? Pensé en escapar, en dejar toda esta porquería atrás, pero no podría irme a ningún lado- digo, cerrando los ojos por un segundo - mucho menos estando casada.
-no puedes escaparte de mi.
-lo sé- digo, sentenciada- lo sé y por eso no lo hice- sorbo y seco mis lágrimas- pero no quiero más castigos, no quiero que me atrapes o que me hagas... esto- digo, señalándonos, yo en ropa interior y él con su camisa a medio abrochar.
-podrías disfrutar de esto, de tu vida fuera del convento si no fueras tan respondona- él suelta un suspiro - bien, entonces esperemos a llegar a la isla- Zaid se levanta de la cama- no soy un hijo de puta, Siria- lo miro, sin poder creer que cedió- y no te acostumbres a esto, porque la vida no es así y te servirá más aprender a ser un poco más obediente y sumisa. Las mujeres respondonas no sobreviven en nuestro mundo- me dice, con un brillo extraño en los ojos- te guste o no, esa es la realidad que nos toca.
Lo veo salir de la habitación dando un portazo y yo tardo unos segundos en aceptar que, al menos esta pequeña batalla, la gané. No evité nada, solo lo postergué. Salto de la cama, viendo el vestido de novia en el suelo y lo levanto, con la intención de sacarlo de ahí. Busco ropa en mi valija y voy al baño, que es mucho más pequeño que el de la casa - teniendo en cuenta que estamos en un avión, es grande - y saco todo el maquillaje y las horquillas del pelo, aunque no son muchas.
No puedo dejar de pensar que Zaid me escuchó, por primera vez, me escuchó. Realmente lo hizo y se detuvo. Me encantaría creer que él se comportará así siempre y que podré detenerlo, pero no es así. Lo sé.
Me miro en el espejo, observando el maquillaje corrido y la imagen devastada que me doy a mi misma. Mi reflejo me asquea.
-todo saldrá bien.
Intento reconfortarme a mí misma y me pongo la ropa que agarré. Solo es un vestido floreado por debajo de las rodillas y unos zapatos bajos. Cuando ya estoy cambiada, salgo de la habitación, viendo a Zaid a unos cuantos metros, sentado en uno de los cómodos sofás. Tiene un libro en las manos y hay una taza de café en la mesa frente a él.
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Obediencia |+18| (borrador)
ChickLit-Nada es lo que parece, Siria y debes tener algo muy en claro: "La obediencia puede llevarte al placer más profundo o al castigo más salvaje". Siria vive en lo que ella siempre conoció como un convento. Allí, las Madres educan a las mujeres para se...