...

215 9 0
                                    


-Es que no me parece. –Afirmó Rebecca.
-¿Qué cosa?
-Es qué, es que... es decir, Naty, mi amor, nosotras no podríamos deshacernos de Michelle, es nuestra hija, Lena no va a poder simplemente regalar a su bebé.
-Yulia va a dejar a Said. –Dijo la pelirroja. –Va a ser nuestro bebé.
-No me parece... ¿Por qué no lo deja ya?
-Dice que no tiene dinero.
-Nosotras no teníamos dinero y Michelle está bien.
-Sí, está bien pero... Yulia quiere hacerse cargo.
-Es que no me parece.
-Mi vida, mi amor, deja de meter cizaña en la relación de Yulia y Lena. –Le pidió Natalia tomándola de las manos.
-Bien, te deseo mucha suerte, es solo que tu bebé... alguien chiquito... que crecerá en ti... vas a sentirlo desde el inicio...
-Dije que te detuvieras, sí Lena quiere darle a Yulia a su bebé, es su problema.
-No se lo voy a dar, va a ser nuestro.
-¿Ves? –Expresó Natalia al ponerse de pie.-Voy a ver si Michelle ya despertó y nos vamos a la clínica.
-No puedo creer que ya sea hoy. –Dijo Lena con un brillo en los ojos.
-Sí, es hoy... pero... ¿Me repites cómo demonios van a engañar a Said? –Preguntó Rebecca sacando su cámara fotográfica y tomándole fotos mientras hablaba.
-Bueno, Lara es amiga íntima de una médica, vamos a utilizar el esperma de un hombre con las características físicas particulares de Yulia, y el de Said, lo vamos a desechar.
-¿De quién no es amiga íntima Lara? –Preguntó Natalia de forma irónica con su hija en brazos; al momento la lente de la cámara de Rebecca dejó de enfocarse en Lena y se dirigió hacia su hija y su mujer.
-Eso es verdad. –Dijo Rebecca con una sonrisa. -Me gustaría conocer a toda le gente que conoce.
-Para eso hay tiempo. Para llegar a la clínica, no, ¿Nos vamos?
-Claro.

*
-Esto es incómodo.
-¿Quieres un hijo o no? –Le preguntó Yulia a Said.
-Claro que sí.
-Entonces hazlo.
-Es qué es raro.
-¿Quieres qué te deje solo? Por qué tú fuiste el que quiso que entrara a verte hacerlo.
-No a verme... a ayudarme.
-Ah... ¿Cómo?
-No sé... sería lindo si te quitaras la ropa.
-Para eso te dieron todas estas revistas pornográficas, también hay videos...
-Sí, ¿Paro para qué quiero eso teniendo una mujer cómo tú?
-Mi vida... no quiero lucir agitada y sudorosa, yo voy a llevarle el esperma a Lena.
-Por favor... no tienes que hacer nada, solo... quítate la ropa.
-Bien... pero no voy a hacer nada, quiero lucir decente para ella. –Dijo quitando su blusa de forma torpe, al igual que su pantalón y su ropa interior, el cuarto era un lugar pequeño pintado de un color tenue que promovía un ambiente relajado; ella pudo sentir la mirada libidinosa sobre su cuerpo y el remordimiento la llenó. "No quiero seguir haciendo esto" pensó mientras Said hacía lo suyo.

Tras ponerse la ropa de nuevo, salió del pequeño cuarto con el frasco esterilizado en ambas manos, sentía el cuerpo llenos de pesar y sin poderlo controlar entró al baño y vomitó de forma automática al estar frente a la taza...
-Perdóname Said, no eres tú, soy yo, de verdad. –Dijo en vos apenas audible mientras lloraba. Le echó una mirada al frasco y a su contenido, en él vio un posible futuro hijo, un hijo que tenía derecho a vivir pero que ella no deseaba, en un frío movimiento lo vació su al escusado antes de tirar de la cadena.
Temblorosa se levantó del suelo y se lavó la cara, debía lucir bien para Lena.

Yulia entró en la habitación, ahora llevaba el tubo de ensayo con el contenido indicado y era cómo si lo de hace unos minutos no hubiera pasado. Miró a Elena en la camilla, esta le sonrió, con nerviosismo limpiaba el sudor de sus manos en la sábana
-Entonces... ¿Qué es lo que vamos a hacer?-Preguntó Lena de forma inocente, ella sabía qué era lo que pasaría pero eso no significaba que la idea le fuera agradable.
-m... pues...
-Ay....
-Asi funciona esto, nena.
-Ya se...
-Tranquila.
Dios, que asco. –Dijo Elena mirando el tubo de ensayo que sostenía Yulia.
-Hey! Nuestro bebé no es asqueroso. –Dijo fingiendo indignación.
-"nuestro" repitió estirándole las manos para abrazarla.
-Te amo. –Le dijo teniéndola en sus brazos.
-Yo a tí, hagamos esto antes de que me de de un ataque de pánico. –Dijo sonriendo.
-No, no tranquila, tú estate tranquila, además estás en una posición tan antojable... -Expresó besándole tiernamente la mano lo que hiso que se sonrojara.
-¿Listas? –Preguntó la doctora entrando con los guantes recién puestos.
-Hágalo por favor. –Pidió la pelirroja. –Esta posición daña mi dignidad. –Dijo con ambas manos en la cara.
-Tranquila, estoy aquí contigo. –Expresó Yulia al tomarla de la mano.
-Esto será rápido, no te va a doler. –Dijo la doctora mientras introducía el esperma en ella.
Lena no se quejó solo apretó la mano de Yulia mientras sucedía y una lágrima se escapó de su ojo.
-No pasa nada, ya pasó. –Le dijo Yulia limpiándole la lágrima. –Todo está bien, seremos mamás.
Lena sonrió; la doctora le juntó las piernas y le ordenó quedarse en la misma posición.
-Esto es tan irreal.
-Y vaya que sí. Te amo Lenita, te amo.
-¡Más te vale!
Yulia no pudo evitar reírse. –Es demasiado pronto para que te pongas hormonal, saca de tu sistema la paranoia, porque yo soy para siempre.
-¿No me abandonarás y nos dejarás a mí y a nuestro bebé solos e indefensos contra el mundo?
-No, claro que no, van a ser la dos personas más consentidas del mundo, para siempre.
-Eso de "Para siempre" me agrada mucho. –Le dijo aprensivamente mientras pedía un abrazo con ambas manos.

-¿Podemos pasar? –Preguntó Lara sonriente mientras pasaba y Natalia y Rebecca detrás de ella.
-Ay, ya pasaron, no tiene caso que pidan permiso. –Dijo Yulia.
-Se llama cortesía Yulia, yo soy muy cortés.
-Claro.
-¿Y bien, Cómo te sientes futura mami?
-Aún eso no es definitivo, puede que si pase y puede que no pase. –Dijo Lena intentando no ilusionarse.
-Claro que si va a pasar, estas en la mera edad, en el mero día, o sea, nada puede salir mal. –Dijo Lara con su característico tono desinteresado.
-Bien, como tú digas.
-Sì, mira, esperamos una semana, haces la prueba, sale positiva y nos emocionamos comprando ropa y zapatos y cuna, y pintamos el cuarto!
-Ese si es entusiasmo. –Expresó Yulia sonriente.
-¿Te gustaría una niña o un niño? –Preguntó Lara
-Ni lo he pensado, creo que da lo mismo.
-Ay no inventes, que cursi sonaste.
-Es que es la verdad, un bebé es un regalo, sea niña o niño.
-Eso es verdad. –Dijo Yulia acariciándole el cabello.
-Dios, son tan lindas. –Señaló Lara con las manos sobre la boca. -¿Les parece si vamos a celebrar allá con Gina?
-Creo que seré su mesera. –Dijo Rebecca.
-¿Ya te tienes que ir? –Preguntó Natalia con desánimo.
-Sí mi amor, pero las veo en la noche. –Le dijo al besarla. –Adiós hijita. –Le dijo acariciándole el cabello y besándole la mejilla.
-Adiós, ma. –Dijo la pequeña quien apenas comenzaba a formar oraciones. -¿mami, puedo ir con ma?
-No hija, es el trabajo.
-ven Michie. –Le dijo Yulia recibiéndola de las manos de Natalia. -¿Te digo un secreto?
-ajá.
-Tu tía Lena va a tener un bebé.
-¿Yo bebé? –pregunto sorprendida.
-No, tú no, un bebé, va a crecer dentro de tu tía Lena. –Le explicó poniendo una mano sobre el vientre de su pelirroja.
-¿Chiquito? –Preguntó la pequeña juntando su dedo índice y pulgar para indicar el tamaño.
-Sí. –Dijo con una sonrisa. –Yo quiero una así. –Expresó a los presentes mientras la abrazaba fuerte.
-Vamos a tener uno así, no te preocupes por eso. –Dijo Lena comenzando a incorporarse.
-Pero Lena, debes quedarte quieta, recuéstate.
-No, Yul, ya estuvo.
-¿Qué?
-Mi cuerpo me dice que ya no es necesario que esté acostada.
-¿De verdad?
-Sí.
-Pero am...
-Pero nada.
-Ok, tu sabes.
-Sí, yo sé. –Dijo sonriente.
-Bien, ¿Vamos a celebrar? –Preguntó Lara.
-Claro. –Dijo Lena. –Solo me pongo mi ropa.
-Bien, te esperamos.
Las mujeres salieron de la clínica de forma animada, como si nada en el mundo pudiera arruinar su momento, solo un dejo de tristeza marcaba los ojos de Yulia, muchas veces uno no se da cuenta de qué tan cruel puede llegar a ser y desde el momento en que se prestó para engañar a Said, se dio cuenta de algo: por Lena, ella haría cualquier cosa.
Pasaron un par de semanas y la prueba de embarazo salió positiva, algo que Lena ya sabía pero que debían confirmar por todos los métodos posibles para que Yulia lo pudiera asimilar, no cabía en su propio asombro, de pronto todo se convirtió en un mar de preparativos, opciones, visitas médicas y compra de ropa y accesorios en colores neutros y azul.
Yulia usaba eso como excusa para nunca estar en casa y Lena simplemente amaba el hecho de ser el centro del mundo de su mujer.
Podían sentirse realizadas al ver a otros niños, deseosas de que los 9 meses pasaran rápido, esperando que todo estuviera bien y que no hubiera problemas.
Y poco a poco la rutina de sus vidas fue girando en torno a un propósito, un bello propósito que con la simple idea lograba hacerlas sonreír y sentirse plenas.
-Es que... un bebé, Lena, ¡Un bebé! Es demasiado bueno para ser cierto.
-Sí, lo es, pero de verdad es verdad.
Yulia sonrió y la abrazó dejándole una de sus manos sobre el vientre. –Lo vamos a hacer bien, ¿Verdad Len? Seremos buenas madres.
-Claro que sí.
-Admiro tu seguridad.
-No tiene por qué salir mal algo tan bien planeado. –Le dijo.
-No quiero, pero ya me tengo que ir. –Dijo mirando su reloj.
-No, por favor, es traumático que te vayas.
-Volveré, nos vemos mañana ¿Sí?
-Bien, ya te extraño.
-Yo a ti. –Le dijo y la besó. Se levantó de la cama y se puso ropa para salir de su mundo perfecto y entrara a su vida normal, en la cual le pertenecía a un hombre.
*

-No, esto no está bien. –Dijo al levantarse de improvisto a media noche. –Oh, Dios, moriré. Aaaa! –Gritó mientras corría al baño y vomitaba
-¿Estás bien, Lena? –Preguntó Natalia deteniéndole los rizos rojos.
-No, todo se mueve, todo se mueve, moriré.
-No, es normal, eso pasa los primeros 3 o 4 meses.
Lena comenzó a llorar, Natalia la abrazó y se quedó junto a ella.
*

-Buenos días, ¿Quiere la mesa de siempre? –Le preguntó la mesera a Yulia.
-Claro, y a Lena.
-No vino, se reportó enferma.
-¡¿Qué?! ¿Por qué? ¿Y Natalia?
-Aquí estoy, que bueno que llegaste, ¿Puedes ir a cuidarla? Rebecca y Michelle van a ir a comprar zapatos. –Le pidió Natalia.
-¿Qué tiene Lena?
-Lo normal, hasta lo que respira vomita.
-Dios... eso no está bien, yo debo de poder cuidarla.
-Pues ve a cuidarla, es tuya, estas actuando muy tontamente.

Yulia se dio media vuelta y condujo contrariada hasta el departamento, sin prestar atención en el camino, afuera de la casa jugaba Michelle con Rebecca.
-Tía Yuli! –Gritó La pequeña.
-Hola Michie, hola Rebe.
-Hola Yulia, ¿Dónde estuviste anoche? ¿Por qué abandonas a la madre de tú hijo?
-Yo no la abandoné, simplemente no sabía.
-M... ve por tu suéter michie, ya nos vamos.
-Sí ma. –Contestó la pequeña.
-Voy a pasar con Lena. –Dijo Yulia.
-Te estás tardando. –contestó hostilmente.
Yulia caminó temerosa y abrió la puerta del cuarto de la pelirroja. Las cortinas estaba cerradas y ella era un bulto debajo de las cobijas, cerró la puerta detrás de ella y escuchó a Lena quejarse.
-Soy yo, mi amor, ¿Cómo estás?
-Ahora bien. –Dijo apenas audiblemente.
-Perdón.
-¿Por qué?
-Por no estar aquí en la noche, tengo que cuidarlos.
-Eso es cierto, pero ahora ya estás aquí, quédate conmigo, por favor.
Yulia se sentó en la cama, se quitó los tacones y se metió en las cobijas.
-Ahhh. –No muevas tanto la cama.
-Perdón.
-Abrázame.
-Lo que tú pidas, hermosa.
-Hacer un bebé es más difícil de lo que dicen.
-Me imagino.
-¿Cuánto tiempo tienes sintiéndote así?
-Desde la madrugada... te extrañé.
-Lo sé, yo a ti, Naty y Rebe me regañaron.
-Solo quieren cuidarme, piensan que lo que hago es una locura...
-¿Embarazarte?
-No, darte un bebé... dicen que no vas a dejar a Said.
-Lo voy a hacer, te lo juro, te lo juro, va a ser nuestro bebé.
-Es nuestro bebé.
-Lo es. ¿Qué es lo que sientes?
-Oh, es como si el mundo se moviera, como si mi cuerpo fuera ligero y mi cabeza pesada, me siento débil y con hambre y comer me hace vomitar y dormir es cómodo pero no puedo y creo que estoy más delgada, ¿Eso es normal?
-No tengo idea, ¿Quieres que te lleve al médico?
-No tengo ganas de contestar eso, haz lo que tu pienses mejor.
-Sacaré cita con el médico en este momento. –Dijo sacando su celular sin dejar de abrazarla.
-¿Mi amor? –inquirió Lena
-¿Qué pasa?
-¿Puede ser un doctor mujer?
-Claro que sí, todo está bien.
-Tengo miedo.
-No tengas, yo estoy aquí, no estás sola.
-Es que pierdo el control de mi propio cuerpo y mente.
-No te voy a dejar.
Yulia pudo sentirla sonreír y ambas guardaron unos minutos de silencio tras sacar la cita médica.
-¿Te sientes mejor? –Le preguntó Yulia tras escucharla dar un suspiro similar a los de alivio.
-Un poco, tengo hambre, llévame a comer algo.
-¿Qué se te antoja?
-Quiero algo que sepa a lo que huele tu perfume.
-No traigo perfume Len.
-Pero hueles rico.
Yulia se llevó el brazo a la nariz e intentó olerse. –No huelo nada.
-Sí, a... como a melón con dulce.
-Aahh, es mi jabón.
-¿Tú jabón? ¿Puedo comerme tú jabón?
Yulia comenzó a reírse. –Me encanta tu olfato extremo, pero no creo que sea sensato que te comas mi jabón.
-Eso pensé, ¿No me vas a alimentar? ¡A mí! La madre de tú hijo!
-Sí, es solo que casualmente hoy, no abren la tienda de jabones... ¿Se te antoja algo más?
-Unas, muchas uvas, y uvas viejitas.
-¿Pasas?
-Sí eso, y ciruelas y vino.
-wow, y luego te preguntas por qué estás adelgazando, ¿No se te antoja un poco de fibra o linaza? –Preguntó esto último en tono burlón.
-¡No me critiques! –Dijo soltando de manera inmediata el abrazo y haciéndose bola en la cama.
-Ay, perdón, perdóname, soy muy injusta con tus antojos.
-No son míos, son los de tú hijo, discúlpate con él.
-Bien, lo haré. –Dijo hundiéndose en las cobijas y posándose entre sus piernas. –Perdón bebé. –Expresó bajándole el pantalón y subiéndole la playera a Lena. –Yo te voy a cumplir todos tus antojos. –Dijo al besarle el vientre. –Ahorita estas chiquito, eres así como una lenteja... pero te amo tanto, tanto, a ti y a tu mami, no tienes ni idea. –Siguió diciendo entre besos. –Me muero de ganas de verte, ¿Podrías no causarle tantos ascos a tú mamita? Ella es muy buena. –Le dijo y le dio un último beso antes de bajarle la playera y subirle el pantalón, la acarició suavemente y subió a la altura de su pelirroja.
-Eso fue muy Lindo bonita, nuestro bebé está contento. Le gustas. –Dijo con la mirada vidriosa.
-Claro que le gusto, soy su mamá.
-Bésame. –Le pidió y al segundo fue complacida. –Ya sé de qué tengo ganas.
-¿De qué cosa, hermosa?
-De ti. –Le dijo tomándole la mano e introduciéndola en su ropa interior.
-Ohh... Elena, estás...
-Sí, mucho y para ti, hasme tuya.
Yulia sonrió explícitamente y volvió a meterse a las cobijas, la acarició y la enloqueció antes de hacerla completamente suya, tratando ese cuerpo que la complementaba y fascinaba de forma tierna y salvaje hasta que los gemidos de las dos llenaron la casa.
-Más. –Pedía Lena una y otra vez mientras Yulia encantada intentaba complacerla.
Todo ese día se quedaron en cama. Incluso en la noche también, Yulia se disculpó con Said y se quedó con Lena quien insistía que podía cuidarse pero Yulia tenía una promesa que cumplir.
Esa fue la primera noche que Yulia se sintió totalmente inútil e impotente y fue capáz de comprender la realidad; Lena no durmió, desde la una de la mañana se mantuvo sentada junto al baño con Yulia a su lado.
La culpa y el dolor la llenaban con solo mirar el cuerpo suelto de su amada, eliminando lo que ni siquiera había comido, pudo comprender por qué Natalia y Rebecca se enojaron con ella al no estar junto a Lena.
A Las 7 de la mañana, pudo levantar el cuerpo exhausto y semi-consiente, en sus brazos la llevó hasta la cama y la miró descansar como a un ángel, la imagen le era demasiado familiar, le recordaba aquella vez que la vio dormida por primera vez, sobre su cama, recordó su pensamiento infantil de "Elena y sus gérmenes de bebé" y se dio cuenta de que todo lo que pudo haber imaginado de esa pequeña, no se comparaba para nada con lo que estaban viviendo en ese momento, ni mucho menos con lo que les esperaba.
Un par de horas después, Lena volvió a despertar, llena de pesar y ansiedad. Pudieron darse cuenta de que sus horas "buena y sana" eran de 12 del día a 12 de la noche y que le demás tiempo era pura tortura a su cuerpo.
-No más sexo nena. –Le dijo Yulia mientras se bañaba con ella para ir al médico.
-No controlo las ganas.
-Es que debes guardar energía.
-Te digo que es como un antojo.
-No importa.
-Jugaré sola.
Yulia sonrio y la abrazó mientras la besaba. –Te cansarás más rápido si juegas sola.
-¿Y qué?
-Bien, no eliminaré el sexo, solo lo... dosificaré.
-Que aburrida eres.
-Que hermosa eres.
-No me compras con eso.
-Es la verdad! –Exclamó.
-Por eso.
-Ay Len, eres el colmo. –Dijo entre risas.
-¿Acaso es mentira?
-No claro que no, eres hermosa y me encanta que lo sepas. Te amo.
-Yo a ti... Salgamos de aquí antes de que nos convirtamos en pasas y nos coma.
-Dios... me he reído más desde que volviste que en los 5 años sin ti.
-Yo también. –Expresó conforme.
*

-Mamá! Estoy en casa, ¿Estás en casa? –Preguntó Said.
-Sí hijo, ¿De nuevo vas a comer aquí?
-Sí quieres me voy. –Dijo sentido.
-No, no hijo, para nada, ven siéntate, la comida ya va a estar lista, ¿Dónde está esa tú esposa ahora?
-Cuidando a Elena, y no le digas "esa" se llama Yulia, mamá, tu sabes que la amo.
-Pues no sé por qué, solo se junta con lesbianas, siempre, eso no es decente, ¿Tienes idea de todo lo que dice la gente?
-Mamá, yo confío en Yulia, ella me ama, jamás haría nada que dañara la forma en que todos la ven.
-No me da confianza, además... ¿Por qué ocupa pasar tanto tiempo con esa niña?
-No es una niña, es la madre biológica de mi hijo.
-M... te digo que eso no me da buena espina, te juro que aguanto a esas dos solo por ti, solamente porque en su vientre lleva a mi nieto, pero créeme, que se las van a ver fuertes conmigo en el instante en que me hagan enojar.
-Mamá Yulia te quiere, ¿Por qué tu no la quieres?
-Es una mujer a medias, Said, no sirve, si hubiera sabido que no podía tener hijos te juro que no hubiera aprobado su matrimonio, simplemente... sería más fácil, no nos veríamos en esta controversial situación.
-Mamá, me ofendes, yo amo a Yulia, es la mujer de mi vida, ella me va a dar un hijo, vamos a ser felices y no hay nadie que pueda cambiar eso.


Algun DiaWhere stories live. Discover now