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-Es que... véala, doctora, está toda flaca. –Exclamó Yulia.
-¡Hey! –Se quejó Lena.
-Pero hermosa. –Aclaró y Lena sonrió.
-Es normal que al inicio del embarazo se pierda un poco de peso, sería grave si continua así, dese el lujo de cumplirse sus antojos en sus horas buenas y procure no estar muy llena cuando se acerquen sus horas malas, es importante que recuerde que este estado de nauseas no va a durar para siempre.
Las dos mujeres suspiraron con alivio y se sonrieron.
-Pero nuestro bebé está bien, ¿Cierto? –Preguntó Yulia con un poco de ansiedad.
-Sí, está bien, les recomiendo que se relajen y que eviten todo tipo de tensiones.
-Yo me encargo.-Dijo Yulia mirando a Lena con una sonrisa tierna y comprensiva.
*

-tres días, llevas aquí TRES días, sin ver a Said, eres magnífica. –Dijo Lara con orguyo.
-Shhh, no hagas ruido, quiero que descanse, la ha pasado muy mal, ¿Qué haces aquí?
-Ay Dios... nena, te ves mal.
-Lo sé, ¿A qué viniste?
-Bueno, querida, m... Gina habló con migo, Lena ha faltado al trabajo... no pueden seguirle pagando, los demás empelados comienzan a quejarse de que Lena tiene preferencia.
-¿Me estás diciendo que vienes a despedir a Lena?
-Pues sí... a menos que vaya a trabajar mañana.
-Lara... pero ni siquiera camina derecha, le da asco todo... pero... no la puedes despedir, necesita el trabajo.
-No, Yul, te tiene a ti, toma esto como una llamada de atención a tus prioridades.
Una risa irónica se escapó de su boca. –Hazla entender eso, es tan terca.
-Ay pobrecita, ¿Se siente muy mal?
-Sí, no duerme casi, vomita todo, es mi culpa... te juro que quiero un bebé con ella, pero el bebé le está... ay no sé, es como si le estuviera absorbiendo la vida, está tan delgada, se ve tan vulnerable y al mismo tiempo tan hermosa.
-Bueno... creo que lo que acabas de decir, casi tuvo sentido.
-Ay es que no he dormido.
-Me voy, descanza ¿Si? Y busca un trabajo, por Dios, tienes una familia que mantener.
-Lo haré, de verdad.
-Bien, cuídate mucho, ya me voy.
-Ok, nos vemos. –Dijo un poco abrumada.
Cuando se quedó sola se mantuvo pensativa y distante del mundo y sus ideas le llenaron la cabeza hasta que su vos quejosa favorita la llamó contrariáda por su ausencia en la cama.
-Aquí estoy Len, tranquila.
-Soñé que te ibas.
-No, no, si me voy te llevo.
-Me siento muy mal.
-¿Sientes asco?
-No, bueno, si, mucho, quiero... ay no quiero nada.
-¿Un abrazo?
-No, tengo calor.
-Esto es demasiado, nos vamos de aquí.
-¿A dónde me quieres llevar?
-A casa, aun allí está tu cama grande y tu cuarto tiene clima controlado y baño, y todo esta listo... aquí sufres y fastidiamos a tus compañeras.
-Haz lo que tú quieras, no quiero pensar y confió en ti.
-Bien, te amo.
-Yo a ti, no te vayas. –Dijo y se volvió a quedar dormida.

Yulis salió de la habitación y busco en su bolsa el celular apagado.
-¿Said, puedes venir por nosotras? –Le dijo al teléfono.
-Por supuesto, ¿Están bien?
-Ya nos verás, quiero llevármela a la casa ¿Eso está bien?
-Ya sabes que sí, llego en 20 minutos.
-Gracias. –Dijo y colgó el teléfono en un suspiro confundido.
Volvió a la habitación y comenzó a guardar la ropa de Lena.
Tuvo la sensación de que las cosas estaban pasando demasiado rápido desde el momento en que volvió Lena y se sintió deseosa de ir mas lento.
-Me duele la cabeza. –Dijo la pelirroja abriendo lentamente los ojos y mirándola meter cosas en la maleta.
-Todo está bien, no te presiones.
-No te lleves toda mi ropa, voy a volver.
-No, quédate conmigo.
-No quiero vivir con la competencia.
-No es competencia, eres mi reina.
-No te lleves toda mi ropa. –Repitió irritada.
-Bien, solo llevo algunas cosas.
-Bien.
-¿Estás enojada conmigo?
-No, solo el bebé.
-¿Qué le molesta?
-Dice que está celoso.
-¿De qué?
-De Said.
-¿Estás segura de que es el bebé el que está celoso?
-Claro, ¿Qué insinúas?
-Nada, perdón, que puedo hacer para que se sienta mejor?
-No puedes hacer nada, solo dinos que nos amas sobre todas las cosas.
-Lo hago, ustedes son lo más importante para mí, los amo.
-Dice que no se nota.
Yulia sonrió ante la curiosa situación y se subió a la cama. –Lena y bebé, los amo, mucho, son mi vida, perdónenme por ser tan injusta y cruel con ustedes, es que es mi primera vez rompiendo los moldes de mi vida, y me pongo torpe, pero los amo. –Dijo y besó a Lena. -¿El bebé me perdonará?
-Sí, contestó un poco relajada.
-¿Y tú?
-También.
-Gracias. Me levantaré pera buscarte un suéter.
-Tengo calor.
-Pero afuera hace frio.
-Me gusta.
-¿El frio? Ay Lena, no creo que sea conveniente, si te enfermas no te podremos medicar...
-No, bonita... es decir, si me encanta el frio, me refiero a que me encanta la forma protectora como me cuidas.
-Me gusta cuidarte, Lena, me encanta tu actitud y la fuerza que tienes, eres mi héroe. Te amo.
-Te amo, el bebé está contento contigo.
-magnífico! –Exclamó.
Lena se rio por la expresión y abrió los brazos para recibirla.
-Lena, aun no te busco el suéter.
-Caliéntame tú.
-Lo haré, lo prometo, en cuanto estemos en casa.
-Que flojera tener que moverme.
-Yo te cargo.
-Te apuesto lo que quieras a que me cargará tu esposo.
-¿Qué sugieres?
-Nada, que lastima que perdí peso, estaré más ligera... me pondré suelta para que le pese.
-Como quieras. –Dijo riendo. –Tus planes malvados son deliciosamente inocentes.
-Es culpa de tú bebé, me siento como una niña de 10 años caprichosa ¿Cómo me soportas?
-Eres mi vida, te amo, cada parte de ti, sería hipócrita de mi parte no amar tus hormonas.
*
-Me tengo que ir madre. –Le dijo Said poniéndose de pie.
-¿Tu mujer al fin se acordó de ti?
-Mamá, Yulia siempre piensa en mí, es solo que está cuidando a Lena.
-M... tienes mucha inocencia, esas mujeres te están viendo la cara de idiota, la mujer solo está embarazada, no enferma.
-Lena está delicada.
-M... yo te lo dije, te dije que la niña estaba muy chica, no era la mejor opción.
-Mamá, no te metas, yo amo a Yulia y amo cada una de sus decisiones, sin importar que tengan consecuencias, además ella debe de estar pensando también que fue malo embarazar a Elena, no contábamos con que se fuera a poner tan delicada.
-No lo creo, tu mujer no se arrepiente de nada, se trata de la niña de sus ojos, lo sabes.
Said guardó silencio y salió de la casa, no tenía sentido discutir con su madre de nuevo por lo mismo.
*
-Y... ¿De verdad crees que vuelva? –Preguntó Rebecca fotografiando a su hija mientras esta dormía; habían pasado poco más de 2 meses desde que Yulia se había llevado a Lena, ambas la habían ido a visitar; la pelirroja afirmaba que volvería pero Yulia se negaba completamente.
Lena se resignó a no tener trabajo cuando según ella se levantó para arreglarse y solo llegó a la puerta de su habitación, los ascos eran lo más intenso que había sentido en toda su vida.
-No lo se... -Contestó Natalia extendida en el sofá.
-Ya no la necesitamos. –Afirmó Rebecca y al instante se sintió malvada por decirlo.
-Sí, pero ella a nosotros sí y siempre estuvo cuando la ocupamos.
-Lo sé. Pero que Yulia la cuide, ella fue la que decidió corromper el cuerpo de Lena.
-Bebé, un embarazo es mágico, fue decisión de las 2 tener ese bebé, ya se que su método es medio engañoso y hasta criminal, pero a fin de cuentas es lo que las hace felices.
-¿Naty...?
-Dime.
-¿Cómo pasaste de ser la niña que se aferraba cada noche a mi cuerpo, con miedo a la obscuridad a esta mujer fuerte y valiente?
-Los años. –Dijo sonriente y un poco apenada por el halago. Es gracias a Michelle, y debemos de confiar en que el cambio que van a tener ellas dos, va a ser igual de bueno, asi como lo fue para nosotras.
*

-Oye Lena, oye Lena, oye Lena, oye Lena, oye Lena, oy...
-¿Qué? –Preguntó exasperada mientras se reía.
-Es que Lena, siento que moriré si no me como un chocolate. –Le dijo Yulia teniéndola en sus brazos.
-Dios, Yulia, creo que te embaracé. –Expresó sarcásticamente antes de que las dos comenzaran a reírse. –Ahora entiendes lo de las uvas.
-No, es que de verdad, voy a morir si no como chocolate.
-No me crías cuando te dije lo de las uvas.
-Es que, esto no es normal, necesito un chocolate!
-Oh... sí, con avellanas...
-Necesito un chocolate o moriré.
-Lo sé! –Exclamó Lena ahora contagiada por el antojo.
-Vamos por un chocolate.
-Sí!
-Ay. –Se quejó Yulia escondiendo su cara en el cabello rojo.
-Lo sé, que flojera.
-Seee.
-Ve, ándale Yulia.
-No, ve tú.
-Bien, voy yo, quiero salir de la casa, por primera vez en tres meses amanecí sin asco.
-No! No vayas, ya te extraño.
Lena soltó una risa tímida. –Bien, vamos las dos.
-Sí... pero, ay... que flojera.
-Ya sé.... Oye... ¿Y el deseo sexual? Digo... a mi me dio mucho deseo sexual y ahora que te contagie mis antojos... tal vez el deseo también...
-Ahora que lo dices... wow... que intenso... -expresó desabotonando su blusa.
-Nena, hermosa, Yuli bonita, estamos en la sala.
-M... jugaré sola. –Dijo aplicando lo que Lena le había dicho meses atrás.
-Provócame. –Dijo en forma tentadora.
-Vamos, yo se que quieres, moriré...
-Creí que morirías si no comías chocolate.
-Podemos hacer el amor cubiertos de chocolate. –Dijo con una mirada inocente.
-Yulia! ¿Dónde tenias guardadas tuis ideas sexosas? –Preguntó incrédula al quitarse la blusa y ponerse sobre ella.
-Así me gusta verte. –Dijo sonriendo.
Lena la calló con un beso y comenzó a tocarle los pechos, acción que la encendió de inmediato, bajó a su entrepierna y desabrochó el botón del pantalón, pudo ver la piel sufrir el estremecimiento y lentamente le bajó la ropa interior... no había tiempo ni ganas de juegos previos, deseaba placer.
Yulia se llevó las manos a la cara y gimió desesperadamente al sentir como le recorría el interior, sin poder formular palabra alguna; miró hacia abajo y pudo ver que Lena la miraba mientras la saboreaba, lo que elevó su pasión, abrió más las piernas y arqueo la espalda en un intento de mantener el control sobre ella misma.
-Estoy en casa. –Gritó Said; se escuchó que dejaba las llaves en la mesa de la entrada.
Ambas chicas se miraron con pánico.
Lena se limpio los labios y se puso la playera mientras Yulia se subía el pantalón e intentaba abotonarse la blusa.
-¿Están en casa? –Preguntó en vos alta.
-S... sí, en la sala. –Contestó Yulia con la voz quebrada. Lena le acomodaba el cabello con una sonrisa nerviosa.
-Ya estate quieta Len. –Le dijo en voz baja
-¿Cómo están las mamás de mi bebé? –Preguntó Said entrando a la sala con una galleta de avena en la mano.
-No manches Said, que enfermo suena. –Le dijo Lena.
-Uy, lo siento.
-Te perdono porque si.
-Wow, el embarazo te hiso agradable,
-Cállate o te como
-Demonios, me equivoque.
-Ande ve y tráenos chocolates. –Le pidió Yulia aun demasiado nerviosa por lo de hacía un rato.
-Je, es que a ella le dan los antojos.
-Sí, tengo un embarazo psicológico. –Dijo en el mismo tono, despreocupado de Lena
-Ay, mujeres....
-¿Nos traerás los chocolates? –Preguntó Lena.
-Sí, realmente moriremos si no comemos.
-Ya, ya, no me tardo.
-Tárdate si quieres. –Expresó Lena con una sonrisa sarcástica.
-Creí que tenían antojo.
-Oh... es verdad.
-No tardo.
-Te extrañaré. –Dijo Yulia.
-Yo a ti. -expresó sonriendo mientras sacudía las boronas de la galleta que había caído en su saco, salió de la sala, pudieron escuchar el sonido de sus laves y la puerta cerrarse.
Yulia dio un suspiro de alivio. –Eso estuvo cerca.
-¿¡Lo extrañarás?! Eso fue completamente innecesario.
-Perdón...
-No. –Dijo al ponerse de pie.
-Lena no te enojes.
-Se supone que no debes fomentar el amor hacia él.
-Es mi esposo.
Lena la miró escandalizada. -¿Y yo que soy? ¿Una prostituta? Porque así me siento.
-¡No! Claro que no, a él no lo amo, te amo a ti.
-Pones muchas dudas en mi mente.
-No mi amor, perdóname, te prometo que no voy a dejar que nada pase, nada va a arruinar nuestro futuro.
-¿Sabes? Me voy a ir, ya no me siento mal y no tengo por qué soportar esto. –Dijo en vos alta mientras caminaba a la habitación.
-Lena, perdóname, te juro que no se lo dije en serio.
-... No sé... no me importa, no te creo, yo no te perdono tan fácilmente como el bebé.
-Perdóname, perdóname, por favor quédate. –Le rogó realmente asustada.
-Ay Yulia! ¿Por qué siempre debemos vivir bajo tus reglas? Me lastimas y debo perdonarte ¿Por qué? Yul, ya sabes que soy tuya desde siempre, por favor, no te confíes de eso, solo logras irritarme.
-Lena, Lena... no se que decir. Te amo, por favor, no te vayas. –Expresó, por primera vez estaba conociendo a la Lena adulta que durante tanto tiempo no quiso ver, en ese momento de dio cuenta de que estaba tratando con una mujer, y no con su pequeña Lena.
-¿Por qué? ¿Por qué debo perdonarte?
-Por qué te amo.
-¿Y...?
-Lena, voy a dejar a Said, lo sabes.
-No, no lo sé.
-Sí, lo voy a hacer.
-Es que... no eres tan fuerte.
-Sí, lo soy, por favor, dame otra oportunidad, por favor, una más, no te vayas, por favor, por favor...
Lena la miró fijamente y le logró ver el terror en la cara. –Solo una oportunidad. No lo arruines.
-No, no, para nada. Gracias. –Dijo recobrando un poco la calma.
-Pero tengo una condición.
-La que sea, tu dime.
-NADA, NADA, de sexo ni besos con él, aunque levantemos sospechas.
-Te lo prometo. –Le dijo tomando uno de los rizos rojos entre sus dedos, en un tono cálido le dijo que la amaba, lentamente buscó sus labios pero Lena movió el rostro.
-Aún estoy enojada. –Dijo de forma decidida al cambiarle el beso por un abrazo.
-¿Qué puedo hacer para que me perdones?
-Pórtate bien, te besaré cuando me calme.
-¿Seguiremos lo que empezamos?
-Tal vez... -contestó visiblemente más relajada.
-Me siento sinceramente arrepentida, lo sabes, ¿Verdad?
Lena asintió y le acarició la cara lentamente, sintió una lágrima salir del mar azul que eran sus ojos.
-No llores. –Le pidió al limpiarla con su dedo pulgar.
-Perdón, no quise llorar, es solo que me asustó la idea de perderte por una estupidez mía.
-Yulia, solo no vuelvas lo que tenemos, más frágil de lo que ya es.
-No, te lo juro que no, me portaré bien. –Le dijo abrazándola de la cintura y recargando su cabeza sobre el corazón de la pelirroja.
Lena comenzó a confiar nuevamente en ella, inclusive fue testigo de una pelea porque Said intentó besarla y Yulia le dijo de forma cortante "No tengo tiempo"

Promesa contra promesa, en el altar había prometido amarlo y respetarlo, estar con él en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separara.
A Lena le había prometido exactamente lo mismo. Ella la amaba, a Said no, no tenía dudas ni dilemas, Elena era la dueña de su corazón, la madre de su hijo y haría cualquier cosa con tal de no perderla, ya había dejado pasar demasiados años.

Con el paso de los meses, se fue logrando la ansiada ruptura entre los sentimientos hacia Said, no había otra opción.

Lena enfocó su mirada en el techo y se dio cuenta de que estaba despierta.
Miró hacia abajo y sintió la patada fuerte de su hijo que ignoraba que eran las 3 de la mañana y pedía desesperado que su madre cambiara de posición, sin embargo, estaba demasiado cansada como para hacerlo.
Tenía ya más de 6 meses de embarazo y a pesar de que no hacía absolutamente nada, estaba agotada.
-Estate quieto, nene, mami está cansada. –Le dijo acariciando el estómago pero el bebé no comprendía.
-Bien, vamos a comer algo. –Le dijo sentándose con mucho esfuerzo.
Se humedeció los labios y besó a Yulia en la frente, ya la había despertado demasiadas veces esa noche y la veía tan cansada que si un tren pasaba, ella no se daría cuenta.
Se puso suéter y salió sin zapatos a la cocina.
-¿De qué tienes hambre, hijo? –Preguntó al abrir el refrigerador. –Sí, yo también tengo ganas de brownies, pero mejor algo salado, así como un sándwich... ¿No? ... Uy, ok, no te enojes... ay, pero bebé... apenas llevas 6 meses allí dentro y ya engordé 10 kilos... Ya, ya entendí, brownies serán. –Dijo rendida sacándolos del refrigerador. No pudo evitar reírse de sí misma; se sentó a la mesa y comenzó a comer.
-Hola Lena... no pensé que estuvieras aquí. ¿Qué haces despierta? –Le preguntó Said abriendo el refrigerador.
-M... no puedo dormir y tu mujer no puede despertar.
-Se las ha visto negras para mantenerte contenta a ti y al bebé. –Le dijo poniéndole las manos en el vientre.
-Está despierto. –Dijo Lena acomodándole la mano para que lo sintiera.
-Ay, es increíble, es perfecto.
-Lo sé... será como Yulia, la quiero tanto.
-Sí... quiero hablar contigo sobre eso.
-¿he?
-Sobre la forma en que tú la quieres, ¿Sabes? Tal vez ella no se da cuenta, pero debes entender que Yulia nunca te va a poder amar de la forma en que tu a ella.
Lena sonrió. -¿Cómo te atreves a hacer tal acusación?... me das lástima. –Dijo y se levantó en dirección a su habitación, con ambas manos detenía su vientre, el bebé ya no se movía pero tocar su estómago le daba tranquilidad, cerró la puerta con seguro y se aproximó a la cama de forma tranquila, de pronto estuvo sobre Yulia, esta despertó mientras Lena le desabotonaba el pijama de franela que traía puesto.
-¿Qué haces? –Preguntó semi-consiente.
-Lo que se me antoja, ¿Se te antoja?
-Sí, si quiero. –Expresó con vos adormilada.
Lena se inclinó y la besó tranquilamente.
-Quiero hacerte mía tantas veces como sea posible.
-Yo a ti. –Dijo con una sonrisa al sentir las manos hinchadas de la pelirroja sobre su pecho y aspiraba su dulce aliento a chocolate.
-No, esta noche quiero sentirte únicamente mía. –Dijo en un gemido y le bajó el pantalón junto con la ropa interior.
-Oh... jadeó mientras un escalofrío de placer la recorría y sintió como los besos sobre su cuerpo hacían que su aliento perdiera intensidad y ritmo al punto de la locura, salvajemente jugaba en ella con una mano, mientras con la otra le tapaba la boca para que no gritara, las excitaba demasiado sentir la energía de los gemidos y gritos ser detenida.
Yulia le rodeo el cuerpo con la piernas, hundiéndole las uñas en la piel pecosa, la sintió vibrar intensamente y lagrimas escurrieron de sus ojos mientras Lena se dejaba caer junto a ella y la abrazaba.
-Te amo, Lena, eres asombrosa. –Expresó sintiendo pequeñas acumulaciones de adrenalina por todo el cuerpo.
-Yo también te amo, te amo mucho, más de lo que es posible, no te he dado las gracias por cambiar tu forma de vida por mí.
-No Lena, no cambié nada, eres mi forma de vida desde que eras chiquita, te amo, te amo, te amo, te amo.
-Said me dijo que nunca me vas a querer de la forma que yo te quiero.
-Said, es un idiota... espera ¿Por qué lo dijo?
-m... me lo encontré en la cocina hace rato, al parecer nota que te amo.
-¡Dios! –Exclamó alarmada. ¿Crees que nos haya escuchado?
-No lo sé... él cree que tu eres inocente, no te apures.
-Esto está mal.
-¿Me amas?
-Claro que sí, mucho.
-Entonces no está mal, solo es un pequeño adelanto de lo que va a pasar, tienes miedo?
-Sí.
-No tengas miedo, tú me has cuidado, yo te voy a cuidar.
-Lo sé Lena, Te amo.
-Muero de sueño.
-Descansa, yo también estoy agotada, me has dejado más de lo que ya estaba. –Expresó en una sonrisa al darle un beso.
Lena se acurrucó en sus brazos y se quedó dormida.
Dejó que los sueños la llenaran, aunque fuera por un momento, deseaba sentirse cómoda y en esos brazos simplemente sentía que había encontrado su hogar.
No pasó mucho para que despertara, iban a ser las 5 de la mañana y se dio cuenta de que estaba sola en la cama.
-¿Yulia? –Preguntó en voz baja y se levantó lentamente para buscarla.
Salió de la habitación sin hacer ningún sonido y se dio cuenta de que la luz de la habitación de Said estaba encendida.
-¿Yulia? –Preguntó nuevamente en voz baja y se aproximó a la luz.
La puerta estaba entreabierta y pudo ver a Said, debajo de las sábanas, encima de Yulia.
Su mujer, su todo, la madre de su hijo, allí estaba, gimiendo y aferrando esas uñas que hacia menos de una hora se habían aprendido a su piel, susurrándole cosas al oído, inclusive escuchó un "te amo"... la imagen en sí le produjo nauseas...
*

-¿Lena, estás despierta? –Preguntó Yulia entrando en la habitación, estaba bañada y traía otro pijama. -¿Lena? –Volvió a preguntar.
La cama estaba tendida y sobre ella había una nota.

"Es siempre sorprendente lo curativa que puede llegar a ser una promesa, sin embargo, mientras más curativa es al hacerse, más dañina es al romperse."
"PS.Te di una oportunidad, ¿Por qué la tiraste?"Lena se llevó las manos al pecho, el frio de la calle solo hacia mas fuerte el dolor de su corazón.
Llegó a la puerta de la casa de su madre, solo la empujó y esta se abrió, encendió la luz y de pronto no supo si se sentía mejor o peor; demasiados recuerdos felices la hicieron añorar el pasado y por un instante desear lo imposible, sabía que de estar viva su madre, se encontraría en una mejor situación.
Los pocos muebles estaban cubiertos con sabanas, la pintura de las paredes estaba hinchada y un fuerte aroma a humedad dejaba ver que no había entrado nadie en mucho tiempo.
-Estamos en casa, bebé. –Dijo y comenzó a quitar las sábanas. –No, no vamos a volver con tú mamá. –Continuó diciendo. –No, nos trató mal... claro que no puedes irte tú solo con ella, es imposible, eres muy chiquito... si a mí también me molesta que me digan chica, pero lo tuyo es cierto... bien, lo mío también, pero esto es diferente, no puedes irte con ella. –Alegó al recostarse en el sofá. –No, no llores, tus lágrimas no me afectan, cuando nazcas te llevo con ella... no, solo tú, yo no la quiero ver.... Sí, lo digo en serio. ¡No me pegues! Soy tu madre, lo más sagrado en el mundo.
-¿Quién anda aquí? –Preguntó Larissa con voz temerosa.
-Yo, Lari.
-¿Lenita? Hija, ¿Qué haces aquí?
-Perdón si te asusté.
-Ay hija, no importa, ¿Qué haces aquí? Está por amanecer.
-Me fui de casa de Yulia.
-¿Te ofendió? ¿Qué te hiso? ¿Quieres que hable con ella?
-Lari, creo que estoy realmente loca.
-Hija, no te puedo ayudar si no me dices.
-Es que me gusta que me quieras.
-No te voy a dejar de querer. Hazme espacio. –Le pidió y la ayudó a sentarse.
-Lari, es que pensarás que estoy loca.
-No lo sé... tal vez, pero te quiero y eso nada lo va a cambiar.
-Soy lesbiana. –Dijo y guardó silencio.
-Lo sé.
-¿He? ¿Por qué todos lo saben? Yo que me la paso todo el tiempo estresada ocultándolo.
-El que anda con lobos, a aullar se enseña.
-Naty y Rebe no me contagiaron.
-Lo sé... m... no me refería a eso, no se a que me refería... es decir, sospeché porque nunca me hablaste de hombres, pero confirmé la teoría cuando me las presentaste... son encantadoras, muy humanas, las respeto como personas por la integridad y fuerza y te respeto a ti. ¿Por eso te fuiste de la casa de Yulia? ¿Ella te ofendió por eso? Voy a tener una larga conversación con ella si así fue.
-No... es que... ay...
-Dime.
-Amo a Yulia desde el momento en que la conocí, más que a nada en el mundo, la necesito, no puedo vivir sin ella.
-Ay, Lena...
-Ella me dijo que tampoco podía vivir sin mí... me dijo que me amaba... tal vez si me ama... pero no voy a compartirla, quiero que sea exclusivamente mía.
-A ver... ¿Qué?
-Todo el tiempo que estuve en el internado... incluso cuando estuve viviendo con Naty y Rebecca me mantuve en contacto con Yulia, ella está ten enamorada de mi como yo... bueno, al menos eso pensaba, ahora no estoy muy segura.
-Dios...
-Ella y yo nos íbamos a quedar con el bebé, ella no quiso dejar a Said, que para que yo tuviera la mejor atención médica, claro... solo le pedí que no se acostara con él; ella ya había hecho que yo dudara una vez y rompió la oportunidad que le di.
-Esa Yulia... Lena, esto no se parece a ninguna de las telenovelas que he visto.
La pelirroja soltó una risita. -¿Eso es todo lo que vas a decir?
-No, no, claro que no; ustedes dos son unas criminales egoístas que solo piensan en ustedes mismas... y de cierta forma egoísta, también en el bebé, quien seguramente será igual de egoístas que ustedes.... No, no, no, es que una cosa es que Yulia no dejara entrara a nadie a su "Yuli-cueva" cuando era niña, pero esto es... ¡La evolución del egoísmo! Es mi culpa, eso me gano por no darle sentido de humanidad y dejarla que te educara a su imagen, es que ¡Ustedes están mal! A ver. ¿Qué iban a hacer cuando naciera? ¿Simplemente ella le diría a Said "Gracias, ya no te ocupo"? Dios... mi hija es una idiota.
-No lo es ¡Lari! Es lo mejor de mi vida.
-Al parecer no, pues te engañó, te llenó de falsas ilusiones, te embarazó y ahora... nada.
-No, eso no es lo que pasa... ella quieria lo mejor económicamente.
-Excusas, puras excusas, mira hija, en el mundo hay gente tan pero tan pobre, que lo único que tiene es dinero.
-¿He?
-Lo que pasa con Yulia, es que es una cobarde egoísta, ya sé que es mi hija, pero lo es, y eso está bien para ella, le ha funcionado, sin embargo, ahora te metió en su mundito... Debes enseñarle que no estas jugando, eres una persona real.
-¿Estás aconsejándome que haga sufrir a tu hija?
-¡Ay! Es que estoy muy enojada contigo también. ¿Cómo pudieron dejarme fuera de esto?
-No nos hubieras dejado continuar con el plan.
-¡Claro que no! Es por eso, crei que eras sensata, no lo eres, ocupaban una voz de razón, por que me imagino que les dijeron que no lo hicieran y no hicieron caso.
-Me gusta estar embarazada, amo a mi bebé.
-Pero estás sola nenita, tienes mi apoyo, pero... es decir... ¿Le darás a Yulia y a Said a tu hijo?
-Ah...
-Eso pensé, vamos a casa, Michelle está dormida, me preocupa dejarla tanto tiempo sola y tampoco quiero dejarte sola, esta casa se está cayendo, te ayudaré a que la arregles.
-No es necesario que me cuides.
-Haré pastel.
-Ok, vamos.

*
-Buenos días mi amor, ¿Y Lena? –Le preguntó Said entrando en la cocina.
Yulia se tapaba el rostro con ambas manos y tenia medio cuerpo recostado sobre la mesa.
-Se fue. –Dijo y se quebró en llanto.
-¿Qué pasó? ¿Te dijo por qué?
-Rompí una promesa que le hice...
-¿Qué le prometiste? Ve y discúlpate, tu sabes que el embarazo la pone voluble.
-Vi, voluble, pero no idiota, yo si lo soy, Said... no quiero perderla.
-Anoche le dije algo que la ofendió, tal vez es mi culpa, ¿Quieres que vaya a disculparme?
-¿Qué fue exactamente lo que le dijiste?
-Que tu nunca me vas a amar como a ella a ti...
-Ay Said, Ay Lena ¡Ya no quiero nada!
-¿De que hablas?
-No importa que sea lesbiana, ¿Por qué tenias que decirle eso? ¿No te das cuenta de que me angustio de parpadear por la milésima de segundo que no la veo? Ya me la quitaron mucho tiempo, no pueden llevársela de nuevo ¡Es mi Elena!
-Perdón... sio quieres puedo ir a disculparme.
-¡No! No te acerques a ella.
-¿Vas a ir tu a buscarla?
-No, no sé dónde está y ella no quiere verme.
-¿No está con sus amigas?
-No ¡Ya te dije que no se dónde demonios está! –Gritó cegada por las lágrimas.
-Tranquila... ¿Por qué la necesitas tanto¡ Es por eso que ella confunde su amistad y se enamora d eti.
-¡AAAh! Eres tan... tan... ¡Aaaa! Voy a salir, buscaré trabajo.
-No Yulia, te vas a quedar, en unos meses nace nuestro bebé y ocupará atención y cuidados...
-Claro... no importa. ¿Sabes? Nos casamos hace casi 6 años, me prometiste que me ayudarías a levantar mi empresa, pareciera que te gusta tenerme de inútil para mantenerme cerca de ti.
-Yulia, esa es una acusación seria y paranoica, ¿No te das cuenta de que yo te quiero feliz? Quiero darte todo. ¿Eso es un crimen?
-Voy a buscar trabajo.
-Bien.
-Bien.
Yulia salió de la cocina sintiendo odio a ella misma, la impotencia le hacía sentirse ahogada y miserable; se puso ropa y salió en su auto a la casa de Lara, casi podía sentir los insultos que esta le daría pero estaba tan desesperada.

*
-¿Entonces el bebé no es de Said? –Preguntó Larissa aun intentando asimilar toda la historia.
-No, es de un neurocirujano de 46 años con varios doctorados en no se que, tiene los ojos azul Yulia Volkova... tiene buen ver... quiero que el bebé sea como ella.
-Definitivamente, tienes razón, mi hija te volvió loca.
-Lo sé. –Contestó con la boca llena de pastel.
-¿Aún la amas?
-Mucho, pero estoy dolida, quiero que me respete.
-Tienes 18 años y ella 28... eres tan joven... ¿Por qué le permitiste arrastrarte?
-No es que yo lo haya permitido, es que es así como debe ser las cosas, el problema es que ella está tan asustada que me asusta.
*

-Es que... yo ya te había dicho Yulia, eres de verdad estúpida, ¿Cómo pudiste romper una promesa tan fácil de cumplir?
-No se Lara, ¡No se! Ella me usó para vengarse de palabras que le había dicho Said, pensé que la única forma de que el no sospechara era pues... estar con él.
-Son tan estúpidos, él y tú, ve a buscar a Lena.
-No creo que me quiera ver.
-Es peor si no lo intentas.
-Quiero tener un trabajo.
-Vaya momento escoges para hacerte responsable.
-Hablo en serio.
-Yo también Yulia, nunca has trabajado en tu vida, Lena es mas autosuficiente que tú.
-Verás que no.
*
-Yo soy tú dotor. –Le dijo Michelle a Lena subiéndole la blusa y poniendo el oído sobre su estómago.
-¿Está bien mi bebé? –Le preguntó Lena con tono de paciente afligido.
-Sii es uno niña.
Lena comenzó a reírse y levantó a la niña en sus brazos. –No Michie, es un niño, ya nos dijo el doctor.
-Yo dotor. –Dijo molesta por haber sido contradicha.
-Ah, sí, bueno... ok...
-Michelle, dile a tú tía Lena cuántos años tienes. –Le pidió Larissa con un tono orgulloso.
-Dos. –Dijo enseñándole también con los dedos.
-¿Y vas al baño solita? –Preguntó con el mismo tono.
-Sii, hace huu de tiempo.
-auch! Esa fue una pedrada hacia mi, ¿Cierto? –preguntó Lena y Larissa sonrió.
-¿Quién te enseñó?
-Tuu Lari.
-Sí, buena niña, ven conmigo, ta daré más pastel.
-¿A tía Lena no?
-No, ella no es tan lista como tú.
-Pero es buenita.
-¿Buenita? –Preguntaron Lena y Larissa al mismo tiempo.
-Sí contestó sonriente.
-Bien, a la tía Lena también, solo que me prometas que no te enamorarás de ella.

-Ya vine, ¿Dónde está mi ricitos de chocolate? .Preguntó Rebecca en la puerta.
-¡Maaa! –gritó la pequeña corriendo hacia su madre.
-Hola amor. –Le dijo levantándola y besándole la mejilla.
-Veeen, tía Lena está allí.
-¿Ah si?
-Hola Rebecca. –Dijo saliendo de la sala.
-Hola Lena, ¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Y Yulia? Llamó a la casa furiosa, dijo que te teníamos escondida, que te regazáramos... creo que enloqueció.
-No es mi culpa.
-Eso lo sé, ¿Volverás a casa? Puedo limpiar tu cuarto en este momento.
-Gracias Rebecca, paro no trabajo, solo consumo, soy una carga.
-No lo eres, te debemos eso y más.
-Se quedará aquí conmigo. –Interrumpió Larissa, al rato soy por sus cosas a casa de Yulia. No es una pregunta, Lena aquí se queda.
-Bien, pero si ocupan algo, vivimos a solo 10 minutos de distancia.
-Gracias. –Dijo Lena con ambas manos instintivamente sobre su vientre.
-¿Nos vamos Michie?
-Sí ma, con mami, pero pastel.
-Ah si, ahorita te lo traigo muñequita. –Dijo Larissa dirigiéndose a la cocina.
-Michie ya es adicta. –Dijo Lena.
-Sí, así es mi hija, obsesiva como yo. –Expresó Rebecca con orgullo.
Lena soltó una risita y se acercó a la pequeña. –Eres tan hermosa, te amo. –Dijo y se enderezó. -¿Cómo puede ser tan hermosa? –le preguntó a Rebecca.
-Es que se parece a su mami. –Dijo con la mirada iluminada, segura de que Natalia era lo más perfecto.
Lena volvió a reír y guardó silencio unos segundos. –Te tengo mucha envidia.
-Todo va a estar bien, Lena, de eso estoy segura.
-Eso quiero...
-Toma Michie, adentro hay una rebanada para ti, una para tu ma y otra para tu mami.
-Una pa michi, ota pa michi y ota pa michi. –Dijo la pequeña recibiendo el pastel.
-¿Ven? Ella si sabe distribuir de manera conveniente. –Dijo Rebecca riendo. –Ya nos vamos, muchas gracias Lari, eres magnífica.
-Es un gusto para mi, ¿Nos vemos en la noche Michelle?
-Sí Lari, adiosh tia Lenaa. –Gritó asomándose por encima del hombro de su madre mientras se alejaban.
Las dos entraron y se sentaron a la mesa, Larissa le sirvió la cuarta rebanada de pastel.
-Te veo muy delgada Lena.
-Bueno... no por mucho tiempo, además, no estoy delgada, he subido 10 kilos en 6 meses.
-Es normal. –Le aseguró
*
-Ya sé que está aquí. –Gritó Yulia desde la puerta.
-Dile que se vaya... si se disculpa la voy a perdonar, me va a hacer volver. –Expresó Lena con una nota de terror y nerviosismo.
-Quédate aquí, voy a tranquilizarla. –Dijo poniéndose de pie, se encontró con Yulia abriendo la puerta y la detuvo. –No hija, vete.
-Mami, ocupo verla, por favor.
-Hija, de todas las cosas que pude haber pensado sobre ella y tu, jamás me imaginé que se tratara de un engaño de este tamaño, ¿Te das cuenta de lo que le haces a Said? ¿Te das cuenta de que le haces lo mismo a Lena?
-Ocupo verla mamá.
-Lo sé, pero no.
-Por favor.
-No hija, vete, piensa en lo que hiciste. Deja de jugar con las personas.
-No me hagas esto.
-Lo siento.
-Bueno... dile que la amo, ¿Estás aquí Lena? Yo sé que sí. ¿Me escuchas? TE AMO, perdóname, ya se que no te merezco, pero te necesito, te juro que voy a ser una mejor persona.
Lena salió de la cocina y mantuvo distancia.
-Lena... hermosa... perón... te amo.
-Lo sé, te voy a dar otra oportunidad.
-Gracias, gracias.
-No tan rápido, me voy a quedar con tú mamá. –Le dijo y comenzó a buscar las palabras.
-No, no lo puedo permitir.
-Esto ya no se trata de ti, yo tengo que verte convertida en una mejor persona, no quiero estar contigo en el proceso, tal vez suene egoísta, pero ocupo algo estable y si quieres recuperarme, debes serlo, arregla todos tus conflictos mentales, no te quiero ver hasta entonces, y te voy a estar esperando ¿Podrías confiar en que si te voy a esperar?
-Sí. –Dijo abrumada.
-¿Tienes alguna objeción?
-No.
-Bien, adiós.
-Pero Lena...
-Nada, no te quiero ver.
-Te amo...
-Adiós.
-Adiós. –Dijo y salió de la casa. Deseaba un beso, un abrazo, un "te amo"... ¿Cómo podía haber renunciado a eso?
Se metió al auto y comenzó a llorar, no buscaba detener las lágrimas, solo apretaba los dientes para no gritar, no recordaba haber sentido tanto dolor, lo único que deseaba era arrancarse la piel y sacarse el corazón... recordaba el sentimiento de no tener corazón, recordaba que era lindo saber que Lena lo tenía, pero en ese momento, sentía el corazón allí dentro, después de tantos años, latiéndole desesperado contra el pecho, buscando salir para volver a su hogar.

Lena observaba la escena desde la ventana de la "Yuli-cueva" lugar que sería su habitación a partir de ese momento. "Tú sola te causaste ese dolor, y no solo a ti, sino a mi" –Pensaba mientras se dirigía a la cama y se acostaba.
-No bebé, si voy con ella, en el futuro va a creer que con lágrimas se arregla todo... sí bebé, me arrepentí de decirle lo que le dije desde antes de decírselo... yo sé que la extrañas, yo también... no voy a ir con ella... no, no, nada de esto es tú culpa, es culpa de ella, pero no quiero ponerte en contra de tú mamá, no llores nene.
-¿Con quién hablas, Lena? –Preguntó Larissa entrando a la habitación con una tasa llena de chocolate caliente.
-Oh... con el bebé. –Contestó apenada.
Larissa sonrió y se sentó junto a ella. –Yo hablaba así con Yulia, no hay de qué avergonzarse, ¿Sabes? Creo que fuiste muy madura al darle la oportunidad de cambiar.
-Desearía sentirme bien con lo que le dije. La extraño. –Dijo y se metió en las cobijas.
Se mantuvo encerrada en la casa durante demasiado tiempo, mirando por la ventana; el auto de Yulia aparecía en la madrugada y se lanzaban miradas tristes, tímidas, arrepentidas y fugaces, Lena no iría a buscarla pero se daba cuenta de que algo ya estaba cambiando en ella.

-Vamos Michie, hay que salir al parque. –Le dijo la pelirroja a la pequeña después de demasiado tiempo encerrada.
-Nooo, teno sueño y me dele el brazo.
-¿Cuál brazo? –Preguntó preocupada.
-A... teno sueño.
Lena sonrió. -¿Quién te enseñó a mentir?
La pequeña la miró sin entender la pregunta.
-Ándale, vamos. Lari, voy a salir con Michie, no tardamos.
-Bien, tengan mucho cuidado, no la sueltes, llévense suéter y un paraguas.
-Pero hay sol, no nos tardamos. –Dijo poniéndole el suéter a la pequeña y saliendo con ella en brazos.
-Te quiero tía Len.
-Yo a ti Michie.
-¿Y tía Yul?
-No está, está trabajando.
-¿Cómo mami y ma?
-Sí.
-Te quiero tía Len.
-Yo a ti Michie.
-Ayer jui con Lari y me compó uno librieta y me puse a escribir y luego se ropo mi crayola y ya no pude.
-¿Ah si?
-Sí, y luego lloré y me compó unas papitas.
-Ahh, mira que manipuladora.
-Y luego am... ya no miacuerdo.
Lena comenzó a reírse, por un momento se imaginó lo extraña que debió de haberse sentido Yulia al escucharla hablar.

-Una hija y embarazada, Lena ¿Qué te pasó? –Escuchó que le preguntaban.
Enseguida se dio la vuelta y la vio. -¿Amanda?

Algun DiaWhere stories live. Discover now