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-Aaa! Todos me presionan con lo del bebé!! –Gritó la pelinegra. -¿Por qué no puedo?
-Tranquila hija, debes dejar de esforzarte, tal vez no es el momento de que tengas un bebé.
-Pero quiero un bebé con desesperación, voy a cumplir 25 años, ya tengo edad. –Dijo al borde de las lágrimas.
-No llores, yo se que vas a tener un bebé, tienes mucho amor para dar.
-Todas las personas que amo son separadas de mí.
Larissa rió. –Menciona a alguien que no sea Elena que hayan separado de ti.
Yulia estuvo pensativa un rato. –Es que eso destruyó mi mundo, extraño a la tonta esa. ¿Cómo puede hacerme tanta falta?
-Es que es de la familia, por eso la extrañas, y el que te prohíban verla te hace necesitarla con desesperación, ya sabes... "La gente quiere lo que no puede tener".
-Sí la tuviera cerca la seguiría queriendo igual.
-Lo sé, aun no lo entiendo, es cómo si ella y tu fueran una persona, y cuando se la llevaron, solo quedó la mitad de ti.
-Exacto, tal vez por eso no puedo tener un bebé; me falta ella.
-No es para tanto, Lena no puede darte un bebé ¿Qué disparates dices?
-Eh, perdón, son teorías desesperadas. Es que no me lo explico.
-Pues ponle más ganas.
-¿Mas ganas? Mamá! Ya parezco ninfómana.
-Eso es mucha información
Yulia suspiró. –Ya me voy, tengo una comida en casa de mi suegra.
-Uy, que divertido. –Dijo Larissa sarcásticamente.
-Lo sé. Me voy. –Expresó besándole la mejilla.
Acomodó la computadora en su funda en la cajuela y manejó despacio, no quería llegar.
"Bueno, Elena, tan siquiera aún eres mía" Pensaba.
Sabía que era injusto estar celosa de pero no podía evitarlo, ciertas palabras la atormentaban. "El dolor que ella siente se va a calmar cuando esté con su mujer y todo el sacrificio va a valer la pena" Sentía ciertos celos por Rebecca, una niña que se atrevía a hacer lo que a ella le aterraba, alguien 10 años menor, más valiente, tal vez eso era lo que Elena esperaba, alguien valiente. ¿Ella sería capaz de abandonar todo?
-No lo soy! –Gritó en el auto logrando que las personas en la calle la miraran. –No soy valiente como para dejar todo. –Las lágrimas le nublaban tanto la mirada que tuvo que estacionarse.
Desesperadamente buscó su agenda. "Estoy loca" pensó mientras buscaba el teléfono de la escuela de Lena.
Secó sus lágrimas y marcó el número.
"Instituto Hayley, para señoritas ¿En qué puedo servirle?"
-Buenas tardes, mi nombre es Betsy, soy la nueva asistente personal del señor Katin y me pidió que yo misma le diera indicaciones a Elena sobre unos asuntos con su abuela.
"Puede decirme a mí y yo le digo"
-De verdad que me gustaría, pero usted debe saber cómo es el señor Katin, debo de informar a Elena, yo misma.
"Bien, aguarde."
"¿Eso fue un "Si"?" –Se preguntó asimisma.
-¿Quién es Betsy? –Escuchó preguntar a Elena, con esa dulce vos que amaba.
"La nueva asistente de tu papá" –escuchó que le contestaron.
-Oh, bien... Dijo tomando el teléfono. ¿Qué pasa?
-Tranquila, no grites, no llores, no te desmayes, por favor.
-Ay, Dios. –Dijo Elena sintiendo su rostro pálido. -¿Cómo? Pero...
-Estate tranquila.
-Ok.
-Te quiero mucho, Elena.
-Y yo a ti, que hermosa vos.
-Me duele pensar que la olvidas.
-A mi saber que no estás viéndome hacerme mujer.
-Soy cobarde, no como tú amiga.
-No, eres valiente, escapar es la salida fácil, si alguna de las dos no pertenece a dónde está, soy yo, yo pertenezco a tu mundo y si tú te escapas, no vamos a pertenecer a ningún lado.
-Tú siempre tan sensata.
-Querida, no debiste de haberme llamado.
-¿Por qué?
-Porque lloraré el resto de la tarde, te necesito.
-Ay Elena, es que ocupaba escucharte.
-Lo se, yo a ti.
-Solo quiero decirte que te amo y que si te molesta Said, puedo deshacerme de él.
-No, no lo hagas, el es bueno y yo soy joven.
-Es que sigues diciendo eso, no me importa.
-Para mi si, me dañas mi ego lésbico, yo quiero cuidarte y ayudarte a crecer como persona y crecer como persona junto a ti, pero no puedo porque tengo 14 años. Ten paciencia.
-¿Quiere decir que tu también estas interesada en mi?
Lena soltó una risa de alivio. –Sí, Yulia, despreocúpate, soy tuya.
-Te necesito.
-Yo a ti, pensar que yo soy la lesbiana.
-Tú eres la lesbiana, aun me pongo mal de recordar nuestro beso, me asusta pensar en tocarte.
-Bien, yo te tocaré a ti. Ya me voy, aquí la linda secretaria está un poco alterada desde que dije "Dañas mi ego lésbico".
-Ok, ok, cuídate mucho y pórtate bien.
-Igual tú. –Dijo y colgó.
*
-Ay, por todos los cielos ¿Me meteré en problemas? –Se preguntó Yulia y al instante se descubrió sonriendo al espejo retrovisor. –Ay no importa. –Expresó al encender el auto nueva mente y conducir hacia la casa de su suegra, no todo era tan malo.
*
-¡Elena! ¡Lenita! Lenaaaaaa ¡Reacciona! –Le gritaba Rebecca.
-¿He?
-Te desmayaste, Len.
-¿Dónde estoy?
-En el suelo de la oficina de dirección.
-Soñé que Yulia...
-No fue un sueño, pelirroja.
-¿No lo fue?
-Nop.
-¿Entonces...?
-Sip.
-¿Y yo...?
-Sip.
-wow, creo que tengo ganas de llorar, brincar, gritar y reír al mismo tiempo.
Rebecca rió. -¿Quién diría que en lugar de contestar el mail, llamaría por teléfono?
-Lo sé, ella es rara. –Dijo intentando levantarse pero Rebecca la detuvo.
-No te levantes, tonta, la secretaria me dijo "Que no se mueva, voy por la enfermera" –Repitió arremedando el tono de vos.
-Ok, no me muevo. –Dijo riendo.
-Esta niña no está mal, anda sonriente. –Dijo la enfermera aproximándose.
-Claro que está mal, ¿No ve su rostro pálido? –Alegó Rebecca mientras acercaba a la enfermera.
La revisaron y tras ordenarle que pasara el día en cama, las dejó ir y le dio una nota justificante.
-¿Y bien...? ¿Qué te dijo? –Le preguntó Rebecca llevándola del brazo.
-Que dejaría a Said por mí.
-¿Y qué le dijiste?
-Que no... es que... tú sabes, el ego lésbico.
-Ay sí, el ego lésbico es cómo el masculino pero resignado.
-Exacto! –Afirmó risueña.
-Entonces estás conforme sabiendo que se acuesta con alguien.
-Ni me lo recuerdes, anda con su intento de tener un bebé.
-Vele el lado bueno.
-¿Cuál?
-Pues vas a ser mamá.
-Ay, que ocurrencias ¿Cómo voy a ser mamá?
-Yulia es tú mujer, y sí tu mujer tiene un bebé, es tú hijo, así que no serías la tía Lena, serías la otra mamá.
-Dios... ¿Yo? ¿Mamá a los 14? Mi ego lésbico está agónico.
Rebecca soltó una carcajada.
-No te rías! –Dijo riendo. –Ay, es que Yulia ni siquiera quiere tocarme.
-¿He?
-Dice que me ama pero le aterra pensar en tocarme.
-Es porque eres pequeña, crecerás.
-Hablas como si tú estuvieras grande.
-Para nada, solo te explico por qué ella no se permite imaginar sus manos sobre tu cuerpo desnudo y sus labios sobre...
-Ya entendí. –Interrumpió.
-iba a decir "Sus labios sobre tu jadeante boca", malpensada.
-Yo no malpensé. –Dijo sonrojada.
-Claaro. Ya voy tarde a clases, que te diviertas en tu cama.
Lena le pegó en el brazo. –Ya vete. –Le dijo sonriente.
-Después de clases voy a estar con las chicas atrás, por si te sientes mejor.
-Bien, allí estaré. –Confirmó.
Sosegada, entró al cuarto, se desabrochó la falda y la dejó caer, tras sacarse los zapatos sin desabrocharlos, se envolvió en el cobertor y se quedó dormida.
**
-Mira! Traes ropa interior. –Dijo la pequeña Lena emocionada.
-¿He? Se preguntó Lena, estaba tirada en el suelo y sí, evidentemente esta vez no estaba desnuda.
-¿Qué pasó?
-No... no lo sé... aún no he visto a Yulia...
-¿Eres feliz?
-No, tengo algunas cosas claras, pero no soy feliz.
-Vas por buen camino.
-Am... no.
-Am... sí.
-No quiero pelear con migo misma.
-Pues no lo hagas.
-Dime algo.
-¿Qué cosa?
-¿Yulia es la respuesta?
-No lo sé.
-La necesito.
-Eso sí, y ella a ti, de lo contrario no te habría llamado, está desesperada.
-Quiero verla, tengo muchas ganas, me gustaría desahogarme con ella, llorar en sus brazos, la necesito.
-La vas a ver, no pierdas la esperanza, ya has esperado un año y medio, intenta verlo un día a la vez.
-Demonios... cómo adicta.
-Yulia es tu adicción.
-m... eso sí.
-Descansa, no es sano soñar todo el tiempo que estás dormida, luego despiertas osa.-Dijo la pequeña ella y luego desapareció.
**
-Cuándo despertó se sentía confundida, una sensación adormecente le llenaba el cuerpo, vio la hora, ya habían terminado las clases, sin estar bien despierta fue con sus amigas. El flash de Rebecca le pareció irritante, pero no dijo nada, estaba muy cansada, escuchó cómo la chica de rizos negros describía el plan que ella ya conocía.
-Estás loca, Rebecca ¿Qué tal si no funciona? –Alegó Alejandra con Lena recargada en su hombro, parecía que estaba a punto de quedarse dormida.
-Tengo que intentarlo.
-Pues hazlo. –La apoyó Violeta. –No es la misma desde que se fue, muero de ganas por verte contenta.
-No la vamos a ver. –Dijo Diana molesta.
-Ay, pero va a estarlo, debemos apoyarla.
-Violeta tiene razón. –La apoyó Alejandra.
-¿Tiene razón? –Preguntaron todas al mismo tiempo, Alejandra solo se rió.
-Te quiero Rebecca, eres cómo un hada sin tu varita mágica, si para estar completa ocupas ir a buscar a Natalia, te doy mi bendición, ahora, si me disculpan, debo llevar a Lena a la cama, esa llamada de Yulia la trae ausente.
-No es verdad. –Alegó la pelirroja.
-No me discutas, debes tener energía para mañana.
-¿Qué pasa mañana?
-Ay Lena, andas en la luna, mañana es jueves, el jueves en la noche es el día del gran robo.
-Rebecca rió. -"Gran robo", vamos Len, a la cama. –Dijo Rebecca levantándola y llevándola en sus brazos.
-Yo puedo caminar. –Dijo en un bostezo.
-No dulzura, yo me puse mal el día que Natalia me mandó el primer mail, no me imagino que tan contrariada te encuentras.
-Bastante. –Dijo cerrando los ojos.

Cuando los abrió, estaba todo obscuro, a excepción de una pequeña lámpara de pared que iluminaba solo un poco alrededor del enchufe en un tono rosa pastel.
Se encontraba en los brazos de Alejandra, con Rebecca a un lado y Diana y Violeta en la otra cama, todas dormían; miró el reloj "5:59" de la mañana, al instante cambió y comenzó a sonar, Rebecca se quejó y la lanzó la almohada, lo que despertó a las otras 3.
-Es jueves. –Dijo Lena.
-Sí, jueves... -Repitió Rebecca con una sonrisa y los ojos aún cerrados.
-¿Qué hacen todas aquí?
-Hablamos toda la noche, no fue a propósito. –Dijo Diana estirándose y soltando un gemido al ser abrazada por Violeta.
-¿Qué me perdí? –Cuestionó la pelirroja.
-m... nada, bobas conversaciones cursis. –Contestó Alejandra con los ojos cerrados.
-Oh... ¿Qué me perdí? –Preguntó nuevamente.
-Nada, solo Violeta y Diana besándose apasionadamente, Rebecca en el chat con Natalia y yo mirándote morbosamente. –Contestó entre risas.
-Bola de lesbianas. –Dijo Lena riendo también.
-Somos la élite, Lena. –Corrigió Violeta.
-Que élite tan gay. –Afirmó Lena dándose la vuelta en la cama. –Un momento... ¿por qué tengo pijama?
-Eso se usa en las pijamadas. –Contestó Diana riendo.
-Demonios, me siento violada.
-Fue Alejandra.
-Ah, por eso me mirabas morbosamente.
-Sí, Len.
-Después de todo no eres tan santa.
-Nunca dije que era santa.
-m... eso sí. ¿Cómo está Natalia?
-Bien gracias, ya no trabaja en la cocina, ahora es mesera y duerme en la sala de alguien, pero no por mucho tiempo.
-Bien, ay que levantarnos.
-Aayy... que flojera. –Dijo Rebecca.
-Sí toda la élite falta a clases, lo van a notar.

Llenas de "flojera" se levantaron de la cama y lanzándose miradas entre todas, se pusieron el uniforme
El día pasó lento, tal vez demasiado, Rebecca se veía distraída y ansiosa, las demás tristes, pues sabían que el viernes, después de las 4 ya no la volverían a ver.
El timbre sonó a las 2:30, todas salieron de los salones hacia el comedor, la tarde fue aun más larga que la mañana, podía verse la duda en los ojos de Rebecca.
Pasaba de la media noche, cuando Lena y Rebecca salieron hacia la dirección, la oficina de expedientes se encontraba allí dentro.
Alejandra, Diana y Violeta esperaban ansiosas, era un buen plan, entrar, tomarlo y salir, no tenía pierde, tenían llaves y códigos necesarios, habían escogido la hora perfecta en la que las cámaras no podían captarlas.
Era evidente que al siguiente lunes comenzarían los movimientos y los interrogatorios, los padres de Rebecca no se quedarían de brazos cruzados pero para ese momento, ella ya estaría lejos.
Solo habían pasado 15 minutos cuando la puerta de la habitación se abrió, Rebecca llevaba los papeles contra el pecho y ambas sonreían agitadas y eufóricas.

Algun DiaWhere stories live. Discover now