Parte I

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La lluvia era algo ya bastante normal, el aroma a humedad estaba impregnado en todos lados, inclusive en la ropa secada en el interior, dormirse arrullada por una tormenta eléctrica y despertar para ir a la escuela con una lluvia ligera, de esa que da comezón al contacto con la piel. Intentaba acoplarse a la situación, es inútil quejarse ante algo que no se puede controlar ni cambiar, aun así, en determinados momentos era víctima de su propia terqueza, después de todo a los 13 años, hay cosas más importantes por cuales preocuparse, que por el clima.
-Odio la lluvia. –Refunfuñó la chica de pelo negro al entrar empapada a la casa.
-Ay Yulia, te dije que te llevaras un paraguas, eres una necia.
-Pero soy tú necia, mami.
-Sí... por desgracia.
-¿Ya no me quieres? –Le preguntó llevándose el dorso de la mano a la frente.
-Ay, no te me pongas melodramática, ve a secarte, y sí te quiero, no se te olvide.
-Ohh, yo a ti también mami. –Le dijo brincando hacia su habitación.
Su casa era bastante linda, los pisos de madera y los tonos pastel le daban un calor de hogar bastante cómodo, Yulia vivía con su madre, Larissa, una mamá normal, de esas que te hacen el desayuno, se preocupan por ti y te regañan cuando están aburridas; su padre había muerto hacía ya 10 años, por lo cual no lo recordaba, pero les había dejado dinero suficiente como para que ninguna de las dos tuviera que mover un dedo en la vida, por lo cual su madre se dedicaba al hogar y por las tardes, algunos días a la semana se iba con sus amigas a jugar "Monopoli", entre otras cosas, realmente Yulia nunca lo supo con certeza; lentamente subió las escaleras hacia su "Yuli-cueva" era el único lugar en la casa que era realmente suyo, su madre ni siquiera entraba para limpiarlo, pero ella lo mantenía impecable, un deseo de acostarse a dormir la inundó, pero tenía tarea por lo cual en cuanto se pusiera ropa seca. Bajaría al comedor a trabajar; en su mente planeaba las distintas formas de separar sus deberes para irse a dormir más temprano, no contaba que al llegar a su cuarto no estuviera vacío. "Han irrumpido en la Yuli-cueva" –Pensó al acercarse a la cama; era una pequeña niña, traía un gorro en la cabeza, pero se podía ver que su pelo era rojo y que su piel estaba llena de pecas, estaba dulcemente tapada con sus cobijas y dormía como si los problemas del mundo no causaran ningún impacto en su diminuto ser.
-Mami, hay un bebé en mi cama. –Dijo con cautela al entrar en la cocina.
-No es un bebé, bueno, sí, pero ella dice que ya es niña grande.
-Oh... y ... ¿Quién es?
-Es Elena Katina, la hija de Inessa.
-Oh... ¿Quién es Inessa?
-Eres una despistada, viven en la casa de junto desde hace un mes.
-¿Cuál casa?
-La pequeña, en la que vivía la señora Jones, con su gato antes de que el banco se la quitara por falta de pago a la hipoteca, Inessa compró la casa a un excelente precio.
-Ay mamá, te sabes todo el chisme. ¿Qué hace Elena aquí?
-Bueno, Inessa tiene 2 trabajos, y no puede pagar la niñera, en la mañana trabaja en una farmacia y en la tarde es mesera.
-¿Eso que tiene que ver con que Elena y sus gérmenes de bebé estén en mi cama?
-Bueno, yo no hago nada y tú me ignoras, yo sé lo que se siente no tener a nadie que te apoye cuando estás en una situación financiera mala.
-¡Eso no es verdad! Te han dado todo en charola de plata, cómo a mí.
-Bueno, pero en la telenovela de las 9, María Antonieta se quedó en la calle con su hijo, el pequeño Sebastián, y lo tenía que llevar al trabajo.
-¿Aceptaste a Elena solo porque la situación de Inessa te recuerda a tu telenovela de las 9?
-Sí, soy muy perceptiva, escuché a Inessa llorando anoche cuando estaba regando las plantas y me contó su historia así que yo me ofrecí, ella quería hacer algo a cambio y le dije que yo lo haría si ella te llevaba y te recogía de la escuela todos los días, es que le queda de paso, así no te mojas.
-¡¿Yo, en el auto de una desconocida?!
-No es una desconocida, es la vecina, y confió mucho en ella porque ella me confió a su pequeño ángel.
-m... definitivamente ya no me quieres, me has cambiado por una pelirroja linda y pecosita.
-Sí, y con mirada verde-gris. –Le dijo para molestarla.
-Mamá!!!
-¡Tu comenzaste!
-Ash! No la quiero en mi cama, voy a cambiarme, si tanto la quieres muévela.
-No, acostúmbrate, tu cama le gusta.
-Ahora resulta que le vas a cumplir sus caprichos.
-Hija, trata de entenderla, tiene tres años, está en la casa de alguien desconocido, sin su mamá, déjala que se refugie en los lugares en los que se sienta cómoda.
Yulia no dijo nada, se sintió celosa y desplazada, furiosa se cambió de ropa y se puso en la mesa del comedor a hacer tarea.
-Quiero a mi mami. –Dijo Lena llorando al entrar al lugar donde hacia tarea.
-No está. -contestó en seco.
-¿Dónde está?
-Trabajando.
-Dile que venga por favor.
-No. - contestó aun sin mirarla.
-Ándale.
-No Elena.
-Soy Lena, Elena malo.
-Como sea, Elena, déjame en paz.
Lena comenzó a llorar al sentirse ignorada por Yulia quien en ningún momento se había dignado si quiera a mirarla.
-¡Yulia! Trata bien a la niña, es pequeña.
-Ash mamá, es que si quisiera una muñeca para jugar la habría comprado.
-No es una muñeca, bueno, solo en apariencia ¿Cierto princesa? –Le dijo cargándola. –Solo mírala.
Yulia levantó la vista y se encontró con una mirada llorosa y un rostro rojo, era un bebé, una pequeña que se limpiaba la nariz con la manga de su blusa, una niña con pañal. Algo en ella le pareció fascinante.
-¿Puedo enseñarle a ser fan de Dr House? –Preguntó.
-Creo que ella va a lograr que tu seas fan de los Backyardigans, antes de tu la hagas fan de House.
-¿Bacyard... qué?
-Backyardigans. –Le aclaró Lena en brazos de Larissa.
-A, mira tú, señorita sabelotodo, dices que te llamas Lena?
-Sí, Elena malo.
-Yo te voy a decir pecosa, ¿Alguna objeción?
-No.
¿Sabes lo que es objeción?
-No. –rio-
-Ash! ¿Te molesta que te llame pecosa?
-No, bacteria.
-¿Bacteria? ¿Yo? ¿Sabes lo que es eso?
-No. –Volvió a reir-
-¿No puedes decirme de otra forma?
-Bonita.
-¿He? Mamá. La niña es rarita.
-Te acaba de hacer un cumplido.
-Oh... bueno... eso sí, ven pecosa, deja que mi mamá acabe de cocinar, o moriremos de hambre. –Le dijo poniéndose de pie y abrazándola.
-Gracias hija. –Dijo Larissa saliendo del comedor.
-Veamos, ¿Sabes caminar, pecosa?
-Sí, ya estoy grande.
-¿Ah sí? ¿Y por qué usas pañal?
-Por que soy pequeña.
-je! Eres un bebé. –Le dijo pellizcándole la mejilla.
-¡Que no!
-Siii.
-Noo.
-¿Entonces? Solo los bebés usan pañal.
-Me da miedo.
-¿Qué, el baño?
-Sii.
-Eres una rarita pecosa. Aver, ya casi termino la tarea, ¿Puedes quedarte quieta unos minutos en lo que acabo?
-Sip. –Contestó.
Yulia se sentó en una silla y puso a Lena en sus piernas y puso a Lena en sus piernas mientras escribía. La pelirroja estaba atenta y concentrada en lo que veía, el movimiento de la pluma de Yulia se convirtió en algo hipnótico y justo antes de que terminara, se quedó dormida nuevamente.
Yulia dio un suspiro al sentir el pequeño cuerpo, relajado. Con cuidado se puso de pie y junto a ella, se recostó en la cama.
-Ay Lena, tengo un extraño presentimiento sobre ti.
Al día siguiente Inessa comenzaría a llevar a Yulia a la escuela.
El día anterior había pasado por Lena asi que en ese momento estaba sola, mientras guardaba sus libros pudo escuchar a la pequeña llegar a la casa y subir las escaleras rápidamente.
-Bonita! –Gritó. –Quiero jugar, abreme.
-Yulia abrió la puerta y la pudo ver, con el cabello recogido y más despierta de lo que la había visto,
-Ay, pecosa, ya me voy a la escuela, pequeña fastidiosa.
-Yo voy... -Pidió.
-No, no digas eso, aprovecha antes de que te metan al kínder.
-Yo voy con tigo!.
-No pecosa.
-Sí.
-No, es solo un rato, yo vengo a las 2 en punto, bueno, depende de a que hora llegue tu mamá por mí.
Lena no dijo nada, solo la miró.
Puedes jugar en mi cuarto, mira, ya casi son las vacaciones de verano, solo faltan 3 semanas, te prometo jugar contigo en cuanto salga.
Lena sonrió.
-Ok... ya me voy pelirrojita. –Le dijo antes de besarle la frente. –Pórtate mal y cuídate mucho. –Le dijo al salir.
Hola Yulia. –Le dijo Inessa cuando estuvo en el auto.
-Hola, al fin nos conocemos.
-Sí. –Sonrió. –Lena me ha hablado mucho de ti.
-Pero nos conocimos ayer. –Dijo con cierta intriga.
-Has sido el tema de conversación desde que la recogí anoche, dice que eres bonita.
-Oh... si lo mencionó.
-Gracias por tratarla bien, eres su primera amiga.
-Es muy linda, le tiene miedo a ir al baño.
-Lo sé, a ir al baño, a bañarse, a cambiarse de ropa, a nadar... en fin... pobre de tú mamá, va a tener que cambiarle el pañal.
Yulia comenzó a reírse. –Lo más seguro es que la enseñe a ir al baño.
-Suerte con eso. –Dijo sonriente.
-Y bien, Inessa... ¿Cuál es tú historia?
-wow, ¿Me lo preguntas en serio?
-Sí, a menos claro que te sientas incómoda con migo.
-No, es que solo soy una madre soltera con 2 trabajos.
-¿Y el papá de Len?
-Nos dejó el auto y se fue, no estaba listo para ser papá.
-m... hombres, todos son iguales. –Expresó cómo si realmente lo supiera. -¿Entonces tienes dos trabajos?
-Sí, pero el gobierno sigue aumentando precios al quitar subsidios, entonces me veo en la necesidad de pedirle ayuda a tu madre, verás, estoy enferma, tengo trastorno bipolar y tengo que comprarme algunas medicinas que no cubre mi seguro médico, pues si no estoy bien mentalmente, me quitan a Lena, así que debo tener todos mis medicamentos para estar estable, pero aún así, lo medicamentos son tan caros que no puedo pagar a alguien que la cuide, creo que comprenderás mi dilema.
-Sí, lo entiendo, pero no te preocupes por eso, a mi mamá le encanta cuidar a tu pequeña ¿Cómo toma ella todos los problemas?
-Bueno... para tener tres años es bastante madura algunas veces; ya no pregunta por su papá y definitivamente prefiere estar con tigo que en casa con su niñera.
-Interesante...
-Ya llegamos a tú escuela.
-Oh, que rápido, nos vemos a la salida.

Yulia entró a la escuela sin preocupaciones, cómo todos los días y caminó a su salón, pronto olvidó a Lena y se concentró en clases, cada día era mejor y a su edad ya sabía que quería administrar su propia empresa ayudada por sus estudios en mercadotecnia.
Al llegar de la escuela, poco a poco, se fue acostumbrando a las tiernas preguntas inocentes de la pelirroja. "¿Dónde estuviste? ¿Por qué no me llevaste? ¿Comiste? ¿Venden chicle? ¿Tus amigas no usan pañal? ¿Por qué nunca te peinas? ¿Me enseñas a escribir? ¿2 más 2 son 3? ¿4? ¿De verdad? ¿Estás segura que no son 3? ¿Por qué? ¿Me quieres? ¿Te gusta mi cabello? ¿Verdad que soy bonita? ¿Puedo quedarme a dormir? ¿Me prestas tu gorro? ¿Me lo regalas? ¿Me compras unas galletas? ¿Puedes poner "Le disko" de nuevo? ¿Por qué no puedes pausar la televisión? ¿Por qué fue un pequeño paso para el hombre y uno grande para la humanidad? ¿Puedo ser astronauta? "
-Bonita ¿Ya vas a salir?
-Sí pecosa, solo mañana y ya soy toda tuya.
-¿Me llevarás al parque?
-Ay que aburrido, solo si me empujas en el columpio. –Le dijo Yulia mientras se desenredaba el pelo.
-Pero ya estas grande, yo no puedo.
-m... entonces no.
-Fea.
-¿No que bonita?
-Bueno, sí, bonita fea mala.
Yulia comenzó a reírse. –Claro que si te voy a llevar. Ahora ya vete, tu mamá tiene copmo 10 minutos gritándote que bajes.
-Adiós. –Te quiero.
-Yo a ti, pecosita linda. –Le dijo al verla salir.

–Esa niña es diferente. –Expresó al vacio.

Algun DiaWhere stories live. Discover now