Cambios

247 10 2
                                    


 Esa era la palabra que describía todo.
Rebecca llegó con Natalia pero dejó un vacío. Lena volvió a ser fría y hostil, lograba llevarse bien con Violeta y Diana, pero Alejandra era la única que estaba enteramente dispuesta a soportarla, se preguntaba si Rebecca le había pedido que la tratara bien.
Cumplió 15 años, se comunicaba por mail con Yulia y todos los días se preguntaba cuándo estaría lista para irse, de cierta forma le aterraba a pesar de estar desesperada, la escuela se convertía en una prisión a cada momento, inmersa en una realidad alterna y muchas veces llegó a pensar que Yulia, su madre y su vida pasada, eran solo un sueño...


De: Lena.
Para: Yulia.
Asunto: 2 años, 11 meses, 4 días, 7 horas, 25 minutos, poner los segundos en este momento, sería inexacto, pero bueno 25, 26, 27....

Tengo 16 años y un plan malvado.
Creo que la edad me está volviendo inmadura, o tal vez ser prisionera aquí me está volviendo loca, hace unas semanas, mi compañera de habitación, Alejandra, me descubrió mirándome al espejo con esa mirada que tu llamas de "Perversión", creo que yo le gusto, pero yo no quiero ser cruel, me recuerda a Amanda, pero bueno; en cuanto entró al cuarto me tapé pero obvio que me vio. Nos pusimos a hablar en la cama, hablamos de ti, ya sé que de seguro estas pensando: "¿Nos hemos escrito mucho estas semanas, y hasta ahora te dignas a decirme?" pues sí, es que te juro que fue una conversación muy extraña, dijo que no eras real y que te idealizo, claro que si eres real. En fin... mi plan malvado, eso es lo que quieres escuchar ¿No? Bueno, el plan es escaparme, Sí! Hoy en la noche, voy a infiltrarme en la dirección y robaré mis certificados y papeles para transferirme a una escuela pública; sí, en este momento te estás preguntando: "¿Dónde vas a vivir? Eres una atarantada irresponsable e inconsciente, me va a dar algo! Oh! Hiperventilo, eres la causante de mis angustias, Elena!!!" Tranquila, no hiperventiles, no pasa nada. Te contaré mi plan ¿Contenta? Mañana viernes va a venir mi papá por mí y me va a llevar a su casota, yo me voy a escapar de allí, ese día en la noche y voy a tomar un tren al norte; esto ya no se trata de verte o no, se trata de salir de aquí, no soy de aquí, tengo buenas amigas, pero no estoy a gusto, el hombre que es mi padre guarda demasiados secretos y no puedo con eso, es un extraño para mí, no es normal vivir con un hombre ajeno a mí, estoy harta de este perpetuo estado de frustración, quiero ser libre...
Voy a vivir en un convento, en ese en el que viví con mi mamá, ya me dijeron que si me van a recibir, deberé trabajar, pero lo vale...
Debo decirte que no nos vamos a poder ver, y te voy a meter en problemas, porque en el primer lugar en el que me van a buscar es en tu casa, perdóname ¿Si? Y trata de no parecer nerviosa, te quiero.

Borra este mail.
*

De: Yulia.
Para: Elena.
Asunto: gracias por hacerme reír con tu suposición de cómo iba a reaccionar, casi logro olvidar lo grave de tu plan malvado.

Por Dios! Eres un caos. Es todo lo que puedo decir al respecto. (Inhalo, exhalo) Ok, suerte pecosa, te quiero.
*

-Alejandra! Alejandra! Despierta! –Exclamó sacudiéndola.
-¿Qué pasa? Ya duérmete.
-Mira!, Yulia aprobó el plan.
-Están igual de locas, no sabes a lo que te enfrentas, No tienes la fuerza de Rebecca.
-¿Por qué a mí no me apoyas?
-No quiero que te vayas. Duérmete.
-No puedo!
-No me fastidies, vete a dormir, mañana hay clases.
-Eres una aguafiestas.
-Y tú estás loca.
-No, tal vez desesperad ay medio psicópata, pero si estuviera loca, escaparía a su casa.
-¿Y no lo vas a hacer?
-Nop.
-¿A dónde vas a ir?
-Uy, no te voy a decir.
-¿Por qué?
-Luego dices.
-¿No confías en mi?
-Por todos los cielos, claro que no, el otro día Timmi me dijo que Alicia le dijo a Diana que le habías dicho que disfruto verme desnuda frente al espejo.
-Yo no les dije.
-Ni yo y solo tú sabes, así que por eliminación, la chismosa eres tú.
-Dios... es que... que buen cuerpo tienes.
Lena se sonrojó y se llevó una mano a la boca escondiendo su sonrisa tímida -¿Crees que le guste?
-¿A quién?
-Pues a Yulia, mi cuerpo se puso bonito... ¿Crees que le guste?
-Lena ella es mayor, no va a dejar a su esposo por ti, además, ¿Por qué estar con ella? Se va a arrugar antes que tu, va a estra menopáusica cuando a ti te falten 1º años y cuando tú quieras ir a una fiesta, ella va a preferir quedarse en cama leyendo.
-Yo no la amo por su cuerpo, ni la voy a dejar de amar por sus desajustes hormonales, mucho menos me voy a enojar si no está de humor para una fiesta, lo que ella quiera, por mi está bien.
-¿Y cuándo va a pasar lo que tú quieras? ¿Te das cuenta de que siempre haces lo que te ordenan?
-Eso no es verdad, me voy a escapar.
-Sí, vas a hacer una estupidez, tu primer acto voluntario y ni siquiera tienes la inteligencia para medir las consecuencias, tú papá no te ha hecho nada, te trata bien, te respeta cómo eres y solamente lo vas a abandonar por que hace 3 años te separó de una mujer que no es nada contigo y que no te ama de la misma forma pasional que tú a ella, tu papá siempre va a estar para ti y tu ni siquiera le das la oportunidad; no eres tan madura como crees, tienes un terrible deseo de portarte como niña, cuando llegaste a esta escuela eras fría y callada, aun lo eres para muchos, luego me di cuenta de que eras perversa, pero que vivías en la luna, lo cruel es extraño y contradictorio, pero ahora sé que simplemente eres una víctima más del amor no correspondido. Ahora, si me disculpas, voy a dormirme. –Dijo dándose la vuelta en la cama.
"Víctima del amor no correspondido" –Alejandra! No me escapo para ver a Yulia, se que no va a dejar a Said, pero te juro que por más que intento no amarla, mi corazón me ignora, ¿No entiendes? Ella tiene mi corazón, he estado tres años sin mi corazón y soy incapás de amar a alguien más, tal vez pueda, pero no quiero, Demonios! La quiero a ella.
-Bien, ya te desahogaste, ¿Me dejas dormir?
-Dame una oportunidad para demostrarte que mi papá no es quien todos piensan.
-¿Qué vas a hacer?
-Te invito a mi casa, si logro demostrarte que el no es quien todos piensan, me voy, si no, me quedo.
-Trato.
-¿Me ayudarás con mis documentos?
-No
-¿Por qué?
-Por que tengo sueño y mañana hay clases, ¿Tú no tienes sueño?
-No. –Expresó sonriente. –Estoy llena de adrenalina.
-Dios... eres todo un caso, buenas noches.
-m... ok, iré sola. –Dijo antes de bajarse de la cama de su amiga. –Iré solita, en la oscuridad, llena de peligros. –Expresó dramáticamente al ponerse los zapatos.
-No voy a ir, Lena. –Dijo Alejandra acurrucándose.
-No quiero que vengas.
-Que bien, porque estoy dormida.
-Bien.
-Bien.
-Me voy.
-Adiós.

Lena salió de la habitación, intentando descubrir en qué momento de su vida sus chantajes psicológicos habían dejado de funcionar.
Cautelosamente en la obscuridad caminó a través del edificio de habitaciones hasta el primer piso en el cual el guardia dormía incómodamente sentado frente a una televisión pequeña que sintonizaba un programa de concursos, la luz de la pantalla le iluminaba el rostro relajado, En su cintura colgaba el juego de llaves que ella ya conocía desde hace mucho tiempo, con su sonrisa de autosuficiencia se las quitó del cinturón y ahogó una risita eufórica al pasar junto al escritorio y salir al jardín principal, la dirección estaba al otro lado de la escuela, todo estaba obscuro menos las altas paredes de concreto que la ,mantenían allí dentro, sin oportunidad de tener contacto con cualquier cosa que no fuera el estudio. Al llegar a la dirección en una mezcla de adrenalina y frio por el helado clima, separó la llave más larga y en un movimiento firme y seco, abrió la puerta, tenía alrededor de 10 segundos para poner la contraseña de la alarma, "2, 4,2,7" presionó apresurada y vio cómo aparecía en la pequeña pantalla las palabras "Código aceptado", tras un suspiro, volvió a presionar el mismo código por segunda vez, estaba enterada de que si no lo ingresaba dos veces, de forma inmediata se activaría la alarma silenciosa y en menos de 5 minutos estaría perdida. La habitación se sentía enorme y aterrorizante pero regresar ni siquiera le pasaba por la cabeza. Una llave con una marca roja abría la habitación de los expedientes, todos estaban acomodados en 7 archiveros alfabéticamente, en el tercero, dónde estaban los alumnos de la "I" a la "L", apresurada buscó la letra "K" y con un brillo en los ojos sacó el suyo, al fin todo tomaba forma.
Se lo puso en el pecho y subió el cierre de su chamarra, cerró el cajón y la habitación, volvió a poner la alarma, se llevó las manos a la cara y llena de energía corrió hacia el edificio de habitaciones nuevamente, puso el juego de llaves en el cinturón del guardia y subió las escaleras corriendo hasta el tercer piso, entro en su habitación y se dejó caer tras la puerta, con el pulso retumbándole en los oídos y el sudor escurriéndole por el cuello.

-Comenzaba a preocuparme. –Le dijo Alejandra.
-Lo logre. –Dijo agitada. –Yo sola.
-Por Dios, tienes tanto potencial. –Expresó poniéndose de pie y levantándola del suelo.
-Fue increíble.
-Demasiadas emociones para una noche, duérmete ya. –Ordenó dejándola en su cama.
-Te demostraré que tengo razones para huir.
-Eso será en su momento, por favor, duérmete o no podre dormir.
-Bien. –Dijo sintiendo cómo la adrenalina de su cuerpo se desvanecía.
Sus ojos se cerraron fácilmente, le pesaban. Aún con sus documentos contra su pecho, se quedó profundamente dormida.
**
De nuevo se encontró en el lugar desierto, sin ropa, junto a ella misma de pequeña.
-¿Qué pasó con tu ropa?
-No lo se. –Dijo extrañada al verse desnuda.
-¿Qué te falta?
-Yulia.
-¿Estás segura? Yo pienso que ella no es la solución para que dejes de estar sola.
-Quiero ser feliz.
-Hazte un favor.
-¿Qué cosa?
-Piensa.
-¿He?
-Piensa por ti misma, toma tus decisiones y cuídate mucho, puede que las cosas con Yulia no funcionen, deberías considerar un plan "B".
-Me enojas, pequeña.
-Soy tu subconsciente, solo te expreso lo que tú sientes.
La pequeña desapareció, Lena se acostó en el suelo y se quedó dormida, enojada consigo misma.
**
Lena, levántate. –Le dijo Alejandra por la mañana.
-No quiero.
-Anda, no debes levantar sospechas. –Le dijo sintiendo la carpeta en el pecho de su amiga.
-No andes metiendo mano.
-Malpensada, solo se me hiso raro que tu pecho y tu estómago estuvieran al mismo nivel.
-Oh, así que usualmente revisas mi pecho y mi estómago.
-Naturalmente, no es mi culpa que seas hermosa.
-Pobre de ti.
-¿He?
-Te fijaste en la única mujer que en ningún momento te va a corresponder.
-Lo sé, estamos en una situación similar.
-Lo sé, pero yo no te doy esperanza, Yulia desborda ganas de verme y de estar conmigo, yo ni siquiera te voy a extrañar.
-Dios... que perversa.
-Es la verdad.
-Lo dices para que no piense en ti.
Lena rió. –Lo digo para que no pierdas tu tiempo. –Se puso de pie y se quitó el pijama, dejando los documentos en la cama mientras se ponía sus calcetas, su blusa su falda, su saco y su corbata que después de tantos años aún le costaba trabajo ponerse, con fastidio trenzó su cabello y abrochó sus zapatos, quedando lista de forma tan rápida que Alejandra no pudo apreciarla con comodidad. Preparó su mochila, cambiando los documentos de carpeta, y salió del cuarto cuando su compañera aún se abrochaba los zapatos; constantemente se daba cuenta de que era complicado entender sus propias actitudes, pero no podía hacer nada al respecto, ella era así.
En clase no se concentró, estuvo ausente mentalmente, sumergida en una nítida fantasía en la que Yulia le quitaba la ropa, muchas veces no podía ni quería sacarlo de su mente.
Se llenaba de deseo y se atrevía a pensar que si en ese momento, cualquier persona quisiera tocarla, no se opondría.
-Creo que entiendo por qué Rebecca casi no habló el día que se fue. –Dijo Lena en un término medio entre la fantasía y la realidad.
-¡Elena, ya vamos tarde! –Gritó su padre desde él auto.
-¿Vas a abandonar al pobre hombre? Es el único papá que viene en persona.
-Desearía que no lo hiciera. –Alegó Lena decidida mientras caminaban hacia él. –Soy Lena, Elena no me gusta, se lo he dicho muchas veces.
-Perdón, hija, es que tienes un nombre hermoso, ya te he dicho que no tienes por qué hablarme de usted.
-Me siento más cómoda de esa forma. Ella es Alejandra. –Los presentó.
-Oh... mucho gusto, confío en que pasarás un buen fin de semana en nuestra casa. –Le dijo Sergey estirando la mano.
-Yo también. –Contestó sonriente.
-¿Tienes alguna idea divertida para hoy, hija? –Preguntó.
-m... -gimió. –Cómo usted quiera.
-Lena, se más amble. –Alegó Alejandra.
-Cómo sea. –Dijo cortante.
Sergey las llevó a comer a un restaurante en las afueras de la ciudad, él y Alejandra charlaban animosamente mientras Lena los miraba con una actitud neutra, se abstenía de opinar y hablar y ocasionalmente soltaba una sonrisa al pensar en Yulia, antes del anochecer llegaron a la casa, Sergey se despidió de las chicas e hicieron planes para él día siguiente, planes que Lena estaba segura que no cumplirían.
-Creo que no me has demostrado nada malo.
-Porque no he buscado nada, el que busca encuentra.
-Vamos, Lena, no tienes nada, no hay razón para que te vayas.
-Tengo miedo.
-¿De qué?
-De lo que pueda descubrir, prefiero no saber.
-No seas ridícula.
-Es que ah!, ¿Sabes? Ni siquiera se ha ido de la casa, no ha salido.
-¿De qué hablas? Se despidió.
-No, quítate los zapatos, vamos a dar un paseo en calcetines.
-Que exagerada.
-¿Quieres que te de las pruebas, no? Es hora de enfrentar mis miedos, no quiero quedarme aquí.
-Bien. –Dijo quitándose sus zapatillas.
Las dos salieron del cuarto y caminaron por el segundo piso de la enorme casa, hasta llegar a unas escaleras que llevaban al tercer piso, las subieron lentamente, el tercer piso era igual que el segundo con la diferencia de que no tenía muebles, estaba lleno de habitaciones vacías, a excepción de 2, una estaba cerrada y se escuchaba que Sergey discutía algo por teléfono y la otra era un estudio fotográfico, Lena nunca había estado allí, pero de pronto sintió cómo si sí hubiera estado, las dos entraron en el estudio, había un escritorio que tenía estados de cuenta, muchos, al parecer estaba ganando dinero con algún negocio por que todos los archivos eran sobre transferencias hechas a sus cuentas, abrió el cajón del escritorio y encontró únicamente un control remoto.
-Aquí no hay nada. –Susurró Alejandra.
-Claro que sí. ¿No se te hace sospechoso un estudio fotográfico en la casa?
-Am... no mucho.
-Ash!
-¿De qué es el control remoto?
-No lo sé, allí hay una tele, supongo que es de eso. –Dijo presionando el botón verde que la encendía.
-Oh, sí, ya se está prendiendo, es solo la tele.
La pelirroja se quedó helada con lo que sintonizaba la televisión.
-¿Qué pasa? –Preguntó al mirar con detenimiento.
-Es mi... es... es...
-Es tu cuarto.
-Oh, por todos los cielos.
Alejandra guardó silencio, allí estaba la única prueba que necesitaba.
-Vámonos de aquí. –Le dijo a Lena al tomarla de los hombros, apagó la tele y cerró el cajón.
De pronto se abrió la puerta de la otra habitación, Sergey gritaba mientras hablaba por teléfono.
"No pasa nada, ella no se ha dado cuenta de nada, es sumisa, se encuentra miserable, lo único malo es que está creciendo muy rápido, no nos va a servir después de este año"
"Sí, en cuanto acabe la escuela la voy a mandar a Londres, es lo más inteligente, tengo un departamento listo para ella, me va a querer, soy un buen padre"
"Me hubiera gustado que su madre no hubiera sido tan débil, si me las hubiera traído a las dos esto sería más productivo, solo la llamé y entró en pánico"
"No, para nada, ella no sospecha"
"Sí, yo fui por ella hoy, sí, por eso falté a la reunión, y trae a una amiga que Oh!, el video de esta noche va a estar muy bueno, mi niña le tira al otro lado"
"Sí, ya te lo había dicho"
"No, no te muevas, ya voy para allá, de todos os ellas creen que no estoy, mañana revisaré la cámara"

La voz de Sergey se escuchó cada vez más alejada hasta que ya no lo escucharon, al parecer bajó, no supo, no le importaba, para ese momento lloraba desconsoladamente en el hombro de Alejandra, las dos escondidas debajo del escritorio.

-Vamos, nena, no ocupo más pruebas.
-Es su culpa, todo es su culpa. –Dijo limpiando sus lágrimas con odio.
Salieron del estudio fotográfico, Alejandra quería bajar pero Lena entro a la otra habitación, decidida.
-¿Qué haces, Len? –Preguntó angustiada.
-Busco.
-¿Qué buscas?
-No sé. –Expresó mientras revisaba todos los cajones, encontró fotos suyas, de todos los ángulos existentes; sobre el escritorio había un DVD que tenía escrito "Lena jugando" con plumón permanente.
-No hay necesidad, Lena, vámonos. –Le dijo jalándola.
Las dos salieron corriendo del tercer piso y bajaron cuidadosamente, sin ser vistas.

-Puede que Yulia sea un invento tuyo, pero cualquier cosa te va a servir más que vivir en esta casa. –Dijo caminando por la habitación. –Discúlpame por no haberte apoyado, tengo que ayudarte.
-¿Qué harás? –Preguntó sin ganas, tirada en la cama mirando hacia dónde estaba la cámara oculta.
-Bien, te vas a ir, ¿Estás lista? –Preguntó poniendo un oso de peluche frente a la apenas visible cámara.
-Totalmente.
-Ocupas ropa sencilla y de buena calidad, que resista la mala vida. –Dijo abriendo los cajones y sacando los pantalones de mezclilla, escoge unas botas y unos tenis que convienen con todo. –Le ordenó. -También ocupas algo elegante, ¿Esta falda tiene blusa? –Preguntó.
-Am, sí, ahorita te la llevo. –Contestó desde él closet, los nervioso no la dejaban decidirse entre los tenis negros y los azul marino.
-Bien, tráela. –Le pidió sacando algunas blusas y playeras, aventando todo en la cama. –Vas a crecer, Lena, tal vez no de estatura pero tu cuerpo va a seguir poniéndose am... tu entiendes, meteré ropa interior pero no te va a servir mucho tiempo ¿Sabes usar lavadoras de las lavanderías?
-No, yo nunca...
-Bien, no importa, cuando tu ropa esté sucia no la vayas a tirar. –Rió. –En cuanto llegues a dónde sea que vallas, busca una lavandería, la ropa que te empacaré no despinta, solo mete la mezclilla en una carga y lo demás en otra, compra jabón en polvo, sigue las instrucciones, generalmente están pegadas en la pared, trata de no llamar la atención, am... ¿Qué más? ¿Qué más? –Se preguntó ansiosa. -¿Tienes dinero?
-Sí.
-Muy bien, no lo malgastes, si se te antoja algo, no lo compres, solo que lo necesites, si hace frío no consumas bebidas heladas y cobíjate por que si vas al doctor te va a hacer muchas preguntas, pero si te enfermas, tampoco cometas la estupidez de intentar curarte sola ¡Los negros, Lena! Sal de ese closet. –Gritó desesperada al ver que la pelirroja no se decidía entre los negros y los azul marino.
-Esos iba a escoger. –Dijo saliendo con los tenis las botas y la blusa.
-¿Tienes maletas?
-Sí, debajo de la cama.
-Quítate esa ropa y ponte esta. –Le dijo Lanzándole un pantalón de mezclilla y una blusa de franela en manga larga de botones. –Ponte las botas, te buscaré un abrigo que sirva.
-¿Solo llevaré un abrigo?
-Sí, te meteré varios suéteres pero solo llevarás un abrigo, de preferencia largo.
--Tengo uno rojo.
-Sí, ya lo vi, es perfecto, también este gorro y esta bufanda, ¿Tienes guantes?
-Obvio, están en el cajón de arriba.
-Ok, no quiero que pierdas el estilo, estos guantes de piel son perfectos, ¿Hay algo que estés segura que no puedes dejar, cómo joyas o algo así...?
-Nop, no hay nada que quiera recordar de aquí, Yulia tiene mis cosas y las de mamá, me gustaría llevarme la portátil.
-No, cariño, esas cosas tienen rastreador.
-Lo sé.
-Ponte a borrar todo lo que pueda dar alguna pista de a dónde vas, yo empaco por ti.
-Gracias.
-Bajo la cama había una maleta grande y cuadrada, dentro de esta estaba las maletas de bolsa, allí dentro comenzó a guardar todo, en una mochilita guardó el cepillo, ligas, gel, desodorante, todo lo de aseo personal que tuviera, la metió en la maleta y le escribió una nota con lo elemental que debería comprar.
-Vamos, Lena, te acompaño a la estación del tren.

Algun DiaWhere stories live. Discover now