Epilogo

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La lluvia no era nada normal en ese lugar, sin embargo, el aroma a humedad ya estaba impregnado en todos lados, inclusive en la ropa secada en el interior, dormirse arrullada por una tormenta eléctrica y despertar para ir a la escuela con una lluvia ligera, de esa que da comezón al contacto con la piel. Intentaba acoplarse a la situación, es inútil quejarse ante algo que no se puede controlar ni cambiar, aun así, en determinados momentos era víctima de su propia terqueza, después de todo a los 19 años, hay cosas más importantes por cuales preocuparse, que por el clima.

-Odio la lluvia. –Refunfuñó la chica de pelo rubio al entrar empapada a la casa. – ¡Ya sé! Nadie me lo repita. –Gritó pero aparentemente no había nadie en casa para regañarla con un molesto "Te lo dije".

Dejó caer su abrigo en la entrada y subió los escalones de 2 en 2, su casa era bastante linda, era diferente a en la que se había criado, sin embargo, lo hermoso de esta era que al fin era independiente, lentamente caminó por el estrecho pasillo hacia su "Izi-cueva" era el único lugar en la casa que era realmente suyo, un deseo de acostarse a dormir la inundó, pero tenía tarea por lo cual en cuanto se pusiera ropa seca. Bajaría al comedor a trabajar; en su mente planeaba las distintas formas de separar sus deberes para irse a dormir más temprano, no esperaba que al llegar a su cuarto este no estuviera vacío. "Han irrumpido en la Izi-cueva" –Exclamó empujando la puerta entreabierta, su cama destendida abrigaba un cuerpo dulcemente tapado con sus cobijas y dormía como si los problemas del mundo no causaran ningún impacto en su ser.

Izel sonrió plenamente y se dejó caer en la cama. -Creí que llegabas hasta la noche, si hubiera sabido, llegaba más temprano. –Le dijo al oído.

La chica abrió los ojos lentamente y la rodeó con los brazos unos segundos. –Estas helada Izel, y empapada, ¿Olvidaste el paraguas? –Preguntó.

-No se lo digas a la abuela.

-No, no se lo voy a decir, -Sonrió. –Deberías de quitarte la ropa mojada. –Le dijo al retirarle la blusa en un movimiento.

-Ay... ni siquiera me has invitado a cenar. –Dijo con una sonrisa picara mientras sentía las cobijas calientes sobre su helado cuerpo.

-Vamos cuando tú quieras, ¿Te digo algo? Hoy estaba pensando en tu mamá.

-¿Cuál de las 2, debo estar celosa?

-No, para nada. –Dijo riendo. –Pensaba en la tía Lena. ¿Recuerdas? Aquella vez que estábamos viendo las crónicas de Narnia, solo tú y yo...

-Sí, lo recuerdo, me besaste por primera vez... asaltacunas, solo tenía 9 años.

-Asaltacunas tu madre, yo no. Pero ese no es el punto, ¿Recuerdas que tú mamá entró?

-Sí, recuerdo que no supe si sentirme asombrada por el beso o asustada por que llegara de la nada, ¿Por qué recordaste ese momento?

-Porque cada que las cosas se ponían interesantes llegaba alguien... siempre, y ahora estudiamos fuera y nadie nos molesta pero las extrañamos demasiado.

-See, me gustaba vivir en casa, aunque debemos admitir que lo nuestro es divertido.

-Es más que divertido..., es nuestro.

-Te amo Michelle.

-Te amo Izel, desde antes que nacieras.

La chica rubia soltó una risa tímida que hiso que se le formara hoyuelos. -¿Me contarás de nuevo la historia de cómo creían que yo sería niño y fui niña? ¿O el engaño psicópata de mamá al tío Said? ¿O me recordarás la cara de enojo que puso mamá cuando mami le dijo que dejaría que el tío Said me conociera, solo porque se lo encontró ahogado de borracho afuera de wal-mart? ¿O me contarás....?

Algun DiaWhere stories live. Discover now